La ansiedad escolar es un fenómeno común (pero no normal) que afecta a muchos niños y adolescentes durante su trayectoria educativa.
Recién ingresó mi hija al primer grado de secundaria y llamó mucho mi atención el cuestionario que me dieron a llenar y las preguntas que eran del tipo: «¿Su hij@ sufre crisis de depresión y/o ansiedad y con qué frecuencia? ¿Qué tipo de terapia emocional recibe y con qué frecuencia? ¿Muestra señales de tristeza, apatía o intentos de causarse daño o quitarse la vida? ¿Tiene alguna conducta extrema o reacciones extremas de agresividad? ¿Sabe si tiene alguna adicción o consume algún medicamento fijo para regular su estado de ánimo?» Más o menos así las preguntas y yo -INFARTADA-, ¡estamos hablando de niños de 12-15 años promedio y es un entorno escolar, no una clínica de rehabilitación…! Pues esa es la triste realidad.
Dos años (mínimo de pandemia) de aislamiento social, de miedo constante, de estar alerta pero confinados de la vida normal como la conocíamos generó que la ansiedad escolar reporte repuntes importantes a partir de los 8 y 9 años. El origen va desde las altas expectativas de los resultados académicos de padres y maestros, la presión social presencial y las redes sociales, los exámenes, los horarios extremos, las responsabilidades diarias, la convivencia disfuncional (bullying y acoso de todo tipo) y el crecimiento ordinario.
Síntomas de la ansiedad escolar
- Síntomas Físicos: Dolores de cabeza, dolores de estómago, fatiga, sudoración excesiva y palpitaciones.
- Síntomas Emocionales: Nerviosismo, irritabilidad, tristeza, sensación de desesperanza y baja autoestima.
- Cambios en el Comportamiento: Evitación de situaciones escolares, resistencia a ir a la escuela, aislamiento social y dificultades en el rendimiento académico, cambios en patrones de hambre y de sueño.
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Sí, es verdad que cada niño es distinto y que a unos les cuesta más trabajo que a otros adaptarse a entornos y personas externas, pero también es cierto que no todos los ambientes escolares son seguros para todos los niños y eso detona un elevado nivel de estrés y ansiedad independientemente del rendimiento o desempeño del niño.
La escuela debe ser un espacio de aprendizaje, de convivencia, de crecimiento y muchas veces se vuelve un lugar en el que hay que sobrevivir.
Creerle a tus hijos y observar su conducta y su estado de ánimo es vital para detectar cambios a tiempo.
Yo siempre digo que la educación es para todos los niños, pero no todos los niños son para todas las escuelas y eso debemos determinarlo los padres más allá de si la escuela es la más cerca, la más económica, la del mejor nivel académico o la de moda… lo importante es si es o no la escuela para mi hijo.
Es muy desafortunado que la ansiedad escolar se minimiza, se confunde con resistencia «natural» del niño para ir a la escuela, o que es «floj@», o que saca esas ideas de otros amigos cuando en realidad el niño o niña tienen razones para sentirse de esa manera.
Es importante entender que la vida escolar tiene ciertos retos, algunos tienen que ver con las emociones, otras con las conductas; «niño ve, niño hace» y los niños son el reflejo de su casa en la escuela. Hay muchos niños que llegan ansiosos o tristes a clases, llegan desvelados o mal nutridos; puede ser que se sume que hay problemas familiares en casa o una pérdida familiar o una crisis económica. Nos guste o no, los niños se dan cuenta de todo y aunque no sepan de cierto qué es lo que sucede, intuyen los cambios de energía y les afecta.
No sumes presión que genere ansiedad que afecte el sentir de tus hijos a causa de la escuela, está bien que aprendan y que se esmeren en aumentar su aprendizaje, pero no a costa de su salud mental. Está padre que estrene mochila, útiles y hasta ropa y zapatos, pero lo más importante es lo que lleva tu hijo en su mochila emocional, en su corazón y pensamiento. Está bien que intente deportes nuevos o amigos nuevos pero no que ello le cause angustia o sentimientos de insuficiencia.
Los niños y las niñas, y los adolescentes si sienten y viven depresión y ansiedad, no lo fingen, y sí les afecta.
Algunas herramientas de ayuda
Comunicación abierta y apoyo emocional: en el hogar puede ayudar a expresar sus preocupaciones y miedos relacionados con la escuela. Aplica para todos los adultos responsables.
Enseñar técnicas de relajación: como la respiración profunda y la meditación, puede ayudar a reducir la ansiedad en momentos de tensión escolar.
Fomentar un ambiente de aprendizaje positivo: esto le toca a la escuela, pero va de alentar la participación activa de los estudiantes, reconocer el esfuerzo y celebrar el progreso individual y reconocer la forma de aprender de cada quien.
Todos los niños merecen tener y vivir una experiencia positiva de aprendizaje cómo sea mejor para ellos; sí, es más fácil seguir el camino de la educación tradicional y no salirse de la cajita trazada para no esforzarnos, pero nuestros hijos merecen tener lo mejor. Esfuérzate.
Un abrazo,
Karla Lara
Imagen de Freepik
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