La espera a tu llegada ha sido la promesa de la alegría que había sido usurpada por dolor y tristeza al tener que transitar duelos seguidos.

Sí, la vida es una montaña rusa, en la que a veces estás arriba disfrutando en compañía de todos los que amas y de repente te encuentras abajo aterrada y lidiando con la tristeza y el dolor, y con todo esto… ¡la vida es bella!

Eres como la luz de la mañana que ilumina el día diluyendo cualquier temor que pudiera aparecer en lo más oscuro de la noche, quizás es una responsabilidad muy grande para un pequeño ser, lo bueno es que tú no tienes nada que hacer más que sonreír para que nos pongas de cabeza y sonriamos todos a tu alrededor.

Tu llegada nos transformó la vida, nos sacó las lágrimas de gozo más tiernas e inocentes que hayamos vivido, nos dio un vuelco al corazón y nos inyectó alegría y sonrisas, porque con los años uno se vuelve más sensible y vulnerable a ser derretido por las nuevas vidas, estas terceras generaciones que nos dejan disfrutar la inocencia y la magia de la vida en un pequeño cuerpecito sin la responsabilidad de tener que hacerse cargo porque el nivel de abuelo esos regalos da.

Y aunque no eres mi nieto, una partecita me toca por ser tu tía abuela. Me dejas practicar y me robas ese amor profundo que será solo tuyo, no importando que algún día llegue otro primito y me vuelva loca otra vez.

Tú me has enseñado las sonrisas más auténticas y penas, no he conocido ser más seguro de esa alegría que irradia, y de todo este amor que eres capaz de recibir, porque todos los que te rodeamos estamos locos de amor por ti, y tú con esta ligereza lo recibes y lo aceptas. Y nos regalas con una gran sonrisa y unas trompetillas felices.

Eres el mejor pretexto para escribir el día del niño, no necesitaba que lo fuera, pero hoy me inspiré y decidí dedicártelo a ti, y por supuesto que también a tu mamá que sin ella las cosas no podrían ir tan bien.

Gracias a los dos Rosy y Hetor por su ligereza, y libertad de dejarnos entrar en la vida de Santi y hacernos participes de su crecimiento y desarrollo no se si es más nutridor para él o para nosotros porque no cambio por nada la mirada de mi mamá cuando lo abraza, o el deseo de cargarlo de mi papá en cuanto lo ve. Pero lo que disfruto con gran alegría es ver a la abuela sonreír sabiendo que hay mucho por qué vivir, y ver al padrino tener un motivo para ser ejemplo a seguir. Y también veo la esencia de Carlos y de Caro en él, y entonces siento que estamos todos.

Gracias Santi por este vuelco de vida y aguas claras y ligeras que nos has traído a todos, y sin carga ni responsabilidad, en total libertad de ser como solo tu tengas que ser, te amo y te agradezco por todo lo que me has hecho crecer y regalado ya a tu corta edad. Aquí me tendrás siempre para abrazarte si me dejas, y hasta cuidarte si algún día tu mamá lo necesita.

Feliz día mi niño hermoso, pretexto para escribir.


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