Hace poco platicaba con una amiga que me dijo «todos estamos enfermos, pero algunos todavía no lo reconocemos»; y lo cierto es que me sacudió un poco.
En una sociedad en la que se sobrevalora la apariencia y la idea de «estar bien», lo que sea que nos ponga mal, se tiende a minimizar.
Poco a poco se ha intentado normalizar el cuidado y la atención de la salud mental (lo que aplaudo y agradezco), sobre todo porque existía una idea general arraigada de que la enfermedad mental es el extremo de alguna neurosis que requiere atención médica, pero que el día al día en el que nos asalta la ansiedad, o la tristeza, el insomnio o simplemente pensar en cosas tristes o fatales aparentemente de la nada… eso no es nada que requiera ayuda externa, y ¿saben qué?, eso se llama «trauma» y está en todo lo que hacemos. El tema es encontrarle el lado valioso que nos haga más sabios de nuestras propias emociones.
Recién tuve la oportunidad de ver un documental titulado The Wisdom of Trauma (La sabiduría del trauma), protagonizado por el Dr. Gabor Maté, en un momento en el que por cierto; yo misma estaba atravesando un trauma del que no tenía consciencia hasta mirar el documental, porque en esos días mi familia y yo nos contagiamos de Covid.
¿Quién es el Dr. Gabor?
El Dr. Gabor Maté es escritor de Best Sellers y médico, quien durante veinte años ejerció la medicina familiar y cuidados paliativos, para después trabajar durante otra década más en Vancouver Canadá con pacientes mentales y con problemas severos de adicción. Es experto en trauma, desarrollo infantil y la relación entre el estrés y la enfermedad (que tanto nos ha revelado a últimas fechas). Es creador de un método denominado «Harm Reduction» (Reducción del daño), para acompañar a pacientes con adicciones de los que no cabe esperar la sobriedad.
El documental del Dr. Gabor comparte los testimonios de personas que son sobrevivientes de experiencias traumáticas y nos lleva, literalmente de la mano, a los orígenes y a las consecuencias del trauma y de cómo esos traumas tan «individuales» afectan la vida de los que nos rodean e incluso se reflejan y proyectan en los sistemas que nos rigen: escuela, convivencia laboral, el sistema penitenciario, etc.
No sé ustedes, pero a mí hace algún tiempo me era fácil usar las frases «me trauma que…», «me quedé traumada», «es traumante», sin que ni siquiera le diera una pensada a lo que estaba diciendo, solo quería dar énfasis a los que iba a compartir. Luego, años después y con traumas reales en mi vida (la pérdida de mi papá, luego de mi hermano y las cosas de la vida), dejé de usar esas expresiones y empecé a creer que el «trauma» tenía que ser algo bastante más grande que eso, algo que tiene tinte de tragedia o de irremediable frente a lo cual eres impotente, pero al ver el documental entendí puntos muy importantes.
Los veintes que me cayeron
El trauma es un evento que interrumpe el desarrollo ordinario de un ser humano, la mayoría tiene su origen en la infancia y la consecuencia es que generan una desconexión de nuestro ser con todo lo que represente la experiencia traumática y esos traumas de la infancia los provocan en su mayoría los cuidadores principales, pero a veces también el ambiente en el que crecemos. Lo fuerte es que la huella de ese trauma prevalece y si no sabemos reconocerlo y sanarlo, va a afectar mucha de nuestra interacción con el mundo.
Es tan grande el trauma, que la mayoría de las adicciones y de la insatisfacción que prevalece en nuestra sociedad vienen de alguno, la manera de consumir, de aparentar, de querer cambiar nuestra apariencia, de acumular, de tener miedo, ser desconfiado, pensar lo peor del otro, mentir, competir; porque el trauma que tengo me dice que el mundo es un lugar inseguro para vivir y que las personas alrededor en su interior son malas para mí y por eso tengo que ser más grande y con ese móvil vamos olvidando nuestra verdadera misión en el mundo: ser y permanecer felices sirviendo a los demás.
También me he topado con la máxima que ya es mas aceptada: «está bien no estar bien», pero les comparto una que causó mas efecto en mí: «No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma», y con esta retomo la idea inicial, para que una sociedad enferme, somos sus integrantes los portadores de lo que sea que la enferme y es momento de parar, de ver hacia dentro, de reconocer en ese espejo interior cuáles son nuestras heridas de la infancia, esos momentos que nos provocaron los miedos e incertidumbre que prevalecen en nuestra mente y en nuestro corazón, que sembraron emociones en nosotros que probablemente hoy nos impide sentirnos plenamente felices. Importa, entonces, reconocer que ahora nosotros podemos impactar la vida de otra persona y sumar o ayudar a sanar un trauma existente.
Mis aprendizajes:
- Existe evidencia científica de cómo el cuerpo (funciones, envejecimiento, afecciones y desarrollo) refleja el grado de trauma que tenemos las personas.
- Que nuestra capacidad de resiliencia depende mucho del nivel de trauma que tenemos; por ellos nos adaptamos con mayor o menor dificultad a los cambios inesperados de la vida.
- Que NO tiene que pasarte algo tremendo e insufrible para que sí te afecte a nivel de trauma, porque el cerebro se afecta de manera individual.
- La esencia del trauma es siempre consecuencia del abandono emocional y de la falta de amor del bueno.
- El trauma se detona por la ausencia en nuestro interior de una energía sabia emocionalmente, calentita y maternal o paternal que nos reconforte y que nos ayude a superar lo que sea que nos pase.
- Las experiencias adversas en la infancia aumentan la probabilidad de que se produzca trauma y causen más efectos en la vida adulta.
- El 64% de las personas que están en la cárcel han sufrido muchas más experiencias adversas en la infancia que el resto de personas (como maltrato emocional, abuso, negligencia o golpes), con este dato podemos darnos una idea de lo rota que estaba nuestra sociedad antes de la pandemia y lo que nos espera con el incremento de violencias en casa durante el confinamiento.
- Estar con personas multi estresadas y desconectadas de sí mismas (padres para los hijos) ser sistemáticamente ignorado es suficiente para sufrir un trauma.
- El trauma no son las heridas, ni el miedo, la rabia, la tristeza o la soledad que quedan como resultado de haber vivido una experiencia adversa o en un escenario negativo demasiado tiempo. El trauma es la desconexión de tu ser, la represión de tu verdad, de tu voz interior, por no haber tenido a quien expresar todas esas emociones que no podías soportar ni un segundo más en soledad.
- EL TRAUMA NO ES LO QUE TE PASA… El trauma es lo que pasa dentro de ti como resultado de los pocos recursos interiores que tienes para lidiar con lo que te ha pasado.
Da igual ser brillante, preparado intelectualmente, con éxitos vigentes, tener dinero o ser famoso o reconocido, el sufrimiento que genera el trauma no se irá hasta reconocer el origen de esa dolencia emocional. Se puede resolver o sanar el trauma conectando de nuevo con la energía creadora, de construir de cero relaciones con personas que sí estén conectadas con su verdad, para ver lo que tú mismo has callado y lo que debes reconocer.
Te recomiendo el documental, me parece imperdible, todos tenemos algún trauma que sanar para lograr esa reconexión que tanto urge, que tanto rescata y tanto rescataría a más y más seres que merecemos ser felices en esta sociedad.
Karla Lara
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