Hace unos días veía en Facebook una historia de una chica chilena que es influencer, (“Criar sin morir en el intento – psicología infantil”) y comentaba que vio una foto de ella de cuando tenía 18 años, y que, alguien entonces le habían dicho gorda, y cómo le habían hecho sentir esos comentarios. Dice que ahora, al paso de los años, ve la foto y se arrepiente de haberse juzgado a sí misma tan severamente, y haberse sentido tan mal y dar credibilidad a esas voces que escuchó de adolescente.
Cuando escuché a esta influencer recordé las veces que me pasó esto y que es una experiencia muy común, a todas las mujeres que les he preguntado: “¿no te pasa que cuando ves una foto tuya de hace algunos años te das cuenta que te ves mucho mejor de cómo te veías recién tomada la foto?”
Todas me dicen que sí.
Me ha sorprendido lo común que es esto, incluso con las personas que yo considero que tienen muy buen cuerpo, ellas mismas también se perciben gordas o muy flacas o sin pompis o con panza o con celulitis o con las bubis caídas… o con algún defecto. Todas nos juzgamos, ¡¡¡todas!!!
No, eso no está bien, no debería ser así.
Cuando me di cuenta que esto era un tema de percepción, porque no es lógico que la misma foto, yo misma la vea diferente tan solo al dejar pasar el tiempo, empecé a mirar mis fotos cuando las acababa de tomar, con detenimiento, buscando lo bello en ellas, y pienso, que finalmente así me ve todo el mundo siempre: esta imagen no es novedad para nadie, porque toda la gente siempre me ve como cuando yo me veo por un instante en una foto, o en el espejo.
Aprender a mirarnos y aceptarnos con todo lo que somos es un ejercicio muy importante, con todo lo que tenemos: con esas líneas de expresión en el rostro, con los cabellos blancos que empiezan a salir o que ya cubren mi cabeza, con mi celulitis, pancita o estrías, con el cuerpo como es, ni más ni menos, y aceptarlo. En serio, tenemos tantos prejuicios de cómo lucimos, y de siempre creer que estamos mal como estamos, ¡que es abrumador… y doloroso! Es un sentirse mal siempre, estar fallando y no dar el ancho, porque si no me acepto como soy, ¡qué difícil situación!
Porque es conmigo con quien siempre vivo, en donde habito y quien soy, y la energía de rechazo es, entonces, algo que me representa.
Creo que es momento de buscar nuevas formas de vernos, más allá de la opinión de la gente.
No vivimos ni estamos aquí para recibir la aprobación de los que nos rodean.
Es nuestro deber romper el juego, salirnos del rol de juzgar y opinar, de los cuerpos de otros, y del mío propio. Todos los cuerpos son perfectos, y están como tienen que estar, porque no es verdad que menos kilos es sinónimo a salud, porque todos tenemos diferentes metabolismos y no los podemos comparar. Cada quién está bien como está, ¡¿no nos damos cuenta que algo debe estar mal cuando siempre estoy pensando en qué me puedo comer o si me va a engordar x o y cosa que me quiero comer, y sufro por hacerlo?! E inmediatamente permitírmelo porque, “el lunes me pongo a dieta” … Es muy triste que se tengan que contar calorías y evitar totalmente las grasas para creer que así estaré en condiciones aceptables, pero a ese ideal es algo a lo que nunca llego, y siempre me siento decepcionada de mí, porque soy un fracaso porque no logro tener el cuerpo que debería.
¿Podemos ver el rechazo y la violencia que hay en estos pensamientos, que la gran mayoría de personas tenemos?
Creo que más las mujeres, aunque ahora se han sumado muchos hombres que se juzgan por no tener “cuadritos” en el abdomen… y entonces tendrán que subir las horas de gimnasio para ver si así…
Es triste ver en qué posturas nos ponemos con el maltrato insistente que nos hacemos. Romper los patrones de los estereotipos y mirar consistentemente mi cuerpo en el espejo con ojos de amor, hasta que me convenza que un cuerpo hermoso es ese que veo en el espejo.
Sé que es una tarea difícil, porque hay mucha información afuera diciéndonos lo contrario, diciéndonos que salud es delgadez, que lechugas es salud, que mucho ejercicio es músculo y salud, y no siempre es así. Es importe ver qué es lo que me acomoda a mí qué me hace bien porque no todos necesitamos lo mismo. Y aceptar lo que creo que necesito, es aprender a escucharme y darme eso que creo que es lo mejor para mí, quedarme en la cama algunos días en vez de levantarme a las 6:00 a hacer ejercicio no me caería mal si me libero de la culpa y reconozco mis necesidades. ¡ESCUCHARNOS es lo importante!
Es importante empezar a ver nuestros cuerpos con amor, y las experiencias que vivimos en la vida con la satisfacción que nos dé romper los estereotipos y admirarnos así justo como estamos. No cuando baje los x kilos o cuando se marquen mis músculos… Todos los juicios, no importa qué, son rechazos consistentes, mirarnos, admirarnos, aprender a vernos que ¡así como me veo hoy en el espejo estoy perfecta! Que soy una persona en cuerpo físico, con una vida llena de experiencias que se reflejan en mi cuerpo y que acepto como es. Que si quiero hacer ejercicio es porque quiero y no porque tengo que bajar, que si quiero comer x o y es porque deseo y se me antoja y no porque debo y eso “no engorda tanto”.
Que nadie tiene derecho a opinar sobre cómo me veo, así como yo solo puedo admirar y sonreír ante los cuerpos de otras personas y no, no tengo nada que opinar al respecto, aunque se vean muy bien, ahora que bajaron unos kilitos, porque yo no sé qué tanto daño hago a esa persona con mi comentario. Porque esos comentarios a veces refuerzan las expectativas de la aceptación y reconocimiento del entorno, y no es amoroso. Éste es un trabajo personal y el evitar opinar o juzgar es mi amorosa aportación a la vida de los demás.
Aprendí de un podcast que hablaba de la gordofobia (Se regalan Dudas ¿Qué es la gordofobia y cómo nos afecta? Camila Serna T5-E6, se los dejo al final del post) que no opinar del cuerpo de los otros es amoroso, nadie tenemos derecho de hacerlo “ni para bien, ni para mal” ni para: ¡qué bien ten ves más delgada! O ¡¿Qué te panzó?! Porque cualquier comentario de estos refuerza la opinión acerca de la apariencia, y nadie tenemos derecho de opinar, por el bien de todos y de una misma.
Te invito a hacer una revisión de cómo vives tu relación con tu cuerpo, que aprendas a amarlo, respetarlo y aceptarlo tal cual es, que es hermoso y un gran hogar para habitar y Ser. Y con esos mismos ojos aprender a ver, con respeto, amor y aceptación todos los cuerpos de los otros, que son su hogar. Así finalmente, podremos empezar a dejar de poner atención en estos temas que nos quitan tiempo de disfrutar la vida, que solo es una y se pasa volando.
¡Disfrutemos de ser, comer, hacer y vivir, en este bello cuerpo que habito!
Imagen principal: Talles Alves en Unsplash.
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