Las bajas temperaturas pueden resecar la piel porque el aire frío tiene menos humedad y, por lo tanto, menos agua. Hay muchos factores que argumentan esta teoría, ¡veamos!

Puede perder su humedad natural y lograr sequedad. Además, cuando la temperatura desciende, tendemos a usar más calefacción, lo que reduce aún más la humedad en el ambiente y puede agravar la sequedad de la piel.

Paola Gugliotta, doctora en Dermocosmética y fundadora de Sepai y APoEM confirma que «El frío intenso ‘quema’ la superficie de la piel y por ese motivo se vuelve reseca, sensible, aparecen rojeces y en algunos casos asperezas. Además, el frío continuado actúa en capas más profundas generando una sensación de alarma continua y obligando a la piel a generar, en algunos casos, anticuerpos para protegerla del ataque externo».

Hidrata la piel de frorma correcta en bajas temperaturas. Foto:  Depositphoto

Hidrata la piel de frorma correcta en bajas temperaturas. Foto: Depositphoto

¿El frío afecta la capa protectora de nuestra piel? 

El frío también puede afectar la barrera de la piel, que es la capa protectora que la mantiene hidratada y protegida de los elementos externos. Cuando esta barrera se debilita, ella pierde agua más fácilmente, lo que puede provocar sequedad, descamación, irritación y picazón.

Para evitar que la resequedad en bajas temperaturas, es recomendable hidratarla adecuadamente, usar cremas hidratantes, evitar baños muy calientes y largos, y beber suficiente agua para mantener la hidratación corporal.

También es recomendable protegerla del frío y del viento con ropa adecuada y usar protector solar incluso en días nublados, ya que los rayos UV pueden afectarla,  incluso en invierno.



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