feminismo

o…  ¿por qué tiene que haber un día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer?

Para eliminar la violencia hacia la mujer, tenemos que preguntarnos primero por qué existe. Más allá de que en nuestro mundo tenemos muchos años, ¡siglos! queriendo “arreglar” todo con violencia, cada vez que vemos un conflicto nos vamos a las armas, se toman vidas como si fuera dulcería y lo justificamos como un “mal” necesario, y hasta lo celebramos y lo aplaudimos. Así nos enseñaron y así se ha vivido desde muchos siglos atrás.

Vivimos en una sociedad regida por una energía masculina que asume a la energía femenina como una energía secundaria, se ha visto como segunda de abordo, como “el Robin de Batman”, el copiloto… la «gran mujer» que está detrás del «gran hombre»; una parte de la relación social que se tiene que someter para poder existir, que necesita guardar silencio para no confrontar a la autoridad… o al Batman o al piloto o al gran hombre al que soporta desde atrás.

Y como en la sociedad regida por la energía masculina el miedo es la energía que prevalece. El sometimiento, el control y la manipulación son los medios con los que se controla la sociedad para que permanezca “ordenada” y habrá que obedecer, aunque no tenga sentido. Así hemos aprendido a someternos y a permanecer alineados, para sobrevivir a la sociedad que domina y controla.

En esa dominación hay cabezas que manipulan y que finalmente controlan sociedades, tanto de mujeres como de hombres con esta misma energía. Aprender a cuestionar estas energías basadas en la manipulación y el control es lo que necesitamos hacer con conciencia, para que, verdaderamente, encontremos una solución a la violencia, no solo de la mujer, sino del mundo.

Creo que si en nuestra sociedad buscamos resolver con violencia cualquier problema (a los niños con nalgadas, a los cónyuges con gritos, a las mujeres con sometimiento, a los subalternos con amenazas, a las naciones con guerras, y ¡de la religión no quiero ni decir!)… ¿qué nos hace pensar que así como así vamos a erradicar la violencia de nuestras interacciones sociales, de nuestras relaciones, hacia las mujeres o a los hombres?

Y he tratado de hablar del concepto de violencia en general, no de la violencia hacia la mujer, porque ésta es solo una de tantas, y claro que me preocupa y me duele, pero creo que para que las cosas cambien tenemos, todos que empezar a ver “el elefante blanco en medio de la sala”, reconocer que si acepto cualquier tipo de violencia, yo misma, estoy aportando que se dé la violencia a las mujeres, si castigo al hombre que me agrede, estoy usando violencia, no la estoy erradicando. Si celebro el castigo violento al que hace daño, pues ¡sigo fomentando la violencia! Creo que tenemos que ir a fondo, aprender a respetarnos, a honrarnos, a reconocer nuestro valor para no permitir que nos falten al respeto, porque si no vemos falta de respeto en un acto, no podemos poner un límite.

Y no lo veremos hasta que ya es demasiado tarde.

Creo que tenemos que intentar otras formas, sé que no es cosa fácil, que aprender a tener compasión al que agrede y no querer matarlo, es una gran hazaña. Pero tenemos que empezar a inventar nuevas formas de relación y de acción ante aquello que nos ofende. Porque como decíamos con una amiga amante de los animales, si mato a los que matan focas, ¿soy héroe? ¡No soy una mata mata focas! Y entonces soy igual que el mata focas.

Por eso insisto, que el cambio viene más bien de cuestionarnos profundamente las creencias que sostenemos para permitir que alguien nos hable mal o nos falte al respeto, por qué creemos que no somos valiosas o dignas de respeto, porque mientras no veamos que de forma sutil nosotras lo permitimos porque no sabemos cómo frenarlo y justo eso es lo que debemos aprender: a valorarnos, acompañarnos unas a otras, respetándonos, y mirándonos con amor, para que reconozcamos ese respeto y amor en cada una de nosotras, y así compartirlo con ellos, los hombres. Porque ellos tienen que aprender del respeto y el valor de verlo reconocido en cada una de nosotras, no olvidemos que en su mayoría las mujeres somos las que educamos a los hijos, e hijas del mundo, entonces, ¿por qué les enseñamos violencia?

Necesitamos aprender a cuestionar, a reconocer lo aprendido y lo que no nos sirve ya, para poder evolucionar las relaciones humanas y basarlas en el respeto, la conciencia y el amor, y erradicar finalmente el miedo, el control y la manipulación, para que veamos una real transformación, una sociedad en respeto y reconocimiento que no acepte en ninguna de sus relaciones la violencia ni el sometimiento, en donde podamos vernos con las cualidades y talentos que nos diferencian a cada uno de los que habitamos este planeta sea hombre o mujer, aprendamos a ver al ser humano que está delante. No importando el género, la preferencia sexual, el color de piel, las preferencias de vida, de religión, de partido político, o equipo de futbol. No importa qué… somos humanos y solo por eso necesitamos reconocer que merecemos respeto y al saber que merezco no permitiré que no me respeten, y a su vez voy a respetar. Porque entiendo el significado profundo de la palabra.

No puedo erradicar la violencia contra las mujeres si no puedo dimensionar que el problema de violencia es un problema mayor que pertenece a un contexto más grande, al de la violencia. Y que con violencia no se va a solucionar. Si acepto el respeto y no permito que no me respeten no lo hago con violencia, ¡ese es el secreto! Necesitamos aprender a respetarnos sin agredir, ni imponer mi respeto, porque eso no es respeto, eso es imposición, y cuando me impongo no estoy respetando. ¡Sí! Es muy complejo y nuevo, y creo que sí se puede un paso a la vez.

Yo propongo observar la forma en que yo (y cada una para sí misma) reviso mi forma de relacionarme con las personas, qué pienso y siento (en este caso) de los hombres, ¿creo que me ven con respeto? Si la respuesta es no, tengo que ver por qué creo que no soy digna de que el hombre me respete, y me enfoco en cambiar esa creencia en mí, qué es lo que sostengo como creencia de que un hombre no me vea con respeto, y lo cuestiono hasta cambiar esa creencia que sostengo. Así puedo desarrollar conciencia interna de reconocer valor y respeto para mí, y por lo tanto, veré que los otros me valoran y me respetan, si no comienzo con un cambio interno no puedo cambiar mi proyección de afuera.

Así, creo yo, y porque me ha funcionado, podremos cambiar poco a poco la conciencia del respeto y el valor. Y con mucha paciencia, porque no, no es cosa de un día, va a tomarnos mucho tiempo, y necesitamos empezar por el primer paso. Ese, yo ya lo he dado. Te invito a que tú también lo des, ¡así de una en una, cambiaremos el mundo!

Serie despertar y permanecer despierta


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