Elegir al médico que examinará nuestras partes íntimas suele convertirse en un dilema. ¿Hombre o mujer? ¿Salud pública o privada? ¿Con el de siempre o pruebo con el que me recomendaron?

Sin duda, muchas preguntas nos embargan. Y no sabemos cuál es la mejor opción.

Me atrevo a asegurar que la mayoría, por no decir todas, hemos atravesado por instantes incómodos o experiencias poco gratas al momento de nuestra consulta ginecológica.

En mi caso, había cambiado de ginecólogo, porque emigraban del país, incrementaban excesivamente sus consultas o, simplemente, perdía el contacto. Entonces, decidí probar otra opción –una que resultó una locura-. Ingresé en una página de cupones en la que ofrecen diferentes productos y servicios por debajo de los precios del mercado. ¡Allí estaba! una oferta «imperdible«: mamografía, citología, eco transvaginal, entre otros, por un único monto. Adquirí el cupón, pauté la cita y me aventuré al consultorio.

Al llegar, noté que el edificio estaba viejo y deteriorado, además de encontrarse en una zona un poco peligrosa. Seguí con mente positiva hasta el piso que me habían indicado. El sitio lucía casi desierto. Los comentarios en la sala de espera eran de mujeres que habían adquirido la «rebaja» a través del portal web. Ninguna conocía al doctor. Continué esperando, haciendo caso omiso a estas señales de alarma. Después de un rato apareció el hombre al que la recepcionista saludó como: ¡doctor Daniel!

No soy de las que juzga de entrada, ni se deja llevar por la primera impresión, pero al verlo pensé en una sola palabra: inexperiencia.

Lucía muy joven, incluso menor a los 30 años. Llegó mi turno. El doctor llenó mi ficha médica, pidió datos personales y todo parecía normal; el problema inició cuando bromeó con mis respuestas: «¿pareja estable? ¡no creo que no le hayas sido infiel nunca!, ¿tres hombres nada más? actualmente las mujeres no mantienen esa cifra». Desde allí inició mi incomodidad. Al tener que desnudarme y pasar a la camilla, no sabía qué esperar. La enfermera o ayudante parecía tener más conocimiento que él, incluso lo corregía. La citología me dolió más de lo normal. Respiré cuando terminó.

Según el eco, todo lucía normal, sin lesiones o anomalías. Quedaron en avisarme para retirar los resultados. Decidí atender a mi sexto sentido y acudir a otro ginecólogo, recomendado por una amiga. Todo estaba en orden y la experiencia fue totalmente distinta. Se notaba que era un «profesional» y su ética era intachable.

Lo peor no había pasado…

Recibí una llamada de la secretaria del doctor Daniel, en la que me pedían que fuese a retirar mis estudios. Me extrañó porque habían pasado casi dos meses. Asistí para recibir una noticia que, en ese momento, me tomó por sorpresa: «tienes VPH» (Virus de Papiloma Humano). Para mi fue muy extraño, no me pareció imposible, pero tampoco viable; tenía una pareja estable y ambos nos sentíamos bien, nunca había tenido molestias ni verrugas. Además, el segundo doctor lo hubiese notado al examinarme o al ver los resultados de la citología. El doctor Daniel me recomendó varios procedimientos invasivos. Dentro de mi «ingenuidad» pensaba: ¿por qué tiene que quemarme si no tengo ninguna verruga?

Si bien es cierto que muchas personas contraen la enfermedad sin presentar síntomas es «impensable» que te extirpen algo que no posees. Sus palabras no tenían fundamento y parecía no tener conocimiento al respecto. Por supuesto, quedé en pautar una cita para el procedimiento y nunca volví. Acudí a otros especialistas y todos coincidieron en que solo quería «sacarme dinero». De hecho, el tratamiento sería realizado por un precio absurdo.

Mi moraleja de esta vivencia: Lo económico termina resultando más costoso. Me ahorré algunos pesos, pero gané incomodidad, ansiedad y preocupación por alguien que no contaba con la experiencia suficiente.

Cuando elijan a su médico de rutina, verifiquen su trayectoria, opten por sitios recomendados y nunca, nunca se queden o regresen a un sitio donde no se sientan cómodas. Además, chequéate por lo menos una vez al año. ¡Tú salud lo vale todo!

 

#MesdelaSalud #BienestarConsciente

 

 

 

 


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