
En las grandes ciudades, el ritmo acelerado de la moda nos lleva a consumir prendas y textiles que, con el tiempo, se acumulan sin un propósito claro. Esta dinámica ha convertido a la industria textil en una de las más contaminantes del planeta. ¿Sabías que solo en la Ciudad de México se desechan 3.7 millones de toneladas de residuos textiles cada año, y de ese volumen colosal, menos del 1% se recicla? Este es un problema silencioso, una acumulación de tela y fibras que no solo impacta nuestros espacios, sino que también ejerce una presión enorme sobre los ecosistemas. Pero, ¿qué pasaría si estos textiles en desuso pudieran tener un destino más digno? ¿Y si esa ropa de cama o cortina vieja pudiera ser la materia prima para algo nuevo y hermoso?
Esta pregunta es el punto de partida de la colección ÅTERSTÄLLA 2026, un proyecto que demuestra que es posible forjar un camino diferente. El nombre, de origen sueco, significa «restaurar», y es exactamente lo que hace esta colección: restaura no solo materiales, sino también la esperanza y la dignidad. A través de un proceso innovador, esta iniciativa transforma los residuos textiles en piezas funcionales y sostenibles, dándoles una segunda oportunidad. Es una visión que une la sostenibilidad textil con la creatividad y el impacto social tangible, ofreciendo un modelo a seguir para un consumo más consciente y responsable.
De la basura al hilo: un nuevo ciclo de vida
La magia de la colección ÅTERSTÄLLA 2026 reside en su enfoque de economía circular. El proceso inicia de manera simple y poderosa: con un acto de colaboración por parte de los clientes. El programa de recolección de textiles en las tiendas invita a las personas a donar prendas en desuso, cortinas o ropa de cama. Una vez recolectados, estos materiales no terminan en un vertedero. En cambio, son enviados a centros de reciclaje, donde se convierten en hilos que servirán como la materia prima para la creación de nuevos productos.
Aquí es donde entra en juego la artesanía. Gracias a la colaboración con la empresa social mexicana Someone Somewhere, estos hilos de textiles reciclados son enviados a las manos de talentosos artesanos en Oaxaca. Son ellos quienes, con su conocimiento ancestral y su dedicación, tejen estos hilos para darles una nueva forma y un nuevo propósito. El resultado son accesorios funcionales como fundas para laptop, cojines, organizadores de viaje y más. Cada pieza cuenta una historia de transformación, desde el momento en que fue un textil desechado hasta que se convierte en un objeto útil, que lleva en sus fibras el cuidado, la habilidad y la herencia cultural de quienes lo crearon. Este proceso de reciclaje de ropa no solo es un acto ecológico, sino también un puente entre la modernidad y la tradición.
Más allá de un producto: impacto con propósito
El valor de esta colección va mucho más allá de su funcionalidad o su estética. Como bien señaló Karla Pino, Sales Leader de IKEA Oceanía, “esta colección no solo es funcional: es un testimonio de lo que es posible cuando la sostenibilidad se une con el propósito. Cada pieza refleja la habilidad, el cuidado y la herencia cultural de artesanos mexicanos que, a través de este proyecto, acceden a empleos dignos y nuevas oportunidades”. En un mundo donde la cadena de producción a menudo pasa desapercibida, proyectos como este demuestran que el consumo puede ser una fuerza para el bien.
Para la empresa social, esta colaboración también es crucial. Fátima Álvarez, co-fundadora de Someone Somewhere, comenta: “Colaborar con IKEA en la colección ÅTERSTÄLLA 2026 nos permite llevar más allá nuestra misión de generar empleo digno para comunidades vulnerables. Cada textil reciclado se convierte en una oportunidad real de desarrollo para los artesanos de Oaxaca, quienes, con su talento y tradición, transforman residuos en productos únicos con un impacto positivo para las personas y el planeta”. Las cifras no mienten: la iniciativa ha generado 1,440 horas de trabajo en Michoacán y Oaxaca, un resultado tangible que demuestra la fuerza de esta alianza. Con 1,371 kg de textiles reciclados y 3,132 metros de tela reutilizada, el proyecto es un claro ejemplo de que la moda sostenible no es solo un ideal, sino una práctica viable y beneficiosa para todos.
Un compromiso tangible: la fuerza de la comunidad
Los resultados de este proyecto no serían posibles sin la participación de las personas. La recolección de textiles, que estuvo activa hasta el 28 de septiembre de 2025, muestra un compromiso creciente por parte de la comunidad. Las tres tiendas en el país recibieron un total impresionante de donaciones: 200 kg en IKEA Oceanía, 170 kg en IKEA Guadalajara y 120 kg en IKEA Puebla. Estas cifras son más que simples números; representan la voluntad colectiva de hacer una diferencia y ser parte de un futuro más sostenible.
Este programa es un recordatorio de que los proyectos ecológicos y de impacto social tienen un eco poderoso cuando se construyen sobre la colaboración. Desde 2012, esta empresa ha trabajado con emprendedores sociales en distintas partes del mundo, generando inclusión, equidad y sustento a través de empleos significativos. Con la colección ÅTERSTÄLLA 2026, reafirma su compromiso con México y con la creación de un mejor día a día para la mayoría de las personas, demostrando que la innovación y la sostenibilidad no tienen por qué ser conceptos abstractos.
Se pueden tocar, se pueden usar y se pueden celebrar. Es un círculo virtuoso donde lo que se descarta se convierte en una oportunidad, y la artesanía oaxaqueña se eleva a un nuevo nivel de relevancia global, con un propósito que resuena con un profundo sentido humano y ecológico.
Fuente: IKEA, modificado por Mariel Gadaleta
Mira este post: Marisol Centeno: entre tramas y textiles
Síguenos en redes sociales como @KENArevista: