Hace tiempo, uno de mis sueños, sin duda el más grande, era ser mamá. Me imaginaba leona de una pequeña manada a la que, mi león y yo, criaríamos con amor, paciencia y cariño. Pero nació nuestra primera hija y la realidad vino a cambiarnos el cuento.

Era fantástico.

Sí, sucedía tal como había leído en un montón de libros, artículos, blogs… Todo mi instinto maternal estaba en acción. Me sentía la mujer más afortunada del mundo por haber recibido esa bendición con patitas, manitas, boquita…

Ay, pero también sucedían otras cosas… Cosas que no había leído, ni me habían contado. O quizá sí pero cayeron en el olvido. Lo cierto es que en aquella maternidad primeriza cometí los mismos errores que, trece meses después, repetí al nacer mi segunda hija. Y no solo tropecé por segunda vez en la misma piedra, qué va. Hubo una tercera ocasión para seguir erre que erre. Y cuando nació el pequeño Leo volví a caer en lo que once meses atrás había jurado que evitaría.

Por cierto, si están releyendo los meses entre un parto y otro, pensando que han leído mal o que hay alguna errata, les diré que, efectivamente, tuve tres hijos en tres años. (Encontré tarde a mi esposo y me puse rápido a la tarea para cumplir mi sueño de leona.)

Así que se lo voy a contar, a ver si así ustedes, que seguro que aprenden más rápido, tienen un puerperio y una primera maternidad como dios manda.

Lo primero que tienen que hacer es delegar

Yo no lo hice porque andaba entonces demostrando que era superwoman. Y ahora que sé que, además de imposible no quiero serlo ni aunque se pudiera, puedo darles este consejo. Pidan ayuda. Su pareja, el padre de su hijo, de su hija, ha estado nueve meses observándolas, sin poder tener más rol en el embarazo que el de fotógrafo. Así que dejen que ahora haga de todo, estará deseando ejercer de padre desde el primer minuto. No hace falta que siempre cambien ustedes la ropita al bebé, ni que lo bañen, ni que lo acunen en exclusiva. El papá lo hará de mil amores. Si alimentan al bebé con biberón, túrnense por las noches para que al menos uno de los dos pueda dormir. Si le dan el pecho, dejen que él haga otras tareas para que puedan descansar.

Lo segundo que tienen que hacer es poner límites

Yo tampoco lo hice porque no quise privar a las abuelas, a las tías ni al resto de familiares y amigos de conocer a nuestra primera hija desde el minuto en que llegó al mundo. Error. En esos momentos no estás para ver a nadie, y menos aún para que te vean. No te apetece nada. Lo que quieres es estar con tu bebé y el papá, los tres juntos, tranquilos, organizando su nueva vida. Olvídense de sentirse egoísta por pensar en ustedes. Con el tiempo me he dado cuenta de que ese egoísmo es bueno para el bebé, porque cuanto mejor esté la mamá mejor estará el bebé.

Lo tercero que tienen que hacer es darse permiso

Como imaginan también caí en el error de no dármelo, claro, una superwoman no puede sentir dolores, ni estar cansada, ni bla bla bla… Bobadas. Superwoman o no, son unas supermamás, unas supermujeres, y eso solo significa una cosa: superpermiso. Tómense su tiempo, busquen su espacio, cuídense.

Es cierto que la maternidad cambia tu vida de arriba abajo. Ay, y de cada una de nosotras depende que ese cambio sea superbueno en todos los aspectos (hasta en los más insospechados).

Da click para comprar el libro

Encontrarás más consejos e ideas en su blog myriamsayalero


Síguenos en redes sociales como @KENArevista: