Cada 20 de octubre se celebra el Día Mundial de la Osteoporosis, una enfermedad  que afecta a ocho de cada diez personas. 

Es una enfermedad del metabolismo del hueso, que se caracteriza por la disminución de la masa ósea y deterioro de la arquitectura ósea, que conducen a la fragilidad del hueso con un consecuente incremento del riesgo de fracturas.

Una de las armas que tenemos para prevenir esta enfermedad es el fortalecimiento óseo en edades tempranas; de esta manera, el riesgo de padecer osteoporosis en la adultez se reduce en 50%.

Si bien los cuidados deberían comenzar en la infancia es imprescindible reforzarlos después de los 50 años.

La osteoporosis se manifiesta, sobre todo, en edades avanzadas. El nivel inferior a esta es la osteopenia, que tiene menor riesgo de fractura y afecta a 3,8 millones de mujeres y unos 2 millones de hombres. Los enfermos de esta patología no necesitan tratamiento farmacológico.

La osteoporosis no produce síntomas que avisen del progresivo deterioro de la estructura ósea hasta que ya es muy tarde. Es una enfermedad crónica causada por la disminución de la masa ósea y una alteración de su arquitectura, que provoca una mayor fragilidad en los huesos afectados, por lo cual tienen una mayor tendencia a sufrir fracturas.

El diagnóstico se realiza fácilmente a través de una densitometría ósea, que mide la densidad del hueso y la evaluación clínica por parte del especialista permitirá saber si esa persona debe seguir un tratamiento o no.

La osteoporosis se trata básicamente, con una dieta adecuada, con suplementos de calcio y vitamina D acompañada de actividad física, y medicamentos.

La Organización Mundial de la Salud ha desarrollado una herramienta llamada ‘Frax’ que cuantifica el riesgo de fractura. Este programa está disponible gratuitamente en Internet y permite clasificar a cada paciente como de riesgo bajo, moderado y alto.

La mejor forma de prevención es mantener una alimentación balanceada rica en calcio (la mejor fuente de calcio son los lácteos), realizar actividad física y mantener hábitos de vida sana, estos son los mejores aliados.

Cómo la prevenimos

1. Garantizar una ingesta de calcio adecuada: los niños de 9 a 18 años de edad deben consumir aproximadamente 1.200 miligramos de calcio al día, preferiblemente de alimentos ricos en calcio o fortificados con calcio.

2. Consumir vitamina D (600 unidades internacionales) para promover la absorción intestinal de calcio. Esta se puede lograr con una adecuada exposición solar, entre 10 y 15 minutos diarios.

3. Mantener la actividad física y una buena alimentación.

4.- Evitar el consumo de alcohol y/o tabaco: en etapas tempranas de la adolescencia pueden afectar negativamente la densidad mineral ósea.

5.- Prevenir las caídas, debido al riesgo de fracturas, sobre todo en las personas mayores.

 


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