Las consecuencias de comer “contra natura” son numerosas y terribles: diabetes, hígado graso, fibromialgia, fatiga crónica, hipotiroidismo, colón irritable, insomnio, taquicardia, dolores de cabeza, uña, pelo, piel; poco apetito sexual, depresión… Para el doctor Ludwig Johnson, médico cirujano por la Universidad Central de Venezuela, la dieta paleolítica es la solución. Para entender fácilmente, un alimento es o no paleolítico dependiendo de si formó parte o no de la dieta humana en la Edad de la Piedra (la era del hombre de las cavernas, los cazadores y recolectores). El meollo del asunto es que, con la agricultura, la alimentación del hombre cambió, pero su genética no. Por esa razón, granos, legumbres, lácteos, azúcares refinados y aceites procesados quedan fuera de este estilo de vida.

Por: Bianca Pescador

Experto en endocrinología y medicina ortomolecular, el también conferencista internacional y autor de tres libros asegura que “Comer de todo un poco y bajo en grasa” ha matado en vida más gente en la era moderna que las guerras.

Todo cambió con el desarrollo de la agricultura y la primera vez que apareció el maíz, el trigo, el frijol. La genética adaptada a una alimentación en danza perfecta con ayunos intermitentes, con fruta sólo en temporada, con un hígado que produce carbohidrato, que aporta lo que la geografía en invierno no contiene, se alteró por completo”, afirma Johnson.

De acuerdo con Johnson, existen dos tipos de organismos o “sexos metabólicos”, como él los llama: el neolítico y el paleolítico. La diferencia es que el primero se adaptó a esta era y a los carbohidratos; el segundo no, lo cual le causa enfermedades como diabetes tipo II, síndrome metabólico, hígado graso, fibromialgia, fatiga crónica, hipotiroidismo, colon irritable, insomnio, taquicardia, dolores de cabeza, poco apetito sexual y depresión, entre otros males.

Autor de tres libros que describe como emocionales y una especie de protesta, sabe que lucha contra corriente. “Yo me dedico a hacer protocolos personalizados para erradicar ciertas condiciones como diabetes tipo II, síndrome metabólico y ovarios poliquísticos. Me molesta la resistencia lógica que hay… La entiendo por- que estuve así antes, pero me rendí ante la evidencia”. Sigue leyendo para que comprendes a qué se refiere.

LA GRASA ES BUENA

Contrario a lo que se cree, “la grasa saturada no tapa las arterias, no eleva los triglicéridos y no aumenta el riesgo de sufrir un infarto; en cambio sí te mantiene tranquilo sin comer por horas y está cargada de vitaminas, más que cualquier fruta. Comer colesterol no eleva el colesterol. La proteína en el hombre paleo es azúcar de liberación lenta, no da hipoglucemia, hipertensión ni eleva la insulina”.

LA DOBLE PORCIÓN

El hígado produce azúcar (función de neoglucogénesis) que no destruye el páncreas, no causa hipoglucemia, infertilidad ni cualquier otro efecto negativo. “Por eso no te desmayas a las tres de la mañana. Pero cuando el hombre paleo desayuna fruta, come un pan a media mañana, arroz en el almuerzo y frijol en la cena, es doble ración: la que produce y la que se comió. Rápidamente una de ellas es convertida en grasa, en triglicéridos, en barriga, porque el cuerpo te prefiere con panza que diabético”. Sin embargo, años después de esta rutina, el cuerpo cede y enferma.

LA DOBLE PORCIÓN

En la antigüedad, tanto la tierra como el agua y los alimentos eran ricos en magnesio, por lo que no importaba que el riñón lo eliminara todos los días, ¡pero esta situación cambió!

“El brócoli que adorna tu plato hoy tiene 80% menos magnesio que el que consumía tu abuelo”, dice el médico. “La solución es tomar un suplemento de 500 mg de magnesio diariamente a fin de fijar el calcio en los huesos. Los paleo tienen un riñón ancestral no apto para la comida nueva”.

Calcio y magnesio en perfecto ying-yang

“Mientras tengas una correcta la relación calcio-magnesio en tu cuerpo no vas a padecer migrañas, insomnio, taquicardias, dolores de cabeza, piedras en los riñones, no se te va a caer el pelo, no vas a tener diabetes… El calcio contrae, el magnesio relaja. El calcio quiere penetrar la célula, el magnesio —que está dentro de la célula— lo deja pero no mucho”, explica.

A diferencia del magnesio, si el cuerpo no recibe suficiente calcio, “ahorra” el que tiene. Pero si lo recibe en exceso y existe una deficiencia de magnesio, el calcio se vuelve como veneno. “Cuando el calcio abandona el hueso viene la osteoporosis; cuando se mete en la cabeza provoca dolores de cabeza y pérdida de memoria; en el corazón causa taquicardia y aumenta 33% las probabilidades de sufrir un infarto; en las articulaciones genera dolor; en las piernas, calambres; en el riñón, piedras”.

METABOLISMO NEOLÍTICO

Si no te identificas con ninguno de los padecimientos anteriormente mencionados y el calcio es tu amigo, probablemente seas neo.

Sí hay metabolismos neolíticos, han sido llamados por la ciencia como los nacidos con el ‘gen ahorrativo’. Usualmente son bielorrusos, holandeses… Van a llegar a 90 años como si tuvieran 40, comiendo ‘la pirámide de la muerte’ (la que conocemos como ‘pirámide alimenticia’) porque su hígado no produce azúcar, su riñón no bota magnesio y su colon se adaptó a lácteos, trigo, soya, avena y cacahuate. Son gente nueva que se adaptó a la comida de esta era”.

DI NO A LAS CARBODROGAS

Ser paleo no quiere decir que elimines al 100 las frutas y tubérculos de tu vida. “Los carbohidratos paleolíticos que no destruyen el sistema inmunológico son las frutas que sí estuvieron en la Edad de Piedra, pero por temporadas y regiones, y los tubérculos como papa, zanahoria y plátano macho. Estos son biocompatibles con el colon, que es la puerta al cuerpo y la primera que se daña produciendo la deficiencia de hierro. Las carbodrogas producen adicción, retención de líquidos, infertilidad, son los culpables de la diabetes; no la polución, el plomo, la comida chatarra o no hacer ejercicio”.

RECETA

Empieza tu día con un jugo verde: una bebida revitalizadora, alcalina, anticáncer y antiedad.

Ingredientes

  • 1 pepino
  • 15 hojas de espinacas o acelgas
  • 2 tallos de apio con hojas
  • Jugo de 3 limones
  • 1 cubo de 1 cm de jengibre
  • 1 pedazo de chayote
  • 1 taza de agua

Preparación

  1. Lavar y desinfectar las verduras
  2. Pelar el limón conservando la piel blanca
  3. Agregar el jugo de dos limones más
  4. Pelar el pepino, el chayote y el jengibre
  5. Agregar una por una las verduras en el extractor de jugos o en la licuadora
  6. Reservar un tallo de apio
Servir y decorar con el tallo de apio
  7. Tomar inmediatamente.

 


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