Hemos pasado por tanto, hemos superado tanto que, ojalá; hayamos aprendido algo: Vivir intensamente

Podría empezar la nota en el centro, desde el medio, relajada… pero no; quiero empezarla con toda la intensidad para las personas que, como yo, esas que ya no quieren vivir en el silencio prudente, en las emociones medidas, en la contención de las ideas, para ser aceptadas, para caer en la definición de ser políticamente correctas, eso ya no me va, así que la empiezo con toda pasión.

Han sido dos años de intensidad total en cuanto a los acontecimientos que estamos atravesando como humanidad, dos años en los que tuvimos que aprender a vivir completamente distinto (lo que eso signifique para cada quién), nos adaptamos a nuevas formas de trabajar, de estudiar, de comunicarnos; algunos han tenido pérdidas importantes, otros tantos están en la recuperación de algo o de alguien, incluso,  de ellos mismos, porque probado está que las personas tocamos fondo en los momentos de crisis y eso nos hace caer en la cuenta de identificar lo que queremos cambiar, en nosotros y en nuestro entorno, así que la intensidad se ha vuelto parte del cotidiano.

Esta nota es para conectar y reconocer a todas esas personas intensamente intensas: Esas que, sentimos mucho y todo el tiempo; las que somos absolutas en nuestro actuar, decir y pensar; las arrebatadas, las que lo dan todo porque nos apasionamos por la vida y todo lo que hay en ella, a las que nos desagrada el café tibio o las verdades a medias o las caricias «por encimita».

A esas personas que creen con total convicción que los sueños se hacen realidad cuando la idea te apasiona, las que podemos pasar horas en vela cuando se nos mete una idea en la cabeza, esas que nos gusta que a las cosas y a las emociones se les llame por su nombre…; y sé, por experiencia propia que ser intensa y apasionada incomoda a veces -muchas veces-, que los confronta con la idea de ser prudentes, mesurados, adecuados.

Ser intenso cuesta, el precio no es barato; porque exponer lo que se piensa y lo que se siente no siempre gusta a otros (eso no significa que siempre tengamos la razón), pero sí que queremos decir lo nuestro… y a veces nos juega en contra.

Porque lo más sencillo es guardar la compostura de las cosas, y las formas, y ser moderado, y en cambio; cuando dices las cosas con todas sus letras parece rebasado o exagerado; cuando sientes profundamente y lo expresas podrían hacerte sentir mal en retorno -porque somos intensos-; pero, que no te importe.

Tu forma de sentir, de pensar y de asimilar o de transmitir todas tus emociones es tuya y está bien. No permitas -sí no estás de acuerdo- que te moderen, te limiten, te pongan la correa o el freno de mano; la vida es corta, dura poco como para estar moderando todo, es como caminar en un campo minado: Cuidar cada paso, cada palabra y cada intención detrás porque algo puede salir mal, porque «algo» puede ser demasiado para otro, porque tú verdad puede incomodar… ¡NO!, tú dale, sigue siendo intenso.

Querer poquito, guardar lo que sentimos, decir la mitad, darle gusto a los demás, no compartir lo que realmente somos, hacer solo lo que otro espera que hagamos, lo que siempre es correcto o «aceptable» realmente desgasta, y sí, es cierto que en ocasiones podemos resultar ser demasiado para alguien que sea distinto, pero esa es la riqueza de la diversidad: Complementarnos. Ya el mundo nos ha querido meter en moldes por años: Pensar igual, hablar igual, vestir igual y hasta vernos iguales: La moda, las tendencias, lo que corresponde nos ha querido meter en cajones para que sintamos que ese es nuestro lugar, donde caben todos, donde nos parecemos tanto al de junto, que a veces hasta nos diluimos.

Ser diferentes, intensamente distintos nos va a alejar de ciertos lugares, situaciones y personas, pero recién leí y confirmo que; por ser uno mismo no se pierde a los verdaderos amigos, tampoco pierdes oportunidades genuinas o relaciones que verdaderamente importan; cuando hablas tu verdad, cuando defiendes lo que eres y lo que te representa y estableces límites claros, lo que pierdes, lo que realmente se va de tu vida son las personas abusivas, manipuladoras, narcisistas, controladoras, las que buscan ser el centro de atención, los expertos en destruir la paz mental y los succionadores de energía; porque al ser intenso, al no bajar la cabeza porque incomoda a otros, esos otros que no están listos para ti, se van solos.

Nos han enseñado el concepto de «buena persona» y en ocasiones la intensidad no cabe en él. Caben el recato, la moderación, pero no confundamos conceptos; ser bueno no es sinónimo de sumisión; ser malo tampoco es sinónimo de honestidad. Decir nuestra verdad en todo su esplendor a veces va a traer magia, a veces va a traer caos. Eso es la vida: los abrazos fuertes, esos que no quieres dejar de dar o soltar; los besos profundos; los te amo sin tiempo ni condiciones; la escucha activa, los temas que te ponen a reflexionar, también los que se consideran socialmente inadecuados: El amor, el desamor, la vida, la muerte, la espiritualidad, la estupidez humana, la pandemia, la crisis económica, el cambio climático, la falta de salud mental, la violencia de género, el hambre de los niños, la discriminación, la violencia digital, el tener hijos, el no tenerlos.

Los millones de temas que nos dan que pensar que, creer, sufrir, lo que nos roba la paz y lo que nos devuelve la fe, eso es sentir; tocar fibras propias y ajenas al interactuar, alzar la voz propia, esa que no se calla aun cuando estamos en silencio.

Comienza el 2022 con noticias, clima, tiempos intensos, nos pone a pensar, a sentir, a veces a temblar. No dudes; vive y siente y sigue siendo intenso; esa pasión mueve tu mundo y los cambios que hacemos en nosotros mismos, son los que vamos reflejando y los que pueden espejear a alguien más. Siéntelo todo, gózalo todo y hasta llóralo todo, no te guardes para luego, para otro día, para mañana, no andes midiendo tus emociones y tus querencias o tus preocupaciones, el mundo necesita más personas que actúen, ejecuten, motiven, nos levanten del sillón, de la cama, de la pereza, de la tristeza, del conformismo. No digo que vayamos como locos desbordados por la calle, solo propongo ser nosotros mismos, ampliamente, profunda y libremente.

Por un 2022 que nos de paz y libertad mínimo en el alma.

¡Feliz año nuevo!


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