Por alguna estúpida razón nos hemos dejado convencer de que el éxito (empezando por entender el concepto de ello) de una relación de pareja, depende de la apariencia del cuerpo de ambos (más de ella que de él), y que no hay razón para que una mujer o un hombre con bella o perfectas figuras (como pretenden hacernos creer las redes sociales), no tengan pareja, y que, cuando la tienen, seguramente tiene que ser una increíble relación

En mi nunca humilde opinión, son esas ideas tan sin fundamento, lo que tienen tan confundidas a las generaciones más jóvenes (que aún no desarrollan pensamiento crítico) y a algunos no tan jóvenes que no han entendido nada al momento de querer tener una pareja.

Los seres humanos somos más que un cuerpo: somos ideas, experiencias, memorias, resultados de nuestros actos; la apariencia, por más que sea importante en muchos aspectos de la vida (porque sin duda le damos importancia), no es lo que debe de regir una relación de amor. Son la confianza, lo compartido, lo superado, lo que estamos dispuestos a dar al otro, lo que no condicionamos, las muestras de amor y complicidad que van más allá de lo que se comparte en Instagram o Facebook…

Así vamos viendo las imágenes de ciertas celebridades y caemos rendidos ante la idea de JLo y Ben Affleck en la que Ben muy atinado toma del trasero a JLo, (porque guapos e irresistibles los dos), y solos interpretamos una relación idílica que este fin de semana pinta para propuesta de matrimonio con todo y anillo Tiffany Co. de por medio, y le damos aplausos a ambos por saber retomar una relación que antes tuvo infidelidades y tropiezos, pero que en la cumbre de fama de ambos parece un cuento de hadas…

La bellísima JLo en su Instagram

Y por otro lado, vemos portadas de revistas que circulan viralmente y señalan con un dejo de desprecio a los «X» cuerpos más feos de Hollywood y con base en esa apariencia física justifican el divorcio previo, la infidelidad, o el fracaso económico que alguno tiene, lo cual es otra tontería.

Esas revistas venden por el morbo que provoca ver a una modelo subir de peso o a un actor de acción perder la condición física, o a la que fue imagen de cosméticos envejecer… ¡¡¡Hay que despertar!!! Las personas mientras que estamos vivas envejecemos. Unos con mayor o menor gracia, pero el paso del tiempo se nota y está bien, es normal, es lo que corresponde.

Si alguien decide hacerse mejoras estéticas no es el mensaje de esta nota, eso también está bien; lo que me importa es darle una pensada a cómo ligamos conceptos que no tienen nada que ver unos con otros: la belleza física con las relaciones de pareja increíbles; las relaciones estables con poder adquisitivo; la juventud con la felicidad; los hijos con un sentido de realización; el dinero con el éxito; etc., cuando muchas veces los conceptos son excluyentes y hasta opuestos en la práctica.

Un ejemplo que me encanta y que muchos medios y personas critican son Pierce Brosnan y su esposa Keely Shaye Smith (modelo y periodista) y a quien no dejan de criticar por el cambio físico que su cuerpo ha dado con los años.

Brosnan, el amado y apuesto agente 007 ha dejado claro siempre que ama incondicionalmente a su esposa, con quien lleva más de 25 años y que su relación está cimentada en la admiración y el agradecimiento que siente por ella, por la pasión y amor que da a su vida.

Si fuera por la apariencia, Brosnan sería un hombre al que podríamos etiquetar de guapo que merece tener una eternamente guapa con él ¡¡y lo mejor de esto es que la tiene!! Y él lo sabe.

Lo cierto es que Pierce es un hombre de familia, que se muestra enamorado de su esposa y que va de su mano en los eventos más públicos que hay orgulloso de ser su pareja.

La vida del ex agente James Bond ha sido sacudida en varias ocasiones: con la pérdida de su hija Charlotte Emily por cáncer de ovarios, la muerte de su primera esposa años antes, Cassandra Harris, por la misma enfermedad, y el accidente automovilístico de su hijo que lo dejó semanas en el hospital. El tema es que de todo esto se gana sabiduría, y parte del resultado es el matrimonio sólido, estable que tiene con la misma mujer con la que tiene 2 hijos, y cuyo peso y talla pasan a ser irrelevantes, como debe de ser. Y no, tampoco es que merece un reconocimiento al hombre del año por amarla y respetarla así, ambos son dos seres humanos dispuestos a ver en el otro algo más que un cuerpo, como hay millones de parejas que lo hacen en el mundo y que no ponen comerciales, en contraste con otros millones que todo publican y que logran hacer sentir mal a muchas personas que aún no alcanzan el nivel emocional de confirmar que somos más que un cuerpo.

Las relaciones reales conviven en situaciones reales, en la que si no duermes bien amaneces de pésimo humor, en las que ropa sucia y cuentas por pagar, a veces hijos que cuidar y enfermedades y muertes que enfrentar. En la vida real a todos alguna vez nos traiciona el mal aliento o un pésimo hábito que haga casi imposible la convivencia, tenemos manías, malos modos, vidas previas, anhelos que alcanzar y por lo que apostamos lo que tenemos, de eso va el amor y de muchos ingredientes más.

El cuerpo y la belleza como bien decía mi abuela se acaban, pero una persona que te habla, que ojalá sea la misma que te escucha, eso no.

Así que, ni la mano de Affleck en el derriere de JLo, ni Demi Moore en un desfile de modas de corte internacional, ni las Kardashian sin retoque ni yo sin filtros en Instagram somos perfectos y todos somos parte de un todo que tiene poco o nada que ver con ser solo una talla, solo un cuerpo o solo una foto retocada en IG.

Un abrazo,

Karla Lara


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: