Educados para complacer, pertenecer o caer bien, nos perdemos en el camino…
Yo le llamo el amor en los tiempos del «like» y me refiero a querer gustar y sentir que somos parte de algo o de alguien que nos hace sentir importantes, al grado que a veces olvidamos de decir que «no», y todo se vuelve un «si», a pesar de que a veces no queremos…
Me explico: estos tiempos nos hacen sentir (porque es una ilusión), que todo debe de ser inmediato, perfecto, positivo…, que todos estamos disponibles a un mensaje de distancia, que podemos acceder a productos y servicios a un «clic», pero olvidamos que las personas somos cosa aparte: tenemos emociones, sentimientos, dudas, ideas, y la comunicación es un proceso complejo que requiere interacción al menos de dos partes involucradas. Y la vida hoy no favorece la comunicación y como estamos «educados» para complacer a otros y no quedar fuera, vamos por la vida diciendo que sí a todo, aunque a veces ello sea un acto de irrespeto para nosotros mismos.
Nos han hecho creer de muchas maneras, que negarnos a algo o decir que no, nos vuelve malas personas, poco empáticas o leales, menos solidarias o tolerantes… decir que «no» se toma muchas veces como afrenta, rechazo, desprecio, tiene una connotación negativa, que nos deja fuera o deja afuera a alguien mas y eso produce incomodidad.
En inglés se ha acuñado un acrónimo que se lee «FOMO» (Fear of missing out), el miedo de «quedar fuera», a lo que algunos otros han creado un contra acrónimo que se lee «JOMO» (Joy of missing out), en este caso, la alegría de quedar fuera o de perdértelo.
Decir que «no» nos puede llevar a sentirnos fuera o dentro de algo o alguien. Y es que la vida hoy, en los tiempos del like, se mide mas por pertenecer, por quiénes te vieron, quiénes te comentaron, quienes te dijeron que «les gusta»…, aunque la realidad nos grite en la cara que esta forma de vida puede ser solitaria y sobre todo irreal.
Entonces, podemos y debemos aprender a decir que «no» a ciertas actividades, cosas, momentos, lugares, tiempos y personas. Porque somos individuos y no todo es para todos o no al mismo tiempo.
Al principio, quizá notemos que nuestros «no», no sean tan bien recibidos y que levanten cierta ampolla porque estamos alejados o desconectados de la expectativa del eterno e incondicional «sí», pero a veces esos «no» van a significar que estamos siendo fieles o congruentes con nuestros propios tiempos, ideas, emociones, necesidades y prioridades, e iremos comprendiendo que decir que «no», a pesar de que nos deje fuera, será un acto de amor y de respeto hacia nosotros mismos.
No hay fórmulas, no es que exista una cantidad de «sí» o de «no» que debamos repartir en nuestro día a día para ser mejores, pero decir que «no», ser más selectivos, nos puede ahorrar desgastes, disgustos, incumplimientos y hasta andar de «queda bien» con el mundo, quedando mal con nosotros.
Este 2020 podemos tratar de cumplir muchos propósitos, que se resuman en llegar a ser una mejor versión de nosotros mismos. Decir que «no» se aprende y se aprende también que no va de la mano con mal humor, desgana, falta de amor o de interés. A veces el «no» representa todo lo contrario, aprendamos a pronunciarlo, libremente, sin culpas, sin remordimientos, sin rencillas.
Recién leí que la palabra NO es un enunciado completo y coincido.
Otras maneras de decir que «no» es soltar, renunciar, alejarse, no ir, no estar, evitar, rechazar la oferta, el viaje, la compañía, decidir no dedicar tiempo a algo o a alguien, y eso está bien. Está bien si representa fidelidad a tu persona, a tus ideas o a tu momento personal. El «no», es algo que también podemos enseñar a los niños y no solo para establecer límites, sino para ejercer derechos y se vale. De hecho vale muchísimo.
No nos perdamos en el camino, podemos seguir siendo buenas personas y aprender a decir que «no», podemos hacerlo y quizá al hacerlo nos vamos a sentir mejor.
Sigue explorando el tema, con este podcast:
Escucha»26 – Decir "No" sin Ofender a Nadie» en Spreaker.Síguenos en redes sociales como @KENArevista: