La banda sonora de nuestra juventud está hecha de momentos inolvidables: el rugido de la multitud en un concierto, la inmersión total en el universo de un videojuego, la canción perfecta sonando en nuestros auriculares mientras caminamos por la ciudad. Pero esta exposición constante a sonidos de alta intensidad, que hemos normalizado como parte del entretenimiento, está generando una crisis de salud pública que avanza en silencio: la pérdida de audición en jóvenes.

Lejos de ser un padecimiento exclusivo de los adultos mayores, la hipoacusia (la disminución de la capacidad de oír) está afectando a personas cada vez más jóvenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha lanzado una advertencia contundente: aproximadamente 1.1 mil millones de personas de entre 12 y 35 años están en riesgo de sufrir daños auditivos irreversibles debido a prácticas auditivas no seguras.

Esta es una guía para entender por qué está sucediendo esto, cómo reconocer las señales de alerta y, lo más importante, qué podemos hacer para proteger nuestro valioso sentido de la audición antes de que sea demasiado tarde.

Entendiendo el riesgo: decibelios, tiempo y el daño invisible

Para entender el peligro, debemos hablar de decibelios (dB), la unidad que mide la intensidad del sonido.

  • Una conversación normal se sitúa en unos 60 dB.
  • El tráfico de la ciudad puede alcanzar los 85 dB.
  • Un concierto de rock puede superar los 120 dB, llegando hasta los 140 dB.

Los expertos en salud auditiva establecen que el umbral de seguridad para una exposición prolongada es de 85 dB. Exponerse a niveles iguales o superiores durante períodos largos o repetitivos puede causar un daño irreparable en las delicadas células ciliadas del oído interno, que son las encargadas de transformar las vibraciones del sonido en señales eléctricas para el cerebro. Una vez que estas células mueren, no se regeneran.

El principal culpable de esta epidemia silenciosa no son los eventos ocasionales, sino el hábito diario. El uso prolongado de auriculares y reproductores de audio a un volumen que supera los 90 o 100 dB se ha vuelto peligrosamente común. El problema es que el daño es gradual e indoloro, por lo que muchos jóvenes subestiman las consecuencias. De hecho, según un estudio realizado por MED-EL, empresa líder en soluciones auditivas, un alarmante 31% de las personas entre 18 y 24 años nunca se han sometido a una prueba de audición, lo que revela una preocupante falta de conciencia.

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¿Estoy en riesgo? 7 síntomas de la pérdida auditiva que no debes ignorar

La hipoacusia no siempre se presenta como una sordera súbita. A menudo, comienza con señales sutiles que solemos atribuir a la distracción o al cansancio. Presta atención si tú o alguien cercano experimenta lo siguiente de forma recurrente:

  • Dificultad para comunicarse:

    • Pedir constantemente a los demás que repitan palabras o frases, especialmente en entornos con ruido de fondo.
    • Sentir que las personas «murmuran» o no hablan con claridad.
    • Dificultad para seguir conversaciones en grupo, en el aula de clases o en una reunión de amigos.
  • Síntomas físicos:

    • Zumbido en uno o ambos oídos (tinnitus): Escuchar un pitido, silbido o zumbido constante que no proviene de ninguna fuente externa. Es una de las primeras y más claras señales de daño en el sistema auditivo.
    • Dolores de cabeza frecuentes.
    • Náuseas o sensación de vértigo.
    • Secreción o incluso sangrado en el oído (esto requiere atención médica inmediata).
  • Cambios en la percepción sonora:

    • Hipersensibilidad a ciertos sonidos cotidianos que antes no molestaban.
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Las consecuencias silenciosas: más allá de no poder oír bien

La pérdida de audición en jóvenes tiene consecuencias profundas que van mucho más allá del aspecto físico.

  • Impacto emocional y social. Puede limitar gravemente la capacidad de comunicarse, generando frustración, ansiedad y un progresivo aislamiento social. Quienes la padecen pueden empezar a evitar reuniones, fiestas o actividades en grupo por la dificultad y el estrés de intentar seguir las conversaciones.
  • Impacto académico y profesional. En niños y adolescentes, un problema auditivo no diagnosticado o no tratado a tiempo puede derivar en dificultades de aprendizaje, problemas de atención y una disminución del rendimiento académico, impidiendo que desarrollen todo su potencial.

Cómo proteger tu audición: prevención y soluciones disponibles

La buena noticia es que la pérdida de audición inducida por el ruido es, en gran medida, prevenible.

Medidas de prevención:

  1. La regla del 60/60. Al usar auriculares, una buena guía es no superar el 60% del volumen máximo y no usarlos por más de 60 minutos seguidos. Dale a tus oídos descansos regulares.
  2. Usa protección auditiva. En conciertos, festivales, antros o eventos deportivos en estadios, utiliza tapones para los oídos. No son «aburridos», son una herramienta inteligente que te permite disfrutar de la música a un nivel seguro, reduciendo los decibelios dañinos sin distorsionar la calidad del sonido.
  3. Revisiones periódicas. Como destacan los especialistas en audiología, si estás expuesto con frecuencia a altos niveles de ruido, es fundamental que te realices revisiones auditivas periódicas. Estas evaluaciones permiten identificar posibles daños a tiempo y aplicar las soluciones más adecuadas.

Cuando el daño ya está hecho:

Como destaca la Dra. Dulce María García Jacuinde, médico audióloga, «es fundamental que los jóvenes comprendan que la hipoacusia no es un padecimiento exclusivo de los adultos mayores». Si se identifica un tipo de pérdida auditiva, es crucial saber que existen soluciones. Dependiendo del diagnóstico, un especialista puede recomendar audífonos para amplificar el sonido o, para casos de hipoacusia neurosensorial de severa a profunda, implantes cocleares. Empresas especializadas como MED-EL han desarrollado tecnologías de origen austriaco, por ejemplo, que pueden ayudar a restaurar la audición de forma significativa, mejorando radicalmente la calidad de vida del paciente.

El futuro de tu audición está en tus manos hoy

La salud auditiva es un pilar de nuestro bienestar que a menudo damos por sentado hasta que empieza a fallar. Bajar el volumen de tus auriculares, usar protección en un concierto y hacerte una revisión auditiva no son actos triviales; son una inversión directa en tu calidad de vida futura.

Mi consejo: no hay que esperar que el daño avance y sea irreversible. Tener un control anual, es la mejor decisión adulta que podemos tener. Esto te permitirá disfrutar mucho más tus canciones fav, conversaciones y mucho más.

Fuente: MED-EL, modidicado por Mariel Gadaleta


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