Arrancamos el 2021 y me parece sin duda que este será un año de muchas verdades, desde la información que recibimos afortunadamente cada vez con menos filtros, hasta la que generamos, que ojalá sea igual.

Cuando te dedicas a los medios de «comunicación» identificas que comunicar consiste en la acción consciente de intercambiar información entre dos o más participantes, de los cuales uno es el emisor y otro el receptor del mensaje, y entre el primero y el segundo existe, además, la decodificación, es decir; lo que se interpreta y se entiende del mismo. Hasta ahí la teoría..

Sin embargo; en la vida real resulta que la comunicación cada vez es más complicada, primero porque cada uno de nosotros tiene una interpretación personal de todo que puede ser completamente única y distinta a la interpretación de los demás sobre el mismo hecho; y porque la comunicación hoy tiene muchos medios que, al ser tantos, a veces se vuelve complejo entregar un mensaje que puede ser de lo más sencillo.

Me parece muy importante tratar de mantenernos lo más congruentes posibles al momento de comunicarnos, a lo que yo le digo «ser, no solo parecer».

Y en ese «ser» es en donde me encuentro con algunas verdades que algunas veces son incómodas y otras tantas, la verdad, innecesarias.

Las redes sociales por ejemplo, nos permiten decir más de lo que quizá diríamos en persona, ser en algunos casos más abiertos o sentirnos protegidos por una distancia digital que nos mantiene «a salvo» con un permiso tácito para decir algunas cosas, dar nuestra opinión o simplemente «comunicarnos».

Cuando digo que el 2021 será un año de verdades me refiero a que ojalá hayamos aprendido algunas cosas del 2020 y podamos vivir un poco más transparentes en nuestras acciones y en nuestra comunicación y que podamos ser más honestos pero empáticos, tratando de entender al otro antes de emitir un juicio, haciendo lo posible por ser más humildes, más genuinos, menos duros, menos cínicos…, porque decir la verdad no quiere decir que puedes imponer «tu verdad», no significa ser indolentes a las realidades de otros, no significa que tú o yo lo hacemos mejor que otro, ni que somos superiores a nadie.

Todos necesitamos de todos, si no siempre, eventualmente. Y esa máxima es necesaria tenerla en cuenta cuando hablamos, cuando en nuestra comunicación pretendemos aleccionar a alguien y no solo dar un consejo, cuando nuestra opinión va cargada de juicios personales y no solo de una sugerencia. Con los primeros que tenemos que ser francos y cambiar la comunicación es con nosotros mismos: ¿cómo nos hablamos?, ¿qué nos decimos?, ¿cuánta verdad interna soportamos?, ¿cuántas mentiras nos contamos?

No todo lo que brilla es oro, apostemos por «el menos es más», a veces es más escucha que habla, más dar que recibir, menos opinión y más acción, menos juicio y más tolerancia, más verdades y menos mentiras, menos falsos conocidos y más amigos, más franqueza y menos cinismo.

Hay que hacernos cargo, de lo nuestro, de lo que sale de nuestra boca, de la manera en que manifestamos nuestras emociones e intenciones y orientarlas ya a vivir mejor y a vivir en paz. El mundo, sí, el tuyo y el mío requiere más de nosotros y menos de nuestro ego.

Seamos mas francos y menos cínicos. Feliz inicio de este 2021.

Karla Lara


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