Vivimos en un mundo saturado de información, y la alimentación no es la excepción. Cada día, las redes sociales, los influencers y los amigos nos bombardean con consejos nutricionales que, aunque a menudo bien intencionados, carecen de fundamento científico. Esta avalancha de datos ha dado lugar a una serie de mitos sobre la alimentación que se han incrustado profundamente en nuestra cultura, haciendo que la búsqueda de una vida más saludable se sienta confusa y abrumadora. La verdad es que muchos de los mantras que repetimos sobre la comida son, de hecho, grandes falsedades que debemos dejar de creer. Romper con estas creencias erróneas es el primer paso para desarrollar una relación más sana y consciente con la comida. A continuación, desmentimos cinco de los mitos nutricionales más persistentes, revelando la verdad detrás de ellos para ayudarte a tomar decisiones informadas y basadas en la ciencia.

5 mitos sobre la alimentación que debes dejar de creer
Mito 1: el desayuno es la comida más importante del día
Este es, quizás, el mito más arraigado de todos. Se nos ha enseñado desde pequeños que el desayuno es esencial para activar el metabolismo y que saltarlo te hará engordar o rendir menos.
La verdad: Si bien un desayuno nutritivo puede ser una excelente manera de empezar el día para muchas personas, la idea de que es la comida «más importante» no tiene un respaldo científico universal. Numerosos estudios han demostrado que saltarse el desayuno no tiene un impacto significativo en el metabolismo a largo plazo. Lo que realmente importa es la ingesta calórica y la calidad de los nutrientes a lo largo de todo el día. Para algunas personas, comer en la mañana puede provocar más hambre a lo largo del día, mientras que otras se sienten más energizadas y concentradas al desayunar. El concepto de ayuno intermitente, por ejemplo, se basa en la idea de que es beneficioso limitar la ventana de alimentación. La nutrición basada en evidencia sugiere que lo más importante es escuchar a tu cuerpo. Si te levantas sin hambre, no te obligues a comer. Si, por el contrario, te sientes mejor con un desayuno, opta por uno rico en proteínas y fibra, como huevos con aguacate o yogur con frutos rojos, para una energía sostenida.

Mito 2: los carbohidratos engordan y deben evitarse
La dieta keto, low-carb y otras tendencias han demonizado a los carbohidratos, haciéndonos creer que son los responsables de la epidemia de obesidad. Se les ha etiquetado como los villanos de cualquier dieta.
La verdad: Este mito confunde el tipo de carbohidrato con el grupo alimenticio en sí. Los carbohidratos son la principal fuente de energía de nuestro cuerpo y son esenciales para el buen funcionamiento del cerebro y los músculos. El problema no son los carbohidratos en sí, sino la calidad de los mismos. Los carbohidratos procesados y refinados (como el pan blanco, las galletas y los dulces) carecen de fibra y nutrientes, provocan picos de azúcar en sangre y, consumidos en exceso, pueden contribuir al aumento de peso.
Sin embargo, los carbohidratos complejos (como los que se encuentran en los cereales integrales, la quinoa, las legumbres y las verduras) están llenos de fibra, vitaminas y minerales. La fibra ayuda a la salud digestiva, te mantiene saciado por más tiempo y regula los niveles de azúcar. La verdadera causa del aumento de peso es el exceso de calorías, sin importar de dónde provengan. Es la calidad y la cantidad total de la dieta, no un solo macronutriente, lo que define si los alimentos engordan.

Mito 3: no se puede comer fruta por la noche
Este mito popular asegura que la fructosa de la fruta se convierte en grasa si se consume tarde en la noche porque el metabolismo se ralentiza. Por lo tanto, comer una manzana después de la cena es un pecado dietético.
La verdad: Tu cuerpo no tiene un reloj que le diga que son las 9 p.m. y que debe procesar los alimentos de manera diferente. La fruta, ya sea que la comas a las 8 a.m. o a las 8 p.m., se procesa de la misma manera. Contiene fructosa, sí, pero también es rica en fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes. La fibra ralentiza la absorción del azúcar, lo que previene los picos de insulina de los que se quejan los promotores de este mito.
Además, la fruta es una alternativa mucho más saludable a los snacks procesados, azucarados y altos en grasa que la mayoría de la gente consume por la noche. Un puñado de uvas o una pera son una excelente opción para satisfacer un antojo de dulce. Lo importante es el balance de tus hábitos alimenticios en el día, no el horario de un alimento específico.

Mito 4: las dietas detox limpian tu cuerpo
Las dietas de jugos, los batidos verdes y los planes de desintoxicación se venden con la promesa de limpiar tu organismo de toxinas, lo que supuestamente resulta en una rápida pérdida de peso y una mejora de la salud.
La verdad: Tu cuerpo no necesita ayuda extra para desintoxicarse; ya tiene un sistema increíblemente eficiente para eso. Tu hígado y tus riñones son órganos diseñados para filtrar y eliminar toxinas de forma constante. Las dietas detox suelen ser bajas en calorías y en nutrientes esenciales como proteínas y fibra, lo que puede provocar debilidad, fatiga y pérdida de masa muscular. Cualquier pérdida de peso que experimentes es principalmente agua y músculo, no grasa, y lo recuperarás tan pronto como vuelvas a comer normalmente.
La mejor manera de apoyar el sistema de desintoxicación de tu cuerpo es con una alimentación equilibrada que incluya una variedad de frutas, verduras, proteínas magras y granos integrales, y asegurándote de beber suficiente agua.

Mito 5: los alimentos light o fat-free son siempre saludables
Las etiquetas de light (bajo en calorías) y fat-free (sin grasa) son un imán para quienes buscan comer saludable. Se asume que, al tener menos grasa, son la opción dietética perfecta.
La verdad: Esta es una de las trampas más grandes del marketing alimentario. Cuando se elimina la grasa de un producto, también se pierde gran parte del sabor y la textura. Para compensar esto, los fabricantes a menudo añaden grandes cantidades de azúcar, sal, jarabes de maíz de alta fructosa y aditivos artificiales para hacer que el producto sepa bien.
Como resultado, un alimento sin grasa puede tener más calorías y ser nutricionalmente menos deseable que su versión original, o incluso contribuir a problemas de salud a largo plazo. Por ejemplo, un yogur bajo en grasa puede contener más azúcar que una porción de helado. La clave está en leer las etiquetas, no solo los eslóganes. En lugar de buscar productos light, enfócate en alimentos integrales y sin procesar, como aguacates, nueces, semillas y aceite de oliva, que son ricos en grasas saludables esenciales para el cuerpo.
Adoptar un enfoque basado en la nutrición basada en evidencia es la única manera de liberarte de estos y otros mitos sobre la alimentación.
Debemos normalizar comer saludable, sin seguir reglas o dietas sin fundamento. La idea es comer balanceado, y tener el equilibrio que tu cuerpo necesita: más proteína, menos carbohidratos, una porción de fruta diaria y mucha agua. ¡Qué divino es sentirse saludable y comer rico!

Fotos Freepik
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