Es muy usual escuchar, leer o conocer casos de familias en el que algún tipo de cáncer ha sido común entre los miembros que la componen. Esto podría deberse a que se encuentran expuestos a los mismos factores de riesgo o que comparten hábitos como fumar, beber o comer a deshoras, etcétera.

Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, cerca de 7 de cada 100 mujeres tendrán cáncer de mama en algún momento de su vida hasta los 70 años. Los genes BRCA 1 y BRCA 2 son producto de mutaciones hereditarias y corresponden a implicaciones de cáncer de mama. Estos suelen proteger al organismo de ciertos tipos de cáncer, pero las mujeres que presentan alguna mutación en ellos tienen mayor riesgo de padecer la enfermedad. Sin embargo, no todas tendrán cáncer de mama.

La genética juega un papel fundamental, ya que la enfermedad puede ser causada por un gen anormal que se transmite con el paso de las generaciones. Aunque a esto solemos llamarlo «cáncer hereditario», la realidad es que no se hereda el cáncer, sino el gen que puede desarrollarlo. Es decir,  lo que se traspasa es la susceptibilidad de padecer la enfermedad, lo cual no implica en todos los casos que éste se desarrolle.

La tarea de los genes en nuestro organismo es la producción de proteínas y éstas se encargan de trabajar en nuestras células, pero, en ocasiones, algunos cambios en los genes pueden hacer que las células eviten los controles normales de crecimiento y esto las convierte en cancerígenas. A estos «cambios anormales» que sufre un gen se le llama «mutación». Estas generan una alteración en su desarrollo y funcionamiento.

Cuando se habla de una mutación genética hereditaria, nos referimos a que está presente o activa en las células reproductivas -óvulo o espermatozoide-. Mientras, una mutación adquirida no deviene de los padres sino que, como su nombre lo indica, se adquiere luego y pasa célula por célula. Esta última corresponde a la causa más común de cáncer.

Según la Sociedad Americana Contra El Cáncer, 1 de cada 2 hombres y más de 1 de cada 3 mujeres en Estados Unidos tendrá cáncer durante su vida, por lo cual resulta común que en una familia padezcan de distintos tipos de cáncer. Entonces, conocer la mutación familiar puede representar un plus, ya que permite la toma de acciones anticipadas: detección precoz, prevención y seguimiento ante el porte del gen.

 


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