¿Sientes que vivir en la ciudad que amas se ha vuelto un lujo inalcanzable? No estás sola en esa sensación. Cada día, miles de personas se enfrentan a la ansiedad de alquileres que suben sin control mientras sus salarios se estancan. Según datos recientes del gobierno de la CDMX, en los últimos años las rentas han aumentado a un ritmo ocho veces mayor que el salario mínimo general, una cifra que supera con creces los niveles de inflación y que pone en jaque la calidad de vida de la mayoría.

La vivienda es mucho más que un techo y cuatro paredes; es el escenario donde desarrollamos nuestras vidas, el refugio que nos brinda bienestar y la plataforma desde la cual podemos aspirar a un futuro mejor. Reconociendo que nuestras ciudades atraviesan una profunda crisis de acceso a la vivienda, un equipo de urbanistas y expertos en soluciones urbanas está a punto de lanzar una investigación fundamental para el debate público.

Titulada “Hacer posible la vivienda asequible: Desafíos, alternativas y propuestas”, esta publicación promete ser una hoja de ruta para imaginar y construir ciudades más justas, inclusivas y amables para todos.

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El diagnóstico de la crisis: más allá de los metros cuadrados

El estudio parte de un reconocimiento crucial: el modelo tradicional de desarrollo urbano, enfocado en la especulación inmobiliaria y la construcción para los sectores de mayor poder adquisitivo, ha fracasado en proveer opciones para una gran parte de la población. Esta falla sistémica genera un doloroso efecto dominó que impacta toda la estructura social.

La falta de vivienda asequible en México obliga a las personas a vivir cada vez más lejos de sus lugares de trabajo y estudio, resultando en largos y costosos traslados que roban tiempo, dinero y energía. Fomenta la desigualdad, creando ciudades segregadas donde el acceso a servicios de calidad, a espacios públicos y a oportunidades económicas depende del código postal. Y, en última instancia, atenta contra el derecho a la ciudad, el derecho de todos los habitantes a vivir, usar y transformar los espacios urbanos.

El objetivo de esta nueva investigación es, precisamente, moverse más allá del diagnóstico del problema para explorar activamente las soluciones, analizando modelos innovadores que ya están funcionando en otras partes del mundo.

Un viaje por el mundo en busca de alternativas: qué podemos aprender de otros países

 

Una de las grandes aportaciones del informe es su análisis comparativo de casos de éxito a nivel nacional e internacional, demostrando que existen otras formas de pensar, financiar y construir la vivienda. La investigación nos invita a mirar más allá del binomio tradicional de comprar o alquilar en el mercado libre.

  • Ejemplos inspiradores: El estudio presenta un abanico de modelos alternativos de vivienda que han probado ser exitosos. Desde los modelos de cooperativas de vivienda en Dinamarca y Uruguay, que fomentan la propiedad colectiva, la autogestión y eliminan la especulación, hasta las políticas de vivienda social inclusiva en España o los proyectos de desarrollo comunitario autogestionado en Nicaragua.

  • La lección clave: Estos ejemplos internacionales comparten un denominador común: la colaboración. El éxito de la vivienda asequible no recae en un solo actor, sino en la cooperación activa entre el sector público (creando marcos legales y ofreciendo suelo), el sector privado (con un enfoque social) y, muy importante, la propia comunidad organizada.

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Con perspectiva de género y diversidad: la vivienda colaborativa como modelo de futuro

Quizás una de las líneas de estudio más innovadoras y necesarias que presenta el proyecto es la urgencia de diseñar la vivienda con perspectiva de género y diversidad. Históricamente, nuestras casas y ciudades se han diseñado bajo un modelo de familia nuclear tradicional, ignorando las redes de cuidado, las necesidades de seguridad específicas de las mujeres y la inmensa diversidad de estructuras familiares que existen hoy.

  • La vivienda colaborativa (cohousing): Como respuesta a esto, el informe destaca el modelo de la vivienda colaborativa. En este esquema, los residentes cuentan con sus unidades privadas y completas, pero comparten de forma intencional amplias áreas comunes, como cocinas más grandes, lavanderías, espacios de juego para niños, talleres o jardines.

  • Los beneficios: Este modelo va mucho más allá de reducir costos. Fomenta el cuidado colectivo y el apoyo mutuo, creando comunidades resilientes donde los vecinos se conocen y se ayudan. Combate la soledad, especialmente en adultos mayores o personas que viven solas; facilita enormemente la conciliación de la vida laboral y familiar; y promueve un uso más sostenible de los recursos. Es una forma de construir no solo edificios, sino comunidades.

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De la investigación a la acción: recomendaciones para políticas públicas

El informe no se queda en la teoría. Culmina con una serie de recomendaciones concretas y propuestas puntuales con el propósito de impulsar la implementación de estos modelos en México.

Las propuestas están enfocadas en promover la inclusión de estas alternativas en las políticas públicas de vivienda, fomentando no solo la asequibilidad (que el costo no supere un porcentaje razonable del ingreso), sino también la accesibilidad universal para personas con discapacidad, la sostenibilidad ambiental en los materiales y el diseño, y la inclusión social en la gestión y el acceso.

Un futuro donde quepamos todos es posible

Esta importante investigación, coordinada por una reconocida asociación civil enfocada en el desarrollo urbano y elaborada por un equipo de investigadores expertos, estará disponible para consulta pública y gratuita en todo el país a partir del próximo 28 de agosto. Para acceder a ella, los interesados podrán buscar en línea el título del estudio: “Hacer posible la vivienda asequible: Desafíos, alternativas y propuestas”.

Este documento es un llamado a la acción para todos los sectores de la sociedad: gobiernos, desarrolladores, arquitectos, urbanistas y ciudadanos. Demuestra con evidencia clara que la crisis de la vivienda no es una fatalidad inevitable, sino el resultado de un modelo que podemos y debemos cambiar. Investigaciones como esta nos ofrecen la inspiración y las herramientas para empezar a construir las ciudades más justas, amables y vivibles que tanto anhelamos.

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Fuente: CoreCiudades, modificado por Mariel Gadaleta
 


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