El embarazo transforma el cuerpo de la mujer en muchos sentidos, pero también puede incrementar la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV). Según datos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, el ACV durante el embarazo y el posparto, aunque poco frecuente, es una de las principales causas de muerte materna en países desarrollados.

Esta vulnerabilidad se debe a varios factores: los cambios hormonales, el aumento de la coagulación sanguínea para evitar hemorragias y la presión arterial elevada que puede presentarse durante el embarazo.

Complicaciones comunes

Entre las complicaciones que elevan el riesgo de ACV están la preeclampsia, la hipertensión gestacional y la diabetes gestacional. La preeclampsia, en particular, afecta a aproximadamente el 5-8% de las embarazadas y aumenta la probabilidad de sufrir un ACV hasta en cinco veces.

Además, las mujeres con antecedentes de migraña, obesidad o trastornos autoinmunes también enfrentan un riesgo mayor durante la gestación. La combinación de estas condiciones requiere un monitoreo estricto y atención médica constante para evitar desenlaces graves.

Prevención y cuidado

Para minimizar el riesgo de ACV durante el embarazo, es fundamental un control prenatal riguroso. El monitoreo de la presión arterial, la dieta balanceada, la actividad física moderada y el manejo del estrés son pilares fundamentales.

Las especialistas recomiendan que las mujeres con factores de riesgo se sometan a evaluaciones neurológicas periódicas y reciban asesoría personalizada. El diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno pueden salvar vidas y prevenir discapacidades a largo plazo.


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