Cuando pensamos en las complicaciones de la diabetes, nuestra mente suele viajar hacia órganos como el corazón, los riñones o los ojos. Sin embargo, existe una conexión menos conocida pero cada vez más documentada que representa una amenaza silenciosa para la calidad de vida de millones: la relación entre la diabetes y la pérdida auditiva (hipoacusia).
La pérdida de audición a menudo se subestima, se atribuye erróneamente al envejecimiento natural o, peor aún, se detecta demasiado tarde. Pero para una parte significativa de la población, el daño podría estar originándose en los niveles de glucosa en la sangre.
En México, donde la diabetes se ha convertido en un problema de salud pública de primer orden, es crucial entender esta conexión. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), cerca de 14.6 millones de personas (el 18.3% de la población) viven con esta enfermedad. Para todas ellas, cuidar su audición no es una opción, es una necesidad. Este artículo explora cómo la diabetes puede dañar tus oídos y qué puedes hacer para proteger uno de tus sentidos más preciados.
El mecanismo del daño: ¿Cómo afecta el azúcar a tus oídos?
Para entender la conexión, primero hay que apreciar la delicadeza de nuestro sistema auditivo. El oído interno es una estructura increíblemente compleja, llena de diminutos vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas que trabajan en perfecta armonía para convertir las vibraciones sonoras en señales que el cerebro puede interpretar. Este sistema es extremadamente sensible al flujo sanguíneo y al equilibrio neurológico, dos áreas que la diabetes descontrolada puede afectar gravemente.
El daño se produce a través de un doble ataque relacionado con los niveles de glucosa:
- Hiperglucemia (niveles altos de azúcar).Cuando los niveles de azúcar en la sangre se mantienen elevados de forma crónica, dañan las paredes de los pequeños vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Este daño, conocido como microangiopatía diabética, afecta también a los delicados capilares que suministran sangre y oxígeno al oído interno. Sin un flujo sanguíneo adecuado, las células sensoriales del oído pueden deteriorarse y morir, provocando una pérdida auditiva gradual e irreversible.
- Hipoglucemia (niveles bajos de azúcar).Por otro lado, los niveles bajos de glucosa también pueden ser perjudiciales. El cerebro y el sistema nervioso dependen de un suministro constante de glucosa para funcionar. Una caída brusca puede alterar la forma en que se transmiten los impulsos nerviosos desde el oído hasta el cerebro, comprometiendo la claridad con la que se procesan los sonidos.
El resultado más común de este daño es la hipoacusia neurosensorial, la forma más frecuente de pérdida auditiva permanente, causada por el deterioro del oído interno o del nervio auditivo.
Una amenaza silenciosa: ¿Quién está en riesgo y cuáles son las señales?
Una de las características más peligrosas de la pérdida auditiva asociada a la diabetes es que suele desarrollarse de manera lenta y silenciosa, lo que dificulta enormemente su detección temprana.
Aunque los adultos mayores son la población más vulnerable —ya que los efectos del envejecimiento natural se suman al daño acumulado por la diabetes—, los jóvenes no están exentos. Una persona joven con un mal control de su diabetes puede empezar a desarrollar problemas auditivos mucho antes de lo esperado.
Dado que el proceso es gradual, es fundamental estar atento a las señales de alerta. El Dr. Fernando Díaz, médico especialista en salud auditiva, destaca los síntomas más comunes:
- Dificultad para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos como un restaurante o una reunión familiar.
- Necesidad de subir el volumen de la televisión, la radio o el teléfono de forma constante.
- Aparición de zumbidos en los oídos (tinnitus).
- Sensación de mareo, náuseas o problemas de equilibrio, ya que el oído interno también regula esta función.
- Dolores de cabeza frecuentes.
«El oído es altamente sensible al flujo sanguíneo. Cuando este se ve comprometido, como ocurre con frecuencia en personas con diabetes, el oído interno puede comenzar a deteriorarse sin generar síntomas evidentes», explica el Dr. Díaz.
Prevención y detección temprana: tu plan de acción
La buena noticia es que, aunque el daño puede ser irreversible, la prevención y la detección temprana pueden marcar una enorme diferencia.
1. El control de la diabetes es la clave. La estrategia de prevención más importante es un manejo riguroso de la diabetes. Mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los rangos recomendados por tu médico a través de la dieta, el ejercicio y la medicación es la mejor forma de proteger los vasos sanguíneos y los nervios de todo tu cuerpo, incluyendo los del oído.
2. Monitoreo auditivo regular.Así como te revisas la vista o la función renal, tu audición debe formar parte de tu chequeo de salud integral. Expertos en audición recomiendan:
- Realizar estudios audiológicos periódicos (audiometrías), especialmente a partir de los 50 años o si ya tienes un diagnóstico de diabetes.
- Consultar a un especialista (audiólogo u otorrinolaringólogo) ante el primer cambio que notes en tu capacidad auditiva.
- No subestimar molestias leves como un zumbido intermitente o una ligera dificultad para oír. Podrían ser el inicio de una pérdida progresiva.
3. Revisa tu medicación. Es importante saber que algunos medicamentos utilizados para tratar la diabetes u otras condiciones asociadas pueden tener efectos secundarios que afectan la audición (ototoxicidad). Habla siempre con tu médico sobre los posibles riesgos de tu medicación y nunca te automediques.
Soluciones modernas: cuando la pérdida auditiva ya está presente
Si ya se ha diagnosticado una pérdida auditiva, es crucial saber que no es el final del camino. La tecnología auditiva ha avanzado de forma espectacular en los últimos años, ofreciendo un abanico de soluciones que pueden restaurar la capacidad de oír y mejorar drásticamente la calidad de vida.
Dependiendo del tipo y grado de la pérdida, las opciones van desde audífonos modernos y discretos hasta tecnologías de implantes más avanzadas para casos severos, como:
- Implantes cocleares. Que estimulan directamente el nervio auditivo.
- Implantes de conducción ósea.Que transmiten el sonido a través del hueso.
- Implantes de oído medio y de tallo cerebral. Para casos más complejos.
Todas estas tecnologías están disponibles y aprobadas en México, y un especialista puede determinar cuál es la más adecuada para cada paciente.
Escucha a tu cuerpo, protege tu conexión con el mundo
Manejar la diabetes exige un enfoque de 360 grados sobre nuestra salud. A la lista de cuidados del corazón, los riñones y los ojos, debemos añadir, con la misma importancia, la salud auditiva.
Controlar tus niveles de glucosa, realizar chequeos auditivos regulares y actuar rápidamente ante la primera señal de alerta son los pilares para proteger tu audición. Cuidar tus oídos es cuidar tu conexión con tus seres queridos, con la música, con la naturaleza y con el mundo que te rodea. Al prestar atención a esta conexión silenciosa entre la diabetes y la pérdida auditiva, estás tomando un paso fundamental para preservar tu calidad de vida a largo plazo.
Finalmente, te regalo un aprendizaje con un caso de perdida auditiva de un conocido. Al enterarse que empieza a padecer de esta patología, no tuvo indicios de sordera alguna, sin embargo, con el paso de los años, se le fueron sumando síntomas y entre ellas, la perdida de audición. ¿Qué hizo? Contó todo a su médico tratante y hoy día, ha tenido todas las herramientas a mano para recuerar la audición. En definitiva, siempre es bueno consultar a tiempo y tener buena relación con tus médicos.















