
cVivir en México es habitar sobre un gigante que se despereza constantemente. Con entre 40 y 50 temblores registrados a diario y un promedio anual que supera los 23,000 movimientos telúricos, la tierra nos recuerda a cada momento su inmenso poder. Nuestro país se asienta sobre una de las zonas más sísmicamente activas del planeta, una realidad ineludible que debería traducirse en los sistemas de prevención más avanzados del mundo. Sin embargo, la paradoja es alarmante: a pesar de la frecuencia, México sigue enfrentando deficiencias críticas en sus sistemas de alertamiento, dejando a millones de personas en una situación de vulnerabilidad.
La memoria colectiva, marcada por las cicatrices de sismos devastadores, exige una conversación honesta sobre la brecha tecnológica que existe entre el riesgo que enfrentamos y las herramientas con las que contamos. ¿Está preparado el país para el próximo gran sismo? Un análisis profundo del sistema actual y las tecnologías disponibles revela una necesidad de modernización que no puede esperar más.
“En pleno 2025, con IA, sensores inteligentes y tecnología de bajo costo, no hay excusa válida para seguir reaccionando en lugar de anticiparse”, subraya la CEO de Seismic AI.
SASMEX: Un legado de los 90 frente a los desafíos del siglo XXI
El actual Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), implementado en la década de los 90, fue en su momento un esfuerzo pionero. Hoy, sin embargo, su infraestructura muestra las señales de un legado que lucha por mantenerse al día. Su principal deficiencia es la cobertura.
Según datos del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), los avisos de alerta solo son recibidos de manera efectiva por la población de un puñado de ciudades, como Ciudad de México, Puebla, Oaxaca y Morelia, entre otras. Esto se traduce en una cifra impactante: solo el 14.6% de la población total del país recibe las alertas, dejando a más del 85% de los habitantes, muchos de ellos en zonas de alto riesgo, sin acceso a una advertencia oportuna.
«El sistema carece de actualización tecnológica, al no usar algoritmos que permitan estimar y documentar patrones de ocurrencia», advierten los especialistas.
Esta falta de inteligencia artificial y machine learning puede derivar en cálculos imprecisos, estimaciones de intensidad que no reflejan el daño potencial real y, en consecuencia, la no emisión de alertas en sismos que sí resultan destructivos. A esto se suman los problemas de retrasos o las temidas falsas alarmas, que erosionan la confianza pública en el sistema.
Finalmente, su sistema de comunicación, basado en una red de radio, aunque estable, es una tecnología que ya se considera antigua para estos fines. Su modernización y expansión a nivel nacional presentan costos elevados y complejidades técnicas, perpetuando la falta de alertamiento en la mayor parte del territorio.
El costo humano y económico de una alerta tardía
«En un país donde más del 70% de la población vive en zonas de riesgo sísmico, seguir confiando en una red fragmentada y desactualizada puede conllevar a grandes riesgos», advierte Jocelyn Vargas, experta en tecnologías de monitoreo sísmico. Esta no es una simple advertencia, es una realidad respaldada por datos contundentes.
Estudios del prestigioso California Institute of Technology (Caltech) indican que un sistema de alerta temprana eficaz puede reducir entre un 30% y un 80% las muertes en zonas urbanas durante un sismo de gran magnitud. Esos segundos de antelación son la diferencia entre la vida y la muerte. Son el tiempo que necesita un cirujano para detener un bisturí, una familia para evacuar su hogar, los sistemas de transporte masivo para frenar su marcha o las plantas industriales para cerrar válvulas críticas de gas y evitar desastres secundarios.
El retorno de la inversión no es solo humano, sino también económico. El sismo de 2017, por ejemplo, dejó daños materiales que superaron los 60 mil millones de pesos. Según el Banco Mundial, invertir un dólar en prevención y sistemas de alerta puede ahorrar entre 4 y 7 dólares en costos de reconstrucción. En un país sísmico, la prevención no es un gasto, es la inversión más inteligente posible.
La doble revolución tecnológica: alerta temprana y monitoreo estructural
La buena noticia es que la tecnología para cerrar esta brecha de seguridad ya existe y es más accesible que nunca. La solución se basa en una doble revolución: la alerta temprana inteligente y el monitoreo de la salud estructural.
«Un sistema inteligente puede anticiparse hasta 60 segundos antes del impacto. Eso es tiempo suficiente para evacuar escuelas, frenar trenes o cerrar válvulas de gas», explica Vargas.
Estos sistemas de última generación utilizan una red densa de sensores más pequeños y económicos, combinados con algoritmos de inteligencia artificial que analizan las ondas sísmicas en tiempo real. Esto permite una estimación de la intensidad mucho más precisa y una reducción drástica de las falsas alarmas.
Pero la protección no termina cuando la tierra deja de temblar. Otra herramienta vital que México no ha integrado de forma masiva es el monitoreo estructural en tiempo real. Esto implica instalar sensores en edificios estratégicos —hospitales, escuelas, puentes, infraestructura crítica— para evaluar su salud después de un sismo.
«Hoy seguimos enviando cuadrillas a revisar edificios tras un temblor, cuando podríamos saber en segundos si una estructura quedó comprometida. Sin monitoreo estructural, volamos a ciegas», sentencia Vargas.
Esta tecnología permite a las autoridades tomar decisiones informadas e inmediatas: saber si un hospital puede seguir operando, si un edificio debe ser evacuado o si un puente sigue siendo seguro para el tránsito.

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Una falla ética, una deuda pendiente con México
La falta de una red moderna de alerta y monitoreo en un país con la historia sísmica de México no es una simple omisión técnica. Con el recuerdo del 19 de septiembre de 1985 y 2017 aún latente en la conciencia nacional, no priorizar la implementación de estas tecnologías equivale a una falla ética y política.
La tecnología para proteger a millones de mexicanos ya está aquí. La pregunta que queda en el aire no es si podemos, sino si elegiremos hacerlo. Dejar a la mayor parte de la población en la indefensión ante un riesgo tan previsible no es una opción. Modernizar la alerta sísmica en México es una deuda pendiente, una responsabilidad ineludible con la seguridad y el futuro de la nación.

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Fuente: Seismic AI, modificado por Mariel Gadaleta
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