Siempre me atrajo esta frase de William Ernest Henley por el enorme poder y la fuerza que encierra: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Este verso forma parte de su poema Invictus, que ayudó a Nelson Mandela a mantener su fortaleza durante los 27 años que estuvo en prisión. Creo que este verso es la mejor aproximación que conozco a la palabra responsabilidad. Aceptar las consecuencias de nuestros hechos y asumirlas con valor y determinación, eso es ser responsables. Entonces repite, soy la capitana de mi propio destino.

Tu vida

Una persona es responsable con relación a algo o a alguien. Es responsable por su trabajo, su familia, su bienestar físico y espiritual, por ejemplo. Si lo entendemos de esta manera, la responsabilidad tiene mucho que ver con el poder.

Sabemos que una persona responsable es alguien que está a cargo de determinada situación, a quien le ha sido encomendada una tarea y logra cumplirla a cabalidad.

Cuando te conviertes en el responsable de tu vida quiere decir que tienes dominio sobre tus actos. Este poder te transforma en el capitán de tu destino: eres tú quien decide sobre lo que es realmente importante para ti.

¿En qué contribuye?

Desde el punto de vista de la ética, la responsabilidad es una cualidad, un valor. Una persona responsable es aquella que sabe en todo momento responder por algo o por alguien en determinada situación. Por eso la responsabilidad conlleva a descubrir uno de los dones más preciados para el ser humano: la libertad.

Ser libre implica la posibilidad de tomar decisiones y llevar a cabo tareas sin imposiciones externas. Ser libres es nuestro don más preciado.

Fuerza interior

Con la responsabilidad viene el poder. El poder, efectivamente, es una fuerza que nos impulsa al logro de nuestros objetivos. Ser responsables de nuestro destino implica que somos capaces de responder por nuestros propios actos, deseos y motivaciones.

Podemos darles forma a estos deseos a partir de nuestras cualidades y nuestro propio potencial. Eso transforma nuestra vida en una aleación resistente a las caídas y fracasos gracias a la fuerza de nuestra voluntad.

 

Cultiva la responsabilidad

Desde pequeños debemos fomentar este valor en las futuras generaciones…

  • Enséñalos a cumplir con sus obligaciones.
  • Deja que tomen decisiones y vivan las consecuencias de sus actos.
  • Conversa con ellos sobre sus responsabilidades y déjalos que se hagan cargo.
  • Permite que resuelvan sus pequeños problemas por ellos mismos.

¡Eres la capitana de tu propio destino!



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