Hace un par de días mientras zappeaba (sí, yo aún veo televisión) me encontré con que estaba Sex and The City. Ya que soy tan fan, y considerando que no había nada, decidí dejarle y, gracias a eso, me quedó una pregunta que no deja de retumbarme en la mente.

Resulta que Samantha, dolida después de su relación con Richard, el magnate de los hoteles, suelta esta declaración atroz: “Yo terminé con los grandes amores, dénme grandes amantes”. OMG

Y como Carrie, no pude evitar preguntarme, “y yo qué quiero, ¿amores o amantes?”.

Digo, Samantha para ese momento tenía 45 años, es decir 13 años más que yo, y para mí apenas se está revelando una parte del mundo que estuvo vedada: la de descubrir y gozar mi cuerpo tal como es y, por ende, la de saber disfrutar el sexo.

Cada vez que reflexiono sobre mi vida sexual pienso en las mujeres de la generación de mi mamá a las que les fue negado (y satanizado) el derecho de tener una vida sexual libre, segura y responsable sin ser santas ni putas, sólo explorando y decidiendo con consciencia.

Debo decir que en mi historial, que quizá para muchas personas es amplio, he tenido la oportunidad de conocer y experimentar; claro, no estoy diciendo que todas hayan sido buenas, quizá si tuviera la oportunidad de sacar la súper goma de borrar de la vida, quitaría al menos, a la mitad de ellos, unos por malos amantes y otros por malditos, pero la realidad es que también gracias a eso sé qué quiero, qué me gusta y qué no voy permitir.

La duda que me aqueja es: ¿será que los grandes amantes no son compatibles con los grandes amores? No porque un gran amor no pueda ser un gran amante, sino porque nuestro sistema monógamo nos dice que, o tienes uno o tienes a los otros. Es decir, ¿los grandes amantes limitan a los grandes amores?, ¿cómo se hace para que lleguen unos u otros?.

Alguien a quien respeto mucho me dijo hace tiempo que no tendría sexo hasta que pudiera “hacer el amor”. Ahora que lo escribo me sigue sonando a una frase cliché, telenovelesca y ridícula, pero la realidad es que hoy tiene una relación que lo hace feliz y sí, por fin pudo tener el romance y el sexo (después de una laaaarga sequía).

¿O sea, que para que llegue el gran amor hay que olvidarse del gran sexo?

Aunque mi vida está imperfectamente acomodada, a veces extraño el gran amor, ese con el que te acurrucas a ver el maratón de Star Wars, platicas de música, le cuentas tus miedos y con el que abres el corazón cuando dices: “esto lo sabe muy poca gente”.

Pero creo que también es importante saber que si el tipo no es el indicado o si él ya tiene marcado que te va a romper el corazón. No importa que hayas esperado tres meses para acostarte con él, de todas formas no será para ti y te lastimará. O, por el contrario, si es amor, el gran sexo de una noche derivará en la relación que habías estado esperando. Sólo es cuestión de confiar en los dioses del amor, pero lo más importante es tener la sabiduría y la asertividad para decidir quién es el bueno y quién sólo será un gran amante, destinado sí a ser una experiencia deliciosa, pero sólo eso y nada más.

 

 

 

 


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: