Empezar a reparar tu corazón y a rearmar tu vida es lo más difícil y se ve imposible en esos días. Seamos honestas, dan más ganas de morir que de vivir para contarlo. De alguna manera, esos primeros días, tras una ruptura amorosa, no importa rearmarse ni reflexionar, ni siquiera vale ver películas ni escuchar canciones tristes, ni hacer el cliché de comerte un bote de helado llorando.
Si tienes el mínimo de fuerza, máximo puedes aspirar a dormir tres días y tomar yogurt bebible. El semi coma tras el shock. Faltan más días para que empiece lo bueno. Lo vuelvo a comparar con el temblor cuando lo estás viviendo, no importa cómo ni qué pienses, digas o sientas… solo intenta sobrevivirlo. La belleza aguarda para hacer su entrada triunfal un poco más tarde.
Después empiezan las reparaciones. Hay montón de cosas que puedes –en ese punto moribundo– y debes hacer para salir adelante. La terapia, los libros, apoyarte con amigas y familiares, meditar, acercarte a tu lado espiritual, hacer un viaje renovador, comprarte algo que te emocione, concentrarte en tu trabajo, reactivar tu economía y todo eso que te apoya en esta etapa y que, además, emerge del tema de nuestra campaña mensual: el amor propio.
A mí me acaba de suceder, y estoy segura de que a muchas de ustedes también el año pasado… ¿adiviné? Quién sabe qué poderes cósmicos hicieron que 2017 fuera el año de los quiebres… Hice todo lo posible por salir de mi semi-coma. Como sabes, ya trabajaba en Kena escribiendo sobre temas femeninos y, entre ellos, belleza y parejas eran mi especialidad. Pero preferí enfocarme más en el primero que en el segundo para distraerme. Además, en el mundo editorial te apapachan las marcas de belleza con increíbles desayunos y muestras de productos.
Aunque llorara la noche anterior entera y lograra dormir solo tres horas, al día siguiente me tenía que despertar temprano, arreglarme, me entaconaba y, horas más tarde, me descubría probando un labial nuevo Punch Pop! de Benefit, un cepillo alaciador potente de Revlon, conociendo los espectaculares bolsos armables de O-bag y recibiendo todo un shampoo de color en el salón de Wella-Koleston… conociendo lo nuevo de Tous, ¡bendición pasar así los días negrises! de verdad, era lo mejor de mi día… eso y que lo había sobrevivido.
Tengo amigas que estaban viviendo lo mismo, el rehab tras separarse, mujeres trabajadoras, inteligentes, profundas y amorosas que me llamaban, para después de una hora de hablar de los respectivos ex’s, preguntarme sobre los tatuajes de ceja, las cremas que sí sirven para devolver la firmeza del rostro (¡que cómo se cae durante las tristezas!), el aumento de labios, el botox en la frente, las bondades del gelish… total, que otra hora más se nos iba en esos temas… me di cuenta de que tenía que ver con la reparación de nuestras vidas; no era solo un cliché superficial, entendí perfecto el típico cambio de look en los chick flicks.
Existe un sentimiento profundo de que algo dentro de ti dejó de funcionar y se estancó con el tiempo, que te enfocaste tanto en el hombre y su relación que entraste en una zona de confort tan desgastada como estática, y si te separaste de una relación larga… mmm, peor tantito. Ya ni sabes cómo, dónde ni con qué elementos se liga… estás oxidada al respecto… sientes que tu ser sexual se murió en la década pasada, al igual que tus pants aguados de los fines de semana. Este es otro territorio que tienes que reconquistar en tu vida: lo que hagas por tu belleza, aunque no es lo único, sumará a la rehabilitación de tu vida entera.
¡Quema, tira o regala esos pants o lo que represente tu adormecimiento en una ceremonia brujesca!, cómprate una buena lingerie en Vicky Form, Victoria Secrets o en donde te dé tu bolsillo, aunque algunas noches solo tú te enteres de lo que traes puesto… ya se enterará alguien que lo aprecie… Este es sólo el primer paso.
Las transformaciones de vida, tras una ruptura amorosa importante, son complejas; por supuesto que la fuerza y el amor propio son más que las apariencias externas y no te las va a devolver ningún producto o salón de belleza. Confía en el poder transformador que sólo el dolor trae consigo. Vive esta etapa al máximo y encárgate de ti todos los días con algún movimiento grande, mediano o minúsculo por recuperarte… después estaremos hablando no solo de restablecerte, sino de avanzar y crecer para llegar a un mejor y feliz lugar: tú, pero con más amor propio (y además más bonita). Y ese es el pegamento infalible para un corazón roto.
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