La Generación Z está inmersa en una profunda revolución afectiva y sexual que está desafiando el paradigma romántico tradicional en el mundo. Esta cohorte de jóvenes, nativos digitales y moldeados por la hiperconectividad, está poniendo en jaque el concepto de la exclusividad sexoafectiva y reescribiendo las reglas del amor. El cambio no es superficial; se trata de una reevaluación fundamental de lo que significa comprometerse y construir intimidad.
De acuerdo con el estudio sobre “No Monogamia en Latinoamérica”, realizado por Gleeden —la app de citas de relaciones no monógamas líder en Latinoamérica, pensada por y para mujeres— el 83% de las personas en la región considera que los menores de 25 años tienen una mayor apertura hacia la diversidad relacional. Más allá de las fronteras geográficas, existe una creencia generalizada de que, en el futuro cercano, no habrá una única práctica sexoafectiva predominante, sino un abanico de posibilidades aceptadas socialmente.
Históricamente, la monogamia ha sido el único modelo de relación validado social y legalmente, promovido como el ideal de plenitud. Sin embargo, esta nueva Generación Z está demostrando una mentalidad notablemente más abierta y progresista que sus predecesores. Las encuestas confirman esta tendencia en diversos países, siendo el caso de México particularmente revelador.
¿Anarquía relacional?
El estudio arrojó que hasta el 59% de los jóvenes mexicanos de la Generación Z están dispuestos a considerar una relación no monógama, ya sea una relación abierta, el poliamor o explorando conceptos como la anarquía relacional. Este porcentaje subraya un cambio cultural significativo que trasciende lo local y se alinea con una tendencia global de rechazo a las imposiciones sociales rígidas.
El auge de la no monogamia no es una moda pasajera, sino el reflejo de una serie de factores sociales y culturales que han influido en la formación de la Generación Z. Esta generación ha crecido con acceso ilimitado a la información y una conciencia social elevada, lo que les permite cuestionar las estructuras heredadas.

Rechazo al constructo social rígido
Existe un escepticismo creciente sobre la idea de que la monogamia sea un estado «natural» o el único camino hacia la plenitud. Los jóvenes perciben el modelo tradicional como un constructo social limitante que no logra satisfacer la diversidad de deseos y necesidades humanas, tanto sexuales como afectivas. Ven la no monogamia como una forma de amor libre que es más honesta con la complejidad emocional del ser humano.

Influencia de la tecnología y la información
El acceso a internet y las redes sociales ha expuesto a esta generación a una vasta gama de estilos de vida y filosofías relacionales de todo el mundo. El conocimiento sobre el poliamor, las relaciones abiertas o el swinging se ha normalizado. Aplicaciones especializadas, como Gleeden, han facilitado la comunicación y la conexión con personas que también buscan alternativas no monógamas, desterrando el sentimiento de ser una minoría aislada.
Para la Generación Z, la libertad no debe ser mutuamente excluyente del amor o el compromiso. Los modelos no monógamos exigen negociaciones claras sobre límites, deseos y expectativas, promoviendo una intimidad basada en la transparencia radical y el consentimiento, a diferencia de la «monogamia por defecto» que a menudo presupone la exclusividad sin una conversación explícita. La comunicación se convierte en el pilar ético de estos nuevos vínculos.

Empoderamiento femenino
Es particularmente relevante el papel de las mujeres en este movimiento de diversidad relacional. Las usuarias de las plataformas de citas especializadas sugieren que las mujeres jóvenes están liderando el cambio hacia la no monogamia, desmantelando roles de género tradicionales que históricamente han reprimido la sexualidad femenina. Para ellas, explorar la no monogamia es a menudo un acto de empoderamiento femenino y una forma de reclamar la autonomía sobre su cuerpo y sus afectos, sin el estigma de la infidelidad o la doble moral.
El movimiento no monógamo en la Generación Z se manifiesta en distintas formas y niveles de compromiso. Las relaciones abiertas y el poliamor son los modelos más explorados, permitiendo la conexión sexoafectiva o solo sexual con terceros bajo acuerdos de transparencia.
Otros incluso se inclinan por la anarquía relacional, que rechaza toda jerarquía preestablecida entre los vínculos, otorgándoles el valor que cada persona decida, poniendo las amistades y las relaciones románticas en un mismo plano de importancia emocional.
Silvia Rubies, directora de comunicación de Gleeden Latam, señala que “si bien la monogamia sigue siendo la estructura dominante en gran parte del mundo, esta nueva apertura en los jóvenes está sentando las bases para una diversidad relacional mucho más aceptada en el futuro. Sobre todo, los que están ahora en sus 25 años, se han inscrito más en las apps buscando diversos tipos de vínculos afectivos que se adapten mejor a sus vidas complejas y fluidas”. La clave es la adaptación.
El cambio no se limita a las prácticas sexuales; es una transformación del concepto de intimidad y exclusividad en sí mismo. La Generación Z no busca eliminar el amor, sino liberarlo de las ataduras culturales que lo han limitado.
Al priorizar la comunicación honesta y el consentimiento, estos jóvenes están construyendo un futuro donde las relaciones serán, ante todo, un reflejo de los deseos individuales y no de las expectativas sociales. Este es el verdadero legado de la Generación Z: la normalización de la diversidad relacional como un derecho humano y afectivo.

Fuente: Gleeden Latam, modificada por Mariel Gadaleta
Fotos Freepik
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