Frida Kahlo nos pertenece a todos. A ti y a mí; a las miles y miles de personas que a lo ancho del globo se sienten conmovidas e inspiradas por su manera intransigente y desgarrada de amar, por su sed inapagable de vida, de creación artística, de amor aun en medio de terribles sufrimientos físicos y sentimentales; a todos los que son capaces de percibir ese misterioso magnetismo que emana de sus originalísimas pinturas.

Así, pues, en este mes cuando celebramos un aniversario de vida y muerte de una de las artistas más importantes del siglo XX, queremos dejar a un lado las biografías oficiales -desabridas y resabidas- para aproximarnos a la vida y personalidad de Frida desde la perspectiva de quienes mejor han sabido expresar su afecto y admiración por ella: un conjunto de jóvenes artistas plásticos quienes, ya con sentido del humor, ya subrayando la faz más trágica de su existencia, la han retratado.

«Yo soy de las estrelladísimas«

Aciid, autor mexicano

Esta propuesta es del diseñador gráfico mexicano Aciid. Aquí vemos a Frida rodeada por una aureola similar a la que solían emplear los pintores de la Edad Media para indicar la condición de santo de determinados personajes representados en sus obras. Y por si aún nos queda alguna duda de que la intención de Aciid es atribuirle el rango de santidad a la atormentada vida de Frida, pues basta notar las ramas espinosas que se cierran como dos tenazas sobre la cabeza de la figura: ¿no te recuerda la corona de espinas de la que habla el Evangelio, con la que los soldados romanos se burlaron de Jesucristo?

Por último, al pie de la imagen, bajo la palabra «dolor», se lee una cita de la propia Frida Kahlo: «Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar».

Y es que, en efecto, el sufrimiento se hizo presente muy pronto en la vida de Kahlo. A los seis años enfermó de poliomielitis, la cual le originó los graves daños en la matriz que la privarían de por vida de la alegría de ser madre. En 1925, cuando contaba 18 años de edad, un accidente de tránsito le produce una lesión en la espina dorsal y le deja varios huesos rotos.

Hay algunos que nacen con estrella y otros estrellados, y aunque tú no lo quieras creer, yo soy de las estrelladísimas. – Frida Kahlo

 

Un intercambio de infidelidades

Frida por el artista amante de los astronautas Tom Colbie

Esta retrato, obra de Tom Colbie, es un derroche de sentido del humor. Los dos cuernos no pueden ser más notorios, como notorias fueron también las repetidas infidelidades con que Diego Rivera atormentó a Frida.

«Quizá esperen oír de mí lamentos de `lo mucho que se sufre´ viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr (…)» – FK

Pero Frida, por su parte, como se puede ver en la imagen, tenía un gran, gran corazón, lo suficientemente amplio como para amar tanto a hombres como a mujeres y mostrarle de vez en cuando a Diego cómo se siente el aguijón de la infidelidad. Porque sí, también Frida le fue infiel.

«mi lo verá in the night, in the little tree, pa´ darnos al amor…» – FK

Una de esas infidelidades fue con Chavela Vargas, durante un año en el cual la cantante vivió junto al matrimonio Rivera-Kahlo en la casa de este, en Coyoacán. En una carta dirigida a Carlos Pellicer, podemos leer a Frida expresándose libremente: «...Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana; es más, se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo. Pero creo que es una mujer lo bastante liberal que, si me lo pide, no dudaría un segundo en desnudarme ante ella”.

Frida con Chavela Vargas

Frida con Chavela Vargas

Otro de sus amantes fue el fotógrafo Nickolas Murray, a quien conoció en México en 1931, poco tiempo después de haber contraído matrimonio con Diego. A través de encuentros intermitentes en Nueva York y San Francisco y un nutrido intercambio epistolar, la relación duró diez años.

Sin embargo, las cartas de amor más valiosas que escribiera Frida son, sin la menor duda, las que le dirigió a Josep Bartolí, otro de sus romances, un republicano catalán que huyendo de las garras del fascismo llegó a México, donde hizo carrera como pintor. Las mismas -25 en total- fueron vendidas en subasta por la nada despreciable suma de 137 mil dólares.

El par de cejas que venció a la muerte

Mimi Ilnitskaya

A Mimi Ilnitskaya, oriunda de Kazajistán, le debemos este siniestro e impactante retrato. La muerte… Es como una maleta con doble fondo: bajo la firme base de lo que parecía perdurable, sólido, eterno, ella revela lo fugaz y lo pasajero, la erosión lenta pero inexorable con que el tiempo somete a todos los seres, animados o inanimados.

En Frida esa erosión se hizo evidente ya diez años antes de su fallecimiento, cuando su salud empezó a manifestar síntomas inequívocos de un grave deterioro. Entre 1950 y 1951 es internada en el Hospital Inglés.

«Doctor, si me deja tomar este tequila le prometo no beber en mi funeral». – FK

Dos años más tarde le es amputada la pierna derecha, ante el peligro de que contrajera una gangrena. Finalmente fallece el 13 de julio de 1954, en La Casa Azul, donde viviera su infancia y donde transcurrieran también los primeros años de matrimonio con Diego.

Sin embargo, y como podemos confirmarlo al mirar el retrato de Frida ejecutado por Ilnitskaya, no solo las obras de arte e historias de amor de aquella alcanzaron la inmortalidad… También los hicieron esas negras, enormes, generosas cejas. Unas cejas que han trascendido más allá de la muerte.

«¡Viva la vida», exclamaba Frida. Y nosotros añadimos: ¡Que viva Frida! ¡Que vida su arte! ¡Que vivan sus cejas!

 

¿Te gustaría conocer más retratos de Frida Kahlo realizados por jóvenes artistas contemporáneos? Aquí abajo te dejamos un puñadito de ellos.

 

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

Guardar

 


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: