
Llegas a una etapa de tu vida en la que, en teoría, lo tienes todo bajo control. Has construido una carrera, quizás has formado una familia, has cumplido con las expectativas. Sin embargo, en la quietud de la noche o en medio del ajetreo del día a día, aparece una pregunta persistente, un susurro en el alma: «¿Y esto es todo?». Sientes un vacío, una sensación de que algo fundamental falta, pero no sabes exactamente qué es.
Si te sientes así, no estás sola. Esta sensación de estar perdida o desconectada es increíblemente común, especialmente en las mujeres adultas. A menudo, hemos pasado años cuidando de otros, cumpliendo con responsabilidades y poniendo nuestras propias pasiones en un segundo plano. Ese susurro que escuchas no es una señal de que algo anda mal; al contrario, es una hermosa invitación de tu ser más auténtico para reconectar con tu pasión y encontrar tu propósito en la vida.
El propósito no es un destino mágico que descubres un día por casualidad. Es un camino que se construye, una brújula interior que se calibra a través de la introspección y la acción. Esta guía es un mapa compasivo y práctico, con ejercicios y estrategias para ayudarte a empezar ese emocionante viaje de autodescubrimiento.
¿Propósito o pasión? Entendiendo la diferencia y por qué necesitas ambos
A menudo usamos estos dos términos como sinónimos, pero entender su diferencia es clave para iniciar la búsqueda.
- La pasión es el «QUÉ». Es la chispa, el fuego. Es aquello que te enciende, que te absorbe por completo y te hace perder la noción del tiempo. Puede ser pintar, programar, cuidar de tu jardín, organizar eventos, investigar sobre un tema que te fascina o bailar. La pasión es la actividad que amas hacer, la que te llena de energía.
- El propósito es el «PORQUÉ». Es la dirección, el sentido. Es cómo utilizas tus pasiones y talentos para servir a algo más grande que tú. Es tu contribución única al mundo. Si tu pasión es cocinar, tu propósito podría ser nutrir a tu familia, crear una comunidad a través de la comida o enseñar a otros a comer de forma saludable.
La sinergia es poderosa: la pasión es el combustible y el propósito es el mapa. Una pasión sin propósito puede llevarte a un disfrute momentáneo pero vacío a largo plazo. Un propósito sin pasión puede sentirse como una obligación y llevarte al burnout. Para vivir una vida con propósito, necesitas ambos.
El Kit de herramientas para el autodescubrimiento: 4 ejercicios prácticos
Encontrar tu propósito en la vida no es un ejercicio puramente mental; requiere que te conviertas en una detective de tu propia alma. Aquí tienes cuatro herramientas para empezar a buscar pistas.
1. El arqueólogo de la curiosidad (mira a tu pasado)
Tus pasiones infantiles y juveniles son como fósiles de tu yo más auténtico, enterrados bajo capas de «deberías» y responsabilidades.
- Ejercicio: Toma un cuaderno y dedica 20 minutos a responder estas preguntas sin filtro:
- ¿Qué amabas hacer cuando tenías 10 años, antes de que te preocupara la opinión de los demás?
- ¿Sobre qué temas podías hablar durante horas?
- ¿Qué hobbies o actividades te hacían sentir viva y llena de energía?
- Si el dinero no fuera un problema, ¿a qué dedicarías un sábado entero? El objetivo es desenterrar esos intereses genuinos que quizás has olvidado.
2. El detective de la energía (naaliza tu presente)
Tu energía diaria es un barómetro infalible de lo que está alineado contigo y lo que no.
- Durante una semana, lleva un «Diario de Energía». Al final de cada día, haz dos columnas: «Me dio energía» y «Me quitó energía». Anota las actividades, conversaciones y momentos específicos de tu día en la columna correspondiente. Sé detallada. Quizás «trabajar» te quitó energía en general, pero esa reunión de brainstorming creativo te la dio. Este ejercicio te dará una radiografía clara de lo que te nutre y lo que te drena en tu vida actual.
3. El test del «Ikigai» simplificado (conecta los puntos)
«Ikigai» es un concepto japonés que se traduce como «razón de ser». Este ejercicio te ayuda a encontrar la intersección entre lo que amas y lo que el mundo necesita.
- Dibuja cuatro círculos grandes que se superpongan en el centro. Etiqueta cada uno:
- Lo que AMO. (Tus pasiones, lo que harías gratis).
- En lo que soy BUENA. (Tus talentos y habilidades, naturales o adquiridas).
- Lo que el MUNDO NECESITA. (Un problema que te gustaría resolver, una causa que te mueve).
- Por lo que me PUEDEN PAGAR. (Habilidades que tienen valor en el mercado). Empieza a llenar cada círculo con ideas. El punto mágico donde los cuatro se cruzan es un indicador potentísimo de tu propósito.
4. La experimentación activa (actúa en pequeño)
El propósito no se revela en un momento de epifanía mientras meditas; se clarifica a través de la acción.
- Elige una de las pistas que descubriste en los ejercicios anteriores y crea un «mini-proyecto» de bajo riesgo. No tienes que renunciar a tu trabajo ni hacer un cambio drástico.
- Si descubriste que amas la escritura, abre un blog anónimo y comprométete a escribir un post a la semana.
- Si te diste cuenta de que te apasiona ayudar a otros a organizarse, ofrécete a ayudar a una amiga a ordenar su clóset un fin de semana.
- Si te atrae la cerámica, inscríbete a un taller de un solo día. La acción te dará feedback real. ¿Lo disfrutaste tanto como pensabas? ¿Qué parte te gustó más? La claridad viene del hacer, no solo del pensar.
Superando los obstáculos en el camino
En esta búsqueda, especialmente para las mujeres, suelen aparecer tres grandes monstruos:
- El miedo. Al fracaso, al qué dirán, a no ser lo suficientemente buena. Antídoto: La experimentación en pequeño. Da pasitos de bebé, en privado si es necesario, para construir confianza.
- La culpa. «No tengo tiempo para estas cosas», «Debería estar dedicando este tiempo a mi familia/trabajo». Antídoto: Reencuadra la búsqueda. Invertir en tu propia felicidad y plenitud no es egoísta; te convierte en una mejor madre, pareja, amiga y profesional.
- El perfeccionismo. La creencia de que si no puedes hacerlo perfectamente desde el principio, es mejor no empezar. Antídoto: Adopta el lema «hecho es mejor que perfecto». El objetivo de esta fase es la exploración, no la maestría.
Un viaje continuo, no un destino final
Encontrar tu propósito en la vida no es una meta que se cruza una vez y se acaba. Es un viaje de evolución continua. Tu propósito a los 30 puede ser diferente de tu propósito a los 50, y eso es perfectamente normal y hermoso.
Lo importante es iniciar la búsqueda, hacerte las preguntas correctas y darte el permiso de explorar. Este es uno de los actos de amor propio más profundos que puedes realizar. Es la declaración valiente de que tu alegría, tu curiosidad y tu contribución única al mundo importan. ¿Estás lista para comenzar la aventura?
Fotos Freepik
Mira este post: Mejora tus problemas de vista liberando emociones
Síguenos en redes sociales como @KENArevista: