
El egoísmo es algo muy relativo y creo que la mejor manera de explicarlo es dividirlo en dos. A uno le llamaremos moralista y al otro tóxico. Ambos también son relativos y no digo que sean vistos o interpretados tal cual, porque a veces pueden salirse de este estereotipo que ha creado. A veces pueden romper su propia regla y unirse un poco con su querido antagonista.
¿Egoísta moralista o egoísta tóxico?
Hay que diferenciar: aquel que plantea: “Yo soy la persona más importante que tengo y no hay nadie por encima de mí” puede ser ególatra. Poner límites de una manera «egoísta» pero sana es distinto. El egoísta moralista sabe poner en claro que es eres la más importante para sí mismo. Es no dejarse intimidar por alguien, dejarse llevar por las ideas de otro o hacer cosas que no quiere porque alguien más lo pide.
A todas nos ha pasado: No prestamos algún objeto personal (puede ser maquillaje o ropa) por cualquiera de las razones que tengamos e inmediatamente somos catalogadas como egoístas y no es algo con lo que esté de acuerdo. ¿Qué tal esto otro? Alguien te pide ayuda a último minuto o en un momento que ya tenías programado para ti y si lo rechazas, si piensas siquiera en no ayudarle, ya eres egoísta.
Debatamos sobre quién tiene la razón: ¿la persona que pide ayuda a último minuto o quien le rechaza por tener otros planes? Tú eres quién manda sobre tus objetos, tu tiempo y todo lo que tenga que ver contigo. No puedes dejar ni permitir que nadie más te quite eso.
El tóxico
Esta clase de personas no comprenden el título de esta nota. Son las que piensan: “Lo que tú sientes pienses y hagas no es para nada importante, porque sólo importa lo que yo quiero, pienso, siento y hago”.

Foto: Brett Jordan on Unsplash
Son las mismas personas que, cuando alguien realiza una serie de acciones que le benefician, no lo reconocen. Cuando la misma persona deja de hacerlo, sin importar su justificación (estar harta también cuenta) les parece la más horrible del mundo. Automáticamente, todas las acciones positivas anteriores quedan sepultadas por una única vez que esta no hizo lo que el egoísmo tóxico quería.
Pienso que todos hemos estado en ambos bandos y por ello es importante tomar conciencia sobre esto y entender que pensar en nosotros realmente no es ser egoísta.
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