El pasado 23 de julio tuve el enorme honor de ser padrino de la obra Dios Ama, Dios Perdona, en la tercera temporada del Teatro Contrarreloj, ubicado en la colonia Escandón, en la Ciudad de México. La invitación llegó de mi querido amigo y talentoso director Rodrigo Verástegui, con quien comparto una amistad entrañable y varias experiencias escénicas; me ha dirigido en algunas puestas previas y, cuando me propuso apadrinar esta obra, no lo dudé ni un segundo.

Teatro de cortos: emoción al instante

Dios Ama, Dios Perdona es una pieza de apenas 15 minutos que forma parte de un concepto de obras cortas, inmersivas e interactivas, donde el público se involucra de forma directa, rompiendo la cuarta pared y viviendo el teatro de manera cercana y personal. Este tipo de experiencias está ganando popularidad a nivel internacional: en Nueva York y Londres, por ejemplo, la compañía Punchdrunk revolucionó el formato con Sleep No More, una obra en la que los espectadores recorren un hotel siguiendo distintas escenas de Macbeth a su propio ritmo, usando máscaras y eligiendo qué historia seguir. En Australia, A Midnight Visit permite explorar espacios inspirados en Edgar Allan Poe, con ambientes multisensoriales, danza y momentos circenses; mientras que, en Shanghái, el éxito de este estilo ha generado toda una ola de producciones inmersivas que mezclan juego, historia y participación activa del público.

La propuesta del Teatro Contrarreloj comparte esta misma filosofía de cercanía e interacción, adaptada a nuestra cultura e identidad. En esta temporada, todas las obras giran en torno al amor y al sexo, ofreciendo un recorrido emocional que va de la risa a la reflexión.

Temporada teatral: obras incluidas

La historia que apadriné transcurre en un convento durante la época cristera, lo que le agrega un trasfondo histórico muy enriquecedor. Además de esta, tuve la oportunidad de disfrutar otras cuatro de las seis obras que integran la temporada:

  • Catrina Secrets, con una catrina trans muy divertida que hace reír muchísimo al público.
  • #LadyTransparencias, la historia de una novia muy tramposa para lograr sus objetivos.
  • Diez años abajo, un monólogo de una mujer empoderada que se redescubre a sí misma a través de los ojos de un hombre más joven.
  • Fruto Prohibido, un amorío con un desenlace sorprendente que dejó sin palabras a todos.

Temporada Contrarreloj: un éxito con Lupita Jones

La temporada contó además con Lupita Jones como madrina, cuya energía positiva siempre ilumina cualquier proyecto. El éxito de este tipo de experiencias se debe no sólo a la calidad artística, sino también a la cercanía con el público, que convierte cada función en una vivencia única y sumamente disfrutable.

Emmanuel Dupres, director del concepto, resume muy bien la esencia de Teatro Contrarreloj: “además de hacerte vivir las historias, acaba siendo una forma de disfrutar el teatro de forma ligera y dinámica, gracias a la corta duración de las obras y a la manera en que vas cambiando de sala y perspectiva”.

Salir de la función me dejó con la certeza de que el teatro puede renovarse sin perder su magia. Me siento profundamente agradecido con Rodrigo y con todo el equipo del Teatro Contrarreloj por invitarme a ser parte de esta temporada que celebra la creatividad y la fuerza del teatro en formatos distintos, íntimos y emocionantes, como ya sucede en otras capitales culturales del mundo.

Más allá del telón: la revolución del teatro inmersivo

El ritual es conocido: entramos en una sala oscura, nos sentamos en una butaca y guardamos silencio mientras, a lo lejos, un escenario se ilumina. Durante siglos, una «cuarta pared» invisible ha separado a los actores de los espectadores, estableciendo una frontera clara entre la ficción y la realidad. Pero hoy, esa pared se está derrumbando. Una revolución silenciosa pero poderosa está redefiniendo la experiencia escénica: el teatro inmersivo.

Este formato, que va mucho más allá de la simple participación del público, propone una inmersión total. Ya no eres un espectador pasivo, sino un explorador, un testigo presencial e incluso, a veces, un personaje más dentro de la narrativa. No observas la historia; la habitas. Esta tendencia global, con epicentros en ciudades como Nueva York, Londres y Shanghái, está encontrando en México un terreno fértil para florecer en propuestas innovadoras y adaptadas a nuestra propia cultura.

La pregunta es, ¿por qué nos atrae tanto esta forma de arte?

La respuesta reside en la psicología del espectador moderno. En un mundo saturado de contenido digital pasivo y experiencias mediadas por una pantalla, el teatro inmersivo ofrece algo que anhelamos profundamente: agencia y autenticidad. Producciones monumentales como Sleep No More le entregan al público el poder de elegir. La libertad de decidir a qué personaje seguir o qué habitación explorar convierte una narrativa única en un millón de experiencias personales e irrepetibles. Tu viaje es solo tuyo, moldeado por tu curiosidad y tus decisiones.

Además, estas propuestas atacan todos nuestros sentidos. No se limitan a lo visual y lo auditivo; incorporan olores, texturas y una proximidad física que resulta visceral. La energía de un actor interpretando una escena a centímetros de ti, sin la distancia protectora del escenario, genera una conexión emocional mucho más intensa y memorable. Es la diferencia entre ver una película sobre una tormenta y sentir las gotas de lluvia en tu piel.

Esta filosofía inmersiva no solo vive en producciones de gran escala. Ha sido la chispa que ha revitalizado formatos más íntimos, como el teatro en corto o de microteatro, que prosperan en la Ciudad de México. Propuestas como las del Teatro Contrarreloj demuestran que la inmersión no depende del tamaño del presupuesto, sino de la cercanía. Al presentar obras de 15 minutos en espacios reducidos, el público no tiene más remedio que sentirse parte de la escena. La corta duración, además, hace que el teatro sea más accesible y dinámico, adaptándose al ritmo de vida contemporáneo y permitiendo al espectador disfrutar de varias historias en una sola noche.

Revolución del teatro inmersivo

En última instancia, la revolución del teatro inmersivo es una respuesta a nuestra búsqueda de experiencias reales en un mundo cada vez más virtual. Es un recordatorio de que la magia más pura del teatro no está en los efectos especiales, sino en la conexión humana, en el aquí y el ahora. Es la prueba fehaciente de que, para seguir siendo relevante, el arte escénico no necesita competir con el cine o el streaming, solo necesita hacer lo que siempre ha hecho mejor: reunirnos en un espacio compartido para contarnos una historia que nos haga sentir vivos.

Si tienen oportunidad, no se la pierdan. Es una experiencia que transforma la manera de vivir el teatro.

Teatro Contrarreloj: Calle Gral. Francisco Murguía, 1a sección 78, Escandón I Secc, Miguel Hidalgo, 11800 Ciudad de México, CDMX.

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