Muchas veces, vivimos aferrados a situaciones que quisiéramos fuesen diferentes. La realidad es que no podemos controlarlo todo y eso no está mal. Las cosas, los momentos y las personas deben seguir su rumbo natural, dejar el río correr -como quien dice-, aunque no siempre resulte como nos gustaría.

Desde que tenemos conciencia nos guindamos en nuestras espaldas una mochila y en ella vamos guardando muchas cosas, algunas necesarias y otras, no tanto. Nos convertimos en acumuladores compulsivos de recuerdos, momentos, prejuicios, rencores, tristezas, miedos y dolor. Lo más increíble de todo es que lo hacemos de una manera tan «natural» que ni siquiera notamos que no son los demás quienes nos lastiman, sino que somos nosotros mismos con nuestra tendencia de aferrarnos a lo que nos duele.

Engancharse a lo que pudo ser y no fue es uno de los pensamientos más comunes y que, sin querer, nos mantienen atados al círculo vicioso de la dependencia emocional, esa que no nos deja mirar hacia adelante ni descubrir el panorama de posibilidades que tenemos frente a nuestros ojos, pero que estábamos negados a apreciar. Hoy queremos que aprendas -y aprendamos- a desprenderte, a que te despojes de lo que no necesitas en tu vida. Antes que nada, para comenzar a soltar, debes aceptar y reconocer que determinadas situaciones pasaron como pasaron y que aunque nos gustaría, no podemos cambiarlas.

  1. ¿Qué te tiene atado?
    Siéntate y piensa. Respóndete a esta pregunta. ¿Quién/qué/cuál es tu adicción emocional? Identifica qué te atormenta o en qué no paras de pensar. Lo primero, y más difícil, es reconocer cuál es esa situación que no te llena de paz y que te mantiene perturbada constantemente.

  2. Autoconócete y despójate de los pensamientos negativos
    Sabemos que, de entrada, no es sencillo, pero si te lo propones y lo pones en práctica poco a poco serás una persona alejada de esas ideas que no le suman nada a tu ser. Sacúdete de los «no puedo», «no se hacerlo», «soy un desastre», etc. Autoconocerte y reconocer tus límites te ayudará a identificar lo que realmente quieres para ti.
  3. Fortalece tu autoestima
    No existe ninguna poción mágica para esto, pero sí es importante que aprendas que todos tenemos virtudes y defectos, que nadie es perfecto y no debe preocuparte serlo. Existimos para ser felices, así, sin más. No te juzgues por tus debilidades, más bien exalta tus fortalezas y dales el valor que se merecen. Sé realista, afronta retos y reconoce los fracasos como un aprendizaje.
  4.  Asume y atraviesa el dolor
    Acepta que todo es cíclico, que todo comienzo tiene un final y que lo importante es lo aprendido en el recorrido. Asume que sentir dolor o tristeza es parte de crecer y madurar como personas, eso sí, luego libérate de estas emociones y ábrete paso a nuevos sentires. Despídete. Haz un ritual: escribe una carta, por ejemplo, drena y vacía todo lo que has guardado dentro de ti. Esto te ayudará a cerrar el pasado y mirar con optimismo el presente.
  5. Suelta, libérate y continúa
    Soltar representa renunciar a algo y esto te enriquece increíblemente como ser humano. Luego de que te liberas y aceptas, puedes abrir las puertas y ventanas de tu vida para lo que está por venir, para lo nuevo. En esta etapa debes darte la oportunidad de confiar en ti y en los demás.

 


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: