Andrea Alfonzo-Larrain, caraqueña con base creativa en Miami, ha convertido su mezcla de método y sensibilidad en una firma propia de dirección de arte. Su identidad se nutre de una doble raíz: la formación estratégica de la publicidad y relaciones públicas, y el rigor del craft pulido en escuela creativa. Ese cruce se nota en cómo piensa: no ejecuta piezas sueltas, construye campañas con lógica, tono y consistencia.

Su trayectoria académica ordena esa mirada. En The University of Tampa entendió el porqué de las marcas: cómo comunican, qué prometen, dónde fallan. En Miami Ad School, ya en el terreno de dirección de arte, convirtió esa base en criterio visual, capacidad de liderazgo y dominio del proceso, desde el concepto hasta la entrega final. A ese núcleo le sumó herramientas: Adobe, Figma, entornos de productividad, y curiosidad por la IA generativa. Las certificaciones en fotografía de moda, editorial, motion design, teoría del color y prompts no son adornos; son pistas de su versatilidad y de su gusto por tocar cada etapa del flujo creativo.

Andrea Alfonzo-Larrain: ojo estratégico, pulso creativo

El salto a la agencia vino con GUT, una casa creativa exigente y reconocida. Allí Andrea se fogueó al ritmo de campañas con pulso cultural para marcas como Popeyes, Coca-Cola y Google. Entre sesiones creativas diarias y ejecuciones para digital, social y OOH, templó la rapidez para resolver y la precisión para editar. Esa etapa la confirmó como una directora de arte que entiende cómo una idea se defiende en diferentes formatos sin perder el hilo.

En Sinclair Broadcast Group afinó otra fortaleza: convertir conceptos en sistemas. Trabajando en dupla con copywriters desde el brief, empujó ideas de impacto —incluida publicidad para T-Mobile— y lideró rebrandings y paquetes de plantillas que ordenaron la producción y elevaron la consistencia visual. No es solo estética; es método aplicado a equipos, calendarios y entregables, con eficiencia sin sacrificar carácter.

Antes, en la USL, aprendió a hacer que la gráfica dialogue con una estrategia mayor: plantillas multiplataforma, piezas para digital y social, ritmo de contenido. En Paradise sumó el ángulo de gestión: métricas, presupuestos, briefs claros y relación con cliente. Son cimientos que hoy sostienen su claridad al presentar y su capacidad para llevar una idea del insight a la ejecución sin tropiezos.

En paralelo, desde 2018 dirige I AM Branding, donde coordina con redactores, diseñadores, estrategas y fotógrafos para garantizar coherencia del primer boceto a la salida final. Desarrolla identidades, empaques y contenido —incluido motion— adaptando el estilo al tono de cada marca. Ese frente emprendedor redondea su perfil: creatividad con visión de negocio.

En suma, la ruta de Andrea combina cabeza estratégica, ojo entrenado y rigor operativo. Lo que la distingue es cómo convierte la valentía creativa en sistema: campañas con identidad, marcas con toolkit, ideas que viajan sin perder sentido. Desde GUT hasta Sinclair y sus proyectos propios, ha demostrado que puede liderar y ejecutar con criterio y lo mejor es que su curva todavía apunta hacia arriba.



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