Dicen y dicen bien que no vemos las cosas como son, sino que vemos las cosas como somos. Y el resultado de esto es que en múltiples ocasiones en la vida nos tomamos lo que «sucede» como algo que «nos pasa a nosotros» y entonces se vuelve personal y por ello interpretamos los efectos o la consecuencia como algo mayor.

En la vida van a pasar cosas que consideramos malas o negativas más veces de lo que nos gustaría y muchas de esas veces NO vamos a comprender la causa o la razón de lo que sucedió. Y es en ese momento de incertidumbre, de falta de claridad, que vamos a sentir que no somos suficientes, que nos merecemos lo malo, que nos sentimos culpables… vaya, se vuelve personal al grado de creer que somos vitales en todos y cada uno de los procesos que están pasando alrededor nuestro y olvidamos que todos y cada uno de nosotros tenemos que atravesar nuestros propios procesos para aprender o para corregir situaciones en nuestra vida. Los seres humanos tenemos una naturaleza compleja, no quiere decir que sea imposible, sino que atiende a múltiples factores individuales la manera en que nos comportamos y reaccionamos (ya saben, el famoso equipaje emocional).

Cuando tenemos un problema hay que analizar la causa, claro está; pero a veces en ese camino vamos a confirmar la famosa frase «No eres tú, soy yo…», frase que tanto repelemos pero que tiene mucho de verdad y si entendemos desde la entraña que en serio, no es nuestro problema, vamos a comprender que NO se trata de quién es mas listo en un conflicto, se trata de quién tiene la sabiduría de parar un problema a tiempo, antes de que las consecuencias sean irreparables.

Me parece muy importante compartir que a esta nota llegué justo porque es la primera vez, que a la primera; en una situación personal que me causa ardor e incomodidad; entendí que, lo que sucedió no fue por mí, no dependió de mí y tampoco tengo nada que ver en el proceso porque NO es mi proceso y que por más que me duela, o por más que esté rumiando la información y los hechos, pues no lo voy a entender o que es probable que no lo entienda por completo y al aferrarme a entender, en lugar de aceptar; solo me voy a desgastar como lo he hecho en tantas otras situaciones y esta revelación es lo que te hace fluir y soltar lo que no es tuyo.

Reconozco que como mujer, que las mujeres tenemos una red que nos sostiene, a lo mejor no es enorme, pero todas sabemos que a una llamada de distancia tenemos a alguien que nos va a escuchar y aquí viene otra perla de sabiduría: el valor de la amistad real.

La amistad desde un lugar que no solo ofrece resonancia por convivir, por empatizar y para vernos reflejados en la situación del otro, sino la verdadera amistad que nos dice lo que tenemos que entender o escuchar, no lo que queremos oír. Las mujeres somos seres inteligentes y la idea se ha vuelto tan viral que nos perdemos un poco en el significado y regreso: no es solo la inteligencia lo valioso, todos los seres humanos somos inteligentes. Se trata de aplicar la «sabiduría» para crear no solo para hacer leña del árbol caído.

Todo lo que sucede a nuestro alrededor y que nos impacta tiene una enseñanza detrás, la sabiduría es elegir aprender de ello, sin buscar culpables y sin creer que todo es personal. La sabiduría es confirmar que podemos discernir, elegir lo que sea mejor para nuestra persona y alma sin que necesariamente sea lo que los demás esperan que hagamos.

Así que, con la trillada frase «No eres tú soy yo» ya podemos tomarlo más en serio y analizar que muchas veces las personas que nos rodean (al igual que nosotros mismos), hacen y hacemos cosas porque toca hacerlo a título personal y aunque esos actos u omisiones nos afectan o afectan a terceros, NO somos nosotros, son los otros.

Fin.

Esto si lo pensamos profundo, puede llevarnos a tomar decisiones más maduras, más soluciones y menos drama, más compasión por los demás y sus procesos e incluso un perdón que llega más sutil, sin tanta resistencia, en consciencia, para estar mejor, para vivir en paz y para entender también que:

  • Un mal día no es sinónimo de una mala vida.
  • Es triste que alguien que quieras que se quede se vaya, pero es peor que alguien que quiere irse se quede.
  • Todo pasa.
  • Nada se va de tu vida hasta que no hayas aprendido lo que te vino a enseñar.

Un abrazo,

Karla Lara


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