NO puedo no escribir lo que me sigue asaltando el corazón desde que vi esta película. La Ballena (título original en inglés: The Whale), un drama psicológico dirigida por Darren Aronofsky y escrita por Samuel D. Hunter, basada en su obra del mismo nombre. Brendan Fraser le da vida a Charlie, un profesor universitario con obesidad que no sale de su casa y que vive «cargando culpas» del pasado. Los actores que lo acompañan son Sadie Sink, Hong Chau, Samantha Morton y Ty Simpkins.
“¿Por qué subiste tanto de peso?”, es la pregunta que le hace su hija a Charlie, él contesta: «perdí a una persona que amaba y eso me hizo mucho daño».. Él es un profesor de inglés que da un curso virtual y nunca prende la cámara de su computadora para evitar que sus alumnos lo vean.
Desde mi nunca humilde opinión es una historia que NO se trata de la obesidad mórbida y de sus mortales consecuencias como muchos resumen, sino de una historia de amor, en la que la obesidad es un síntoma más del verdadero padecimiento: la depresión, la culpa y la tristeza crónicas.
“Lo siento” es una de las frases más reiteradas en toda la película por el protagonista, frase que se ha vuelto tan usada y no siempre sentida. Me recordó a un cuento que leí hace muchos años y que no logro encontrar en la red para citar la fuente, pero que mencionaba cada tanto «perdone la tristeza», porque es cierto; las emociones que consideramos negativas, dan vergüenza a quien las siente y una ansiedad de «componerlas» a quien las observa. Yo creo que tanto el amor como el dolor no tienen una medida universal y que ambas pueden darte o quitarte la vida (aún en sentido figurado).
Las decisiones que vamos tomando en nuestra vida, a veces en consciencia y otras en urgencia o egoísmo siempre van a traer consecuencias, y la culpa de afectar a otros que también amamos puede ser muy difícil o imposible de superar. A veces nos infligimos auto castigos de las formas tan evidentes que se vuelven invisibles a los ojos de los demás. A veces simplemente no queremos ser mirados, no queremos salir al mundo, ni siquiera queremos dejar nuestro cuerpo… La Ballena es un drama, pero también te conecta con realidades que parecen lejanas y ajenas pero que son tristemente cada vez más comunes.
Toca temas diversos de la relación humana: principalmente el amor, pero la paternidad, los errores de juventud, el volverte parte de un problema aún cuando crees que no es tu problema.
La Ballena va de ser honestos y no hay honestidad que incomode más que ver a otro ser humano en sus mínimas posibilidades bajo la lupa del juicio donde es fácil opinar que a lo mejor él mismo se puso en esa situación. El sufrimiento es una constante pero también lo es la necesidad de preocuparse por los demás y que los demás se preocupen por ti.
Verla puede confrontarte con miedos que nos sabes que tienes (a mí me pasó), como terminar solo en la vida, o dañar a alguien sin remedio o no ser visto o necesitado por nadie… Charly pregunta «¿quién quisiera que alguien como yo fuera parte de su vida?»
Seis personas en escena que te hacen ver que el ser humano puede ser cruel y todavía ir más lejos, reconocer que a veces cuando ganas pierdes y que basta que una sola persona crea en ti o te diga lo increíble que eres para que puedas reconsiderar toda tu forma de ver las cosas.
Charly como profesor de inglés es apasionado de las letras, de los libros, de la gramática, sin embargo; lo único que quiere de sus alumnos es que logren escribir algo honesto, como ese ensayo de Moby Dick al que se aferra cada vez que siente que va a morir y que son sus últimos latidos, ese ensayo que lo rescata de su propia historia. Ese ensayo que todos nos decimos y vamos redactando con el tiempo, por si algún día necesitamos ser rescatados también.
Una recomendación imperdible que además tiene nominaciones para los premios de la Academia y que le ha valido ya innumerables reconocimientos y que regresó a la vida actoral a Brendan Fraser, recordándome que más allá de hijos felices o con la vida resuelta, quiero hijos que puedan preocuparse por los demás.
Garantía Cinépolis. Lleven pañuelos desechables y el corazón abierto para ver algo mas que un hombre grande en una pequeña casa.
Con amor,
Karla Lara
Síguenos en redes sociales como @KENArevista: