Caminar por Cartagena de Indias es como entrar en un sueño caribeño. Las fachadas de colores vibrantes, los balcones de madera cubiertos de buganvillas y el sonido de las olas rompiendo contra las murallas centenarias componen una postal inolvidable. Pero más allá de su belleza superficial, la ciudad es un fascinante y vivo laboratorio de arquitectura, un lugar donde el pasado y el presente no luchan, sino que conversan en cada esquina.

Cada calle, plaza y fachada ofrece una lección magistral sobre cómo un patrimonio histórico tan rico puede dialogar con intervenciones contemporáneas cuidadosamente pensadas. No es una ciudad congelada en el tiempo, sino un organismo que evoluciona, respira y se reinventa constantemente.

Esta es una guía para entender esa conversación arquitectónica, un recorrido para descubrir qué ver en Cartagena con una mirada más profunda. A través de tres escalas de intervención distintas, revelaremos cómo la ciudad amurallada preserva su alma mientras abraza el siglo XXI.

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El arte de la conversación: cómo el pasado y el presente coexisten en Cartagena

El gran desafío de cualquier ciudad patrimonio es cómo crecer y adaptarse a las necesidades modernas sin convertirse en un mero parque temático de su propio pasado. La respuesta de Cartagena ha sido la de fomentar una arquitectura que respeta, pero no teme proponer. Se trata de añadir nuevas capas a la historia, no de borrarlas.

Esta filosofía se manifiesta en tres enfoques o escalas complementarias que definen el paisaje urbano actual: la conservación íntima a escala doméstica, la reinterpretación cultural a escala boutique y la reutilización urbana a gran escala. Juntas, tejen la compleja y fascinante identidad arquitectónica de la ciudad.

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Tres escalas, un mismo tejido urbano: un recorrido por la Cartagena del siglo XXI

1. La escala doméstica: la casa colonial como santuario contemporáneo

En la escala más íntima, el objetivo es preservar el alma y la experiencia espacial de la tradicional casa colonial cartagenera. La conservación aquí es un acto de respeto por la vida cotidiana de antaño.

El elemento central de esta arquitectura es el patio. Lejos de ser un simple jardín, el patio es el eje que articula toda la vivienda. Patios, balcones y corredores abiertos conectan las habitaciones, creando una ventilación cruzada esencial para el clima caribeño y ofreciendo vistas interiores que priorizan la calma y la privacidad sobre la espectacularidad exterior.

Esta filosofía se puede vivir en muchos de los hoteles boutique en Cartagena que han sido meticulosamente restaurados. En ellos, se conserva la escala doméstica y el detalle artesanal en los arcos de medio punto, los suelos de baldosas originales y las elaboradas carpinterías de madera. Estos elementos históricos se combinan de forma magistral con mobiliario de diseño contemporáneo y comodidades modernas, logrando una atmósfera que se siente a la vez auténtica y lujosamente habitable. Son espacios que, con un número limitado de habitaciones, potencian la sensación de estar en una casa restaurada y vivida, no en un hotel genérico.

2. La micro-intervención: el hotel galería como nuevo centro cultural

Esta segunda escala va un paso más allá de la conservación. Se trata de rehabilitar un inmueble histórico para inyectarle un nuevo programa cultural y social que lo resignifique. La arquitectura se convierte en un contenedor de nuevas experiencias.

Un recurso recurrente y brillante en Cartagena es el uso de la azotea. En una ciudad con una silueta histórica tan definida, las azoteas se transforman en elementos sociales vibrantes —bares, piscinas, miradores— que permiten disfrutar de vistas espectaculares de las cúpulas de las iglesias y de la brisa del mar sin alterar el perfil de la ciudad.

Podemos encontrar este enfoque en casas urbanas convertidas en audaces hoteles de arte. Con apenas un puñado de habitaciones, estos lugares apuestan por la intimidad, pero transforman sus espacios comunes. Un lobby puede funcionar como un club de jazz por la noche, y la ya mencionada azotea se convierte en el epicentro de la vida social. La restauración de edificios históricos aquí se traduce en capas: se respeta la estructura original, se reinterpretan los interiores con arte y diseño, y se incorporan programas culturales que le dan un nuevo pulso al edificio.

3. La reutilización urbana: la restauración de La Serrezuela, memoria y futuro

Esta es la intervención a gran escala, donde una estructura icónica de la ciudad se transforma por completo para devolverle un nuevo uso monumental a la comunidad. Es un caso paradigmático de lo que en arquitectura se conoce como «reutilización adaptativa».

El ejemplo más espectacular de esto en Cartagena es La Serrezuela. Inaugurada originalmente en 1893 como una plaza de eventos sociales, a lo largo de su más de un siglo de historia fue plaza de toros y un famoso circo-teatro, un lugar grabado en la memoria colectiva de los cartageneros. Tras años de abandono, un ambicioso proyecto le devolvió la vida.

El proceso de restauración, que culminó con su reapertura en 2019, es un triunfo de la ingeniería y el diseño. Se conservó la impresionante volumetría circular y la estructura de madera originales, pero se integraron elementos contemporáneos para albergar nuevas funciones. Hoy, La Serrezuela ha regresado a la ciudad como una espectacular ágora interior, un espacio híbrido que articula comercio de lujo, una variada oferta gastronómica y eventos culturales. Es un edificio que respeta la memoria, pero que opera con los códigos arquitectónicos del presente, convirtiéndose en un punto de encuentro vital en el corazón de la ciudad.

Cartagena, una lección de arquitectura en cada esquina

Estos tres enfoques —la conservación íntima de la casa colonial, la reinterpretación cultural del hotel boutique y la reutilización monumental de un ícono urbano— demuestran que el tejido arquitectónico de Cartagena es rico, complejo y está más vivo que nunca.

La ciudad no está fosilizada en su pasado glorioso. Es un lugar que teje inteligentemente su historia en su presente, creando un paisaje cultural que evoluciona y sorprende. La próxima vez que camines por sus calles, mira más allá de los colores de las fachadas. Intenta leer las capas, descubre las conversaciones silenciosas entre los siglos y los materiales. Encontrarás que cada edificio tiene una historia que contar, no solo sobre lo que fue, sino sobre lo que Cartagena, con audacia y respeto, elige ser hoy.

Es decir, si vas a Cartagena, tienes múltiples opciones para ver y disfrutar en esta hermosa ciudad, y nosotras, en Kena, siempre te daremos ideas interesantes para hacer un viaje inolvidable, lleno de cultura, historia y buenos momentos. Si ya has ido, comenta que más agregarías para cerrar con broche de oro este magnífico viaje.

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Fuente: NuestraCartagena, modificado por Mariel Gadaleta 


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