La semana pasada Louis Vuitton develó su nuevo proyecto en colaboración con el artista plástico Jeff Koons. Esta no es la primera vez que la casa de moda incorpora manifestaciones artísticas y a sus creadores, de hecho, recordamos y añoramos la excelente obra realizada entre Yayoi Kusama, Marc Jacbos y Louis Vuitton. Sin embargo, creo que es la primera vez que la colección ha generado más una opinión que una ovación por el producto final.
Como todo lo de Koons, el resultado ha causado reacciones, algunos lo han descrito como algo interesante y otros, como algo confuso, pero en su mayoría han expresado que es algo incómodo de ver. Al final, las posturas interpretativas que puedan servir a la hora de ver arte, no necesariamente aplican en el objetivo de la comercialización de un producto y menos de una casa tan comercial como Louis Vuitton.
De hecho, jamás imaginé ver plasmadas en una carteras obras de Van Gogh, Da Vinci, Tiziano, Rubens y Fragonard. En teoría el artista tomó las obras del pedestal para comercializarlas, pero tomó creaciones tan populares y que han sido tan imitadas, creo que he visto hasta un delantal con la mona lisa plasmado en él, que le resta a la maison del lujo su intrínseca importancia y la masifíca en una estrategia de ventas, pero claro a precios de verdadero lujo, entonces nada de esto tiene mucho sentido.
A la hora de comprar el consumidor define la moda como algo que me gusta o no, pocas veces es que alguien comprende una pieza y la compra, desde el punto de vista de mercadeo esto vendría siendo enorme, por lo que este concepto es muy extraño.
Por su parte, acá no hay nada que comprender, no se trata de asumir posturas o manifestar emociones, se trata de un producto que no es bonito. Creo que las reacciones que he visto han sido risas nerviosas, risas de burla, gestos de disgustos y algo que se siente “barato”. Por ejemplo, ni mis amigos “kitsch-ista” han sentido una afinidad por esto.
Y créanme, coincido con el lema de Oscar Wilde: “uno debería ser una pieza de arte, o vestir una pieza de arte”, pero creo que la alusión de esto era ser eternamente bello, interesante, espléndido y no algo tan figurativo que plasme de manera tan directa y, algo grotesca, las piezas mas conocidas de grandes maestros.
Simplemente esta colaboración falló, pero como siempre Koon logró llamar la atención.
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