Hace tres semanas estaba agobiadísima, me quería volver loca con tanto trabajo, así que de la nada, sólo porque #yolo (you only live once), decidí que:

1) me iría a Mazatlán (yo soy de allá)
2) me hospedaría en un hotel pet-friendly (Hacienda Blue Bay)
3) me llevaría a pasear a “mi Favorito”, uno de los perros que ha rescatado mi papá en los últimos meses.

Con el Favorito en el Faro de Mazatlán.

Al Favorito lo conocí en julio y me encantó. Es mi tipo de perro: tamaño mediano, macho, color caramelo, pelo corto, cara tierna pero masculina. El veterinario lo bautizó como Tata porque decía que ya estaba grande, pero después de llevármelo a correr supuse que más bien estaba “en la flor de la juventud”, no viejito. Y como todo el tiempo me refería a él como “mi favorito”, se le quedó el nombre. Pero la verdad es que no importa qué o cómo le diga (doggie, niño, perrito hermoso), mientras sea con voz chiqueada, como de niña chiquita, me entiende.

El viaje, tan rápido como llegó, se fue; si bien no te puedo decir que me súper relajé, la pasé bien. Sé que sueno ridícula, pero el hecho de que no hubiera wi-fi en el hotel me volvió loca (estaban cambiando de proveedor o algo así…). Un día me tuve que ir a trabajar a una cafetería y cuando cerraron (yo todavía no acababa) recordé que unos tacos que cerraban a la 1 de la mañana tenían internet. Así que ahí me tienes, pidiendo comida al por mayor (para mí y mi perruno acompañante) con tal de poder trabajar y entregar mis notas a tiempo.

Cuando llegué a la Ciudad de México y vi a mi mamá, me puse a llorar. Sé que nuevamente sueno ridícula pero estaba demasiado estresada, demasiado cansada, demasiado hormonal y demasiado triste de no haber disfrutado de esos días con mi Favorito en Mazatlán como yo hubiera querido: corriendo en el malecón, disfrutando de largos paseos en la playa, ejercitándonos en el Faro, comiendo los mariscos más deliciosos. Y entonces pensé que sería muy bonito, aunque él no pueda leer, dedicarle este post y agradecerle las lecciones que me dio:

1) Instagram no es lo más importante
Estamos obsesionados con las redes sociales (al menos yo sí) y un día sin postear es como que si no contara. Pareciera que hay esta necesidad –absurda– de demostrar que nuestra vida es fantástica, interesante y entretenida. Gracias, Favorito, por enseñarme que las mejores fotos las tomamos con la mente y se guardan en el corazón; no con la cámara ni en la galería del celular.

2) Las cicatrices forman parte del pasado y sólo realzan la belleza interna
El Favorito tiene patas de pato y una gran cicatriz en la carita. Además, quizá por alguna pelea, la oreja izquierda no le funciona; no es que no oiga, pero no la mueve igual que la derecha. En las manitas tiene raspones por la reja de la jaula en la que pasaba gran parte del día. Pero nada de eso le trauma ni lo acompleja ni lo hace sentir menos. Su verdadera belleza no es exterior.

3) El “qué dirán”, la última de sus preocupaciones
Al Favorito si algo no le vibra, lo demuestra (con ladridos); si algo le divierte, lo demuestra (con ladridos); si terminas de comer y no le diste, se molesta y lo demuestra (¿adivina cómo?). Si la mucama entra a la habitación y lo asusta, lo demuestra (el susto de ella fue mi culpa por no haber puesto el letrero de “no molestar”). A lo que voy es que, “quedar bien”, a los perros es lo que menos les importa. Viven sin máscaras, sin hipocresía, ¡libres!

4) Agradecer hasta la médula
Esto no sé bien cómo expresarlo, pero quien tenga un perro adoptado sabe a lo que me refiero. Como que se les desarrolla otro chip de agradecimiento. Valoran más, no sé, ¡hay algo en ellos! Gracias, Favorito, por enseñarme que la vida que tenemos es maravillosa. Aunque venga con problemas incluidos, siempre tenemos la opción de voltear a ver lo bueno y divertirnos en el mar.

Gracias por estos cuatro días de coletazos, ladridos, juegos, ejercicios, paseos y mucha, mucha ternura.

Gracias por tu emoción, nobleza, obediencia, alegría y buena actitud. Espero que pronto encuentres una familia que te adore y te cuide como te mereces.

El Favorito está en un albergue de Mazatlán, junto a otros 137 perros. Puedes ver un video del lugar aquí. Si te interesa adoptar o ayudar, escríbeme vía Instragram: @biancapescador_beautylifestyle.


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