Hoy acaba el año 2020, en cuestiones del mundo, del proceso de conciencia, de la tierra, de los humanos, creo que ha sido el año más importante que hemos vivido como civilización.

Es un año que cambió todo, que puso en la balanza tanto de lo que estamos haciendo como especie, y que nos dio oportunidad de “redireccionar las velas del barco” para lograr llegar al puerto que como humanidad queremos llegar.

Y ¿qué “puerto” es ese?

Pues yo creo que queremos como humanidad un planeta respetado, cuidado y amado, y necesitamos hacer algo para que eso se vea reflejado en el planeta, y como especie queremos reconocernos como seres luminosos que amamos y nos reconocemos en el otro, que los honramos, los respetamos y los amamos, porque nosotros lo hacemos con nosotros mismos. Y aunque sé que estamos en una transición para reconocernos como seres de amor, creo que este evento sin precedentes nos ha traído mucha reflexión para ver cómo estamos viviendo nuestras vidas, y buscar hacer nuevas cosas para empezar a ver lo que queremos del mundo y de la vida allá afuera, en nuestro entorno.

He escuchado a muchas personas quejarse amargamente de este año que termina, otras estar felices porque ya se acaba, y otras, como yo, celebrar y agradecer que pasó, me siento feliz de saber que somos capaces de parar el mundo para tomar un respiro, reflexionar y replantear. Creo que todos, de una u otra forma hemos replanteado algo de nuestra vida en este año, y eso, para mí es un gran triunfo, es que en serió ¡imagínate! ¡PARAMOS EL MUNDO! ¡Lo paramos! Todos, nos detuvimos, y aunque muchos se asustaron y no han querido responsabilizarse de su poder, otros están sorprendidos de ver que lo pueden hacer.

Yo te invito a hacer un recuento del año, si quieres ver lo que no te gustó y que quisieras que no vuelva a pasar en tu vida, pero también ve aquello que si hiciste nuevo, para mejorar tu vida, para mejorar tu entorno, porque por “terrible” que haya sido el año, estoy segura que todos, sin excepción hemos vivido algo que nos ha hecho crecer, como personas, como padre, madre, hijo/a, hermana/o, etc, todos hemos hecho algo diferente que podemos aquilatar para ser mejores incluso como habitantes de este planeta.

Sé que muchas personas la pasaron mal, y aún ellos, estoy segura, que han encontrado experiencias de las que se pueden sentir agradecidos y saber que algo nuevo hicieron y cambiaron para crecer. Todo es cuestión de perspectiva, y así podemos enfocarnos en eso que podemos hacer para crecer como personas, como individuos, como compañeros de viaje, y encontrarle todo lo expansivo a este año. Porque tiene mucho, tiene tanto y depende de nosotros que lo podamos ver. Para crecer, para aprender, para ser más de la belleza y la luz que somos y que muchas veces no podemos ver.

Yo te invito a hacer tu recuento, cuantas cosas nuevas hiciste este año, en qué reflexionaste, qué descubriste que no te habías dado cuenta, en qué pusiste atención que no habías puesto porque estabas tan atareado que no te dabas tiempo de mirar. De qué manera eres una mejor persona al terminar el 2020, ¿ayudaste a alguien? O a lo mejor viste por ti, como nunca lo habías hecho. Retoma tus experiencias y reconócelas, y celebra este gran año que nos trajo tanto para aprender. Elige ver lo que construye, y no te quedes con lo negativo, es cuestión de enfoques, y depende de ti.

Enhorabuena y que el nuevo 2021, sea una nueva hoja en blanco que nos deje poner en práctica todo lo aprendido en este 2020.

¡Feliz año nuevo!


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: