En el mar que representan las redes sociales, me encontré con un video que básicamente me hizo reflexionar sobre qué detona en mi persona ver ciertos contenidos y de qué manera los relaciono con mi imagen personal, especialmente si tienen que ver con la apariencia física. Esto a cuenta de que, en el video, el mensaje era algo así como que la publicidad, la celebridad, la modelo, el actor, etc., no tienen la culpa de tus inseguridades.
Voy a poner en contexto lo que les comparto antes de que se me vayan a la yugular.
Soy una mujer entrada en los cuarentas y tengo una familia. Estudié una carrera profesional que ejercí muchísimos años y trabajo desde que tengo 19. Elegí casarme y también tener hijos, tengo 4 y cambios en mi vida han habido infinitos relacionados y no con: mi género, mi estado civil, mi preparación académica, mi experiencia profesional, mi edad, etc.
Compartido lo anterior, reconozco que la publicidad, la mercadotecnia y los medios en general, nos ofrecen imágenes que reflejan muchas veces (no siempre) la tan anhelada perfección femenina, masculina y neutral, y que a veces parece (pero no es), una exigencia social y propia. Casi se nos obliga a replicar esos modelos de perfección en nuestra persona y no todas las audiencias tienen el criterio, la edad, el conocimiento y la experiencia para interpretar de manera «correcta» (que no hay), los mensajes publicitarios y por ello, afectan (y mucho, si lo permitimos), nuestra vida y nuestra manera de relacionarnos.
Nueva forma de vernos
Como contrapeso existen las tendencias (que aplaudo) sobre reforzar la autoestima, el amor propio, mostrarnos más reales y con menos filtros; el body positive, el body neutrality, el no makeup beauty, etc., etc., etc… PERO… lo cierto es que creo que, si ya eres adulto, lo que sea que contengan los mensajes publicitarios, los contenidos de las imágenes de las celebridades, los contenidos de los influencers y cualquier otra forma de información y datos que decides consumir, NO tienen por qué afectarte.
Para empezar somos adultos y para seguir, tienes la opción de decir no, lo que eso signifique: no seguir, pasar de largo, bloquear, dejar de seguir, cambiar el canal, cambiar la estación, cerrar tus redes, etcétera. e
Aquí llego al mensaje de mi nota: la culpa NO la tienen las Kardashian (ni su delgadez, ni su estilo de vida, ni su apariencia, ni Kim, ni Kendall), tampoco son responsables de nuestras decisiones respecto a la manera de auto amarnos ni Britney, ni JLO, ni ningún influencer que pueda o no compartir información real o inventada, porque (falta de ética aparte), pues menores sin criterio no somos, así que si vemos una imagen que es o nos parece inalcanzable de alguien famoso y ello nos frustra, vale la pena retomar el camino y comprender, en forma adulta y madura, que ni ellos se muestran perfectos para nosotros (sino para quienes les pagan por mostrar su imagen) y tampoco tienen la culpa de nuestras inseguridades.
Que mujeres y hombres adultos elijan vivir en una añoranza irreal de los que «NO pueden ser o hacer», comparándose con personalidades es una responsabilidad individual.
Entiendo que miles de jóvenes y niños son víctimas de esas imágenes, que se pierden en el camino y que incluso, ponen en peligro desde su patrimonio, seguridad, salud o integridad para parecerse a esos modelos de vida que observan en redes. Pero esos jóvenes y niños están teniendo un acceso inadecuado a esos contenidos, parece que eligen pero no lo hacen, los contenidos ahí están, a un clic de distancia y somos los adultos responsables los que tenemos la responsabilidad primaria de darles filtros para que tomen decisiones inteligentes.
Tenemos que criar niños fuertes desde la base.
No es el trabajo de nadie ser lo suficientemente «real» para los demás para que esos tantos «otros» se sientan «suficientes», «adecuados», «capaces» y que no sufran al grado de poner en riesgo su salud mental porque lo que miran los hace sentir menos o mal.
Las generaciones llamadas de «cristal» sí se afectan mucho porque NO los estamos criando para lidiar con sus propias emociones, sentimientos e ideas.
Les hacemos creer que la burbuja de una red social es a todo lo que pueden aspirar. Mandamos el mensaje equivocado de que ser youtuber o tiktoker es un modo de vida (millonario, por cierto).
Despertemos a la realidad: siempre, en todos los tiempos desde que existe la publicidad, los modelos a seguir han existido.
Hoy tenemos la ventaja de poder informarnos más y mejor sobre cualquier tema en cualquier momento, ¿no es momento ya de hacernos cargo de nuestras emociones, traumas y heridas de la infancia sin resolver? Entiendo que NO siempre es fácil, entiendo que a veces no entendemos siquiera qué sentimos cuando «algo» externo nos hace sentir mal… pero TODO es una elección. No porque exista es para ti, no porque lo viste o lo escuchaste lo tienes que seguir, copiar, comprar, replicar, compartir o estar de acuerdo… Le llaman «libre albedrío» y supone ser la capacidad de elegir cómo actuar y pensar, reaccionar o accionar.
Sí es complicado, se resume a «voluntad»: quieres o no quieres. Como adulto puedes elegir… La culpa NO la tienen las Kardashian, la tenemos cada uno de nosotros.
Karla Lara
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