
Hoy, las mujeres menores de 50 años enfrentan un riesgo mayor de cáncer que sus pares masculinos. La incidencia supera en un 82%, frente al 51% registrado en 2002, según señala el informe «Cancer Facts & Figures 2025» de la American Cancer Society.
A nivel global, los estudios de Women’s Health Magazine revelan que los casos de cáncer en personas menores de 50 años aumentaron casi un 80% desde 1990, proyectando una tendencia creciente hasta al menos 2030. El rango incluye tumores de mama, colorrectales, uterinos y renales.
Causas en movimiento
El panorama no se explica por una sola razón. La investigadora Meredith Shiels, del NIH, explica que entre 2010 y 2019 crecieron los casos de 14 tipos de cáncer en personas menores de 50 años, incluyendo los tipos más comunes como mama y colorrectal. Nueve de esos aumentos también se dieron en mayores de 50 años.
Varios factores apuntan como contribuyentes: la obesidad, los alimentos ultraprocesados, el sedentarismo y retrasar el embarazo. La obesidad, en particular, genera inflamación crónica y alteraciones hormonales que favorecen el desarrollo tumoral.
La alimentación ultraprocesada también aparece como un riesgo creciente. Estudios muestran que por cada incremento del 10% en la proporción de este tipo de alimentos en la dieta, aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer, especialmente digestivos o hormonales.
Impacto real y recomendaciones prácticas
En términos absolutos, entre 2010 y 2019 se sumaron unos 4.800 casos adicionales de cáncer de mama en mujeres menores de 50, junto con otros 2.100 de colorrectal, 1.800 de riñón, 1.200 de útero y 500 de páncreas. Estos cuatro tipos representaron más del 80 % del incremento de casos tempranos.
Frente a esta realidad, es clave que actúes ya:
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Infórmate y consulta ante síntomas persistentes como bultos, dolor o cambios corporales.
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Adopta hábitos saludables y prioriza frutas, verduras, fibra, reduce ultraprocesados, alcohol y movilízate con frecuencia.
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Exige protocolos de detección adaptados a mujeres jóvenes: acceso a mamografías, campañas activas y evaluaciones de riesgo individualizadas pueden marcar una diferencia real.
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