Mildred Pérez de la Torre ganó el premio Quimera a Mejor Literatura Queer con la novela corta Lo hice por amor. Aquí nos comparte lo que hay detrás de sus personajes, el proceso creativo de la obra y las pequeñas obsesiones que la llevaron a construir un relato tan bien logrado.

Por Fátima Escobar

Mildred Pérez de la Torre en el Jardín del Fauno. Foto. C. Cuellar

Mildred nació un 24 de mayo y, como buena Géminis, le gusta hacer muchas cosas a la vez. Su mente siempre activa la ha llevado hacer desde corrección de estilo en la revista Indie Rocks y la curaduría web en el suplemento Sibarita del diario El Financiero, hasta dar clases de inglés y ser DJ en el bar Jacarandas de Tepoztlán (donde hoy a sus 34 años reside); además, ha escrito sobre música, arte y libros para revistas como Rolling Stone México, Marvin y Replicante. Mili, adora escuchar música con sus audífonos mientras camina por las calles del pueblo mágico donde ahora vive, ver películas y disfrutar de un buen drink y plática con los amigos.

Lo hice por amor es una historia tan bien narrada que hace de la lectura una delicia. Cuéntame, ¿cómo fue el proceso de escritura?

Cuando era adolescente, estuve en terapia psicoanalítica durante varios años –de hecho, en mis agradecimientos está mi psicoanalista, Beatriz Piña Barba–. Fui una adolescente conflictiva y rebelde, y en el libro pude plasmar muy bien esa experiencia. Me divertí mucho al recordar cómo es el juego entre terapeuta y paciente, y de ahí viene mi personaje de Martha. Por otra parte, un amigo me contó de un caso donde la familia sospechaba que la psicóloga tenía una relación con su hija, y ahí encontré la parte sexual y erótica.

Tanto tiempo de psicoanálisis me ayudó a ser una persona muy observadora y analítica, y desde esta perspectiva es como hago que Martha sea la narradora

¿Cómo se fue entrelazando la historia entre ellas?

Pensé en que Martha, la psicóloga, sería la directora de la escuela de Eugenia, donde se conocen y se relacionan; además, Martha tenía que ser la psicóloga “loca”, que sufre con ciertos traumas por su cuerpo, la cual siempre se contiene y se aguanta, pero en el fondo sabe lo que quiere. Eugenia es una “escuincla vulnerable” y cae en la trampa, pero se la regresa bastante bien, hasta que al final le reclama. La parte sexual quería que fuera “enferma”, por eso se llevan 30 años, y claro, además todo lo llevé a los extremos.

Entonces, el nivel psicoanalítico lo abordaste en varios sentidos.

Sí, desde el aspecto sexual y los conflictos de quedarse en el clóset, hasta lo hiriente que llega a ser la mamá de Martha y el rechazo que sufre por ser una mujer que quiere ser hombre; por otra parte, muere la mamá de Eugenia y su papá, simplemente, la ignora. Tanto tiempo de psicoanálisis me ayudó a ser una persona muy observadora y analítica, y desde esta perspectiva es como hago que Martha sea la narradora, que analiza y da consejos, pero también revela una mente enfermiza.

Hay diversos recursos literarios en la narrativa, como los saltos en los tiempos. ¿Por qué recurriste a ello?

Precisamente lo de los saltos en los tiempos ha sido lo que más le ha gustado a los lectores, además de los diálogos de Martha con el Corazón. Recuerdo que cuando estudié el diplomado de Creación Literaria en la Sogem, un profesor me dijo que yo “brincaba” demasiado, que debía contar mis historias en forma cronológica, ¡pero eso me aburre! Me encanta ver series y películas que entrecruzan los tiempos, por ejemplo Mulholland Drive, de David Lynch, o Reconstrucción, de Christoffer Boe. Mi cabeza es así, todo el tiempo estoy en el presente, pero recuerdo cosas del pasado o estoy futureando.

Desde el principio, el libro te atrapa ¿Cómo lo conseguiste?

¡Sí!, me pasé días pensando sólo en cómo sería la primera línea de la novela para cautivar a los lectores. De repente pensé: “Si algo voy a extrañar de Eugenia es su sonrisa”. Lo escribí de inmediato y desde ahí me solté, sabía que empezaría en el presente y contaría toda una historia.

Es muy interesante analizar las formas de amar: desde prohibiciones hasta matrimonios por conveniencia, o los amores no correspondidos, los malos tratos y el sufrimiento, o el amor pasional y el rechazo.

La novela trata de un amor que te consume y que, tal vez, casi todos hemos vivido. ¿Crees que tengamos que aprender a amar de otra forma?

El amor debe ser bonito, no doloroso. Martha es el claro ejemplo de lo que no debes hacer en el amor.

¡Sí, claro!, justo ahora estoy leyendo Una historia natural de amor, de Diane Ackerman, un libro que te cuenta cómo eran las relaciones amorosas en Egipto, Grecia y durante la Edad Media. Es muy interesante analizar las formas de amar: desde prohibiciones hasta matrimonios por conveniencia, o los amores no correspondidos, los malos tratos y el sufrimiento, o el amor pasional y el rechazo. Lo importante es cuidarse y quererse a uno mismo, y si hay un ser humano que quiera acompañarte, pues bienvenido. Ya no puedes dejarte llevar por la pasión como en un tobogán porque terminarás muy mal. El amor debe ser bonito, no doloroso. Martha es el claro ejemplo de lo que no debes hacer en el amor.

Todo es intenso y tormentoso en Lo hice por amor, ¿cierto?

Sí, porque en mis cuentos me gusta llevar las cosas y sus personajes al extremo. Me encanta esa gente retorcida, porque la mente sí puede llegar a lugares súper oscuros, y me gusta ir y explorar. No le deseo a nadie que esté ahí, sin embargo, creo que todos lo hemos hecho, pero después de esos extremos, llega un momento en que dices: “ya no voy a llorar así por nadie, y ya no voy a ser tan intensa”. Algunos lo entendemos y otros se quedan en relaciones conflictivas y enfermizas todo el tiempo, aun cuando saben que están mal, pero no pueden vivir sin la otra persona. Sin embargo, sí creo que debemos aprender a amar de una forma más sana, más desapegada y sin olvidarnos de nosotros mismos, no poner sólo la atención en la persona con la que estás. En el caso de Martha y Eugenia, ellas se aíslan, no establecen espacios separados ni tienen privacidad.

 

¿Qué tan difícil ha sido desprenderte de los personajes, porque los vives con mucha intensidad?

Había días en que me sentía deprimida, con ganas de llorar. Con Eugenia me pude identificar cuando era yo una adolescente que odiaba al mundo y estaba enojadísima por mis problemas personales, una etapa de la vida en la que no quieres que nadie te hable, así que cuando terminaba de escribir cosas de ella, también terminaba enojada. Martha me puso triste y desesperada, porque la maltratan y ella sólo pide perdón, ¡me daba coraje que fuera la psicóloga! La verdad es que pasaba yo muchos corajes con estas mujeres, pero lo más impresionante fue que cuando la terminé de escribir y se tenía que corregir, yo seguía metida pensando y hablando de eso todo el tiempo, ¡no me podía salir de Lo hice por amor, hasta soñé con ellas y no sabía cómo soltarlas! Hasta ahorita me siento más ligera.

 

¿El premio es el resultado de tu obsesión?

Ahora ya me siento más tranquila, pero sí, es la primera vez que estoy orgullosa de ser tan obsesiva, porque gracias a eso fue que terminé la novela y aunque todo el tiempo hablaba de ellas, fue divertido y muy enriquecedor.

Artículo de nuestra editorial de diciembre-enero.


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