Si hubiera sabido…
• Que nos íbamos a ir en transporte público
• Que no habría señal de celular ni WIFI
• Que no tendríamos agua
• Que me iba a estar congelando
• Que compartiría el mismo baño con otras 5 mujeres
• Que la taza del baño no tendría asientito
• Que habría que ir al río para llenar una cubetita de agua (que luego habría que calentar) para podernos lavar los dientes
• Que no me podría bañar ¡del frío que hacía!
• Que el restaurante nos quedaría a 1 kilómetro y que tendríamos que caminar a un costado de la carretera para llegar a él
• Que iba a dormir en una cama (no tan grande) con una desconocida
Si todo esto lo hubiera sabido cuando leí el post en Facebook anunciando el primer Retiro AguaLuna… muy probablemente no hubiera ido. Y HUBIERA SIDO UNA VERDADERA LÁSTIMA.
Porque también me hubiera perdido de una experiencia increíble, sobre la cual quiero platicarte.
“ME MEREZCO UNA PAUSA”
Ya traía ganas de aislarme unos días…
Había estado demasiado agitada, movida, ocupada, estresada, ESTABA A-G-O-T-A-D-A.
Vi el post en Facebook el sábado y lo dejé pasar. “Voy a ver cómo me siento y ya decido”, pensé para mis adentros. Al día siguiente cené con una amiga. “Te ves cansada”, me dijo, y eso bastó para que me pusiera a llorar. “Estoy exhausta”, reconocí.
El lunes fui a visitar a mi mamá. Salí de regreso a mi casa a las 12 de la noche. Como de costumbre, en la lateral del Periférico vi un tractocamión. Iba a bastante buena velocidad, pero el Zumzum del Mazda no se compara, así que aceleré. Casi siempre lo hago y casi siempre me sale bien.
No esta vez.
Esta vez yo creo que me puse justo en el punto ciego del conductor porque tan pronto me le emparejé, se me cerró. El espejo de mi lado salió volando. El estruendo fue es-pan-to-so. Me asusté muchísimo. A ese sonido siguió otro igual de feo. “Ya me hizo papilla este güey” fue lo que pensé.
Frené.
Frenó.
Me bajé.
Se arrancó.
Obvio…
Vi el golpe y no podía hablar del susto. En 30 segundos llegó una patrulla con 3 oficiales. “¿Está bien?”, me preguntaron. “Sí, me asusté mucho. Se paró, pero se arrancó”, les respondí. “¡¡¡Pues vámonos!!! ¿Puede manejar?” Asentí. “¡¡¡A alcanzarlo!!!”, me indicaron.
Como pude agarré el volante y manejamos por 5 minutos; pasamos varias salidas. “Si yo fuera el chofer, ya me hubiera salido en alguna”, pensé. Al llegar a Reforma, los polis se detuvieron. “¿Tomó el número de placas?”, me preguntaron, a lo que contesté que no. “Va a estar difícil agarrarlo. Mejor váyase a su casa. Lo bueno que usted está bien”.
VIVIENDO DE PRISA
Y sí, afortunadamente no me pasó nada.
Me fui a mi casa y me costó conciliar el sueño.
Pero estaba muy apurada… Al día siguiente tenía agenda llena.
No hubo espacio para la reflexión.
Dos días después me cayó el 20.
¿CUÁL ERA LA PRISA, BIANCA?
¿CUÁL ERA LA CH1N…DA PRISA DE LLEGAR A MI CASA?
¿POR QUÉ ME UUURGÍAAA LLEGAR A MI CASA A LAS 12 DE LA NOCHE?
¿Y sabes qué?
No era que me urgiera.
Es que VIVO A PRISA.
Siempre voy tarde, siempre voy atrás, siempre tengo que correr y correr para alcanzar… y ni así alcanzo.
¿ALCANZAR QUÉ?
No sé…
¿LA FELICIDAD, EL ÉXITO, EL DINERO, EL TRABAJO, LAS AMIGAS, LA PAZ?
Estoy ya tan cansada, tan harta, tan agotada, tan confundida, tan desesperada…
Después de checar con el seguro en cuánto me saldría el chistecito, escribí en el Messenger: “Jess, me hubiera encantado ir, pero el presupuesto que tenía asignado para el Retiro AguaLuna ahora será para arreglar mi carro. Entonces, ni modo, me la pelé”.
Al terminar de escribir, me sentí tan triste que me pregunté: ¿Qué le diría a una amiga? Y fue justo cuando me auto-escuché: “¿Necesitas un accidente más fuerte para agarrar la onda? ¿Necesitas otra wake-up-call de parte del Universo para que le bajes 3 rayitas a tu acelere? ESPERO QUE NO. De verdad, Bianca, te mereces una pausa. ¡Dátela!”.
Borré lo que había escrito y lo cambié por: “Jess, sí voy. ¿A dónde deposito?”.
SIN EXPECTATIVAS TODO FLUYE MEJOR
Mi mamá estaba histérica.
“Tienes casi 40 años y me sigues sacando canas verdes”, me gritó la noche anterior al retiro. “¡¡¡En las combis asaltan!!! Al menos no te lleves el teléfono… Te vas con pura desconocida, ¿Y SI ALGO TE PASA? ¡¿Te has puesto a pensar en todo lo malo que te puede pasar?! Aaayyy, B-I-A-N-C-A”.
Afortunadamente estoy cableada para, por lo general, pensar en todo lo bueno que me puede pasar. No digo que esté exenta a las tragedias, pero tengo una capacidad admirable para atraer gente que suma a mi vida, e intuí que esta vez no sería la excepción.
Así que empaqué… FATAL, como es mi costumbre, y quienes han viajado conmigo lo saben; llevo todo menos lo que necesito jijiji.
Así, con cuatro bultos, llegué al Metro Toreo, a la parte donde están los camiones (no las combis, error de comunicación). Éramos un grupo pequeño y yo todavía no podía abandonar el celular, así que no podía convivir. Eso pasa cuando gran parte de tu trabajo depende de subir historias a Instagram.
Al cabo de una hora llegamos a un pueblito, San Miguel Tecpan, donde tomamos un taxi que nos llevaría a las cabañas Las Escondidas (que, dicho sea de paso, sí están escondidas, jeje).
Una vez ahí, adiós señal, hola frío. Aprovecho este párrafo para agradecerle a Emily el haberme prestado su chamarra las siguientes 48 horas, ¡¡¡vaya que hubiera sufrido sin ella!!!
Ese día nos llevaron la cena a la cabaña, nos dividimos las camas, nos avisaron que había problemas de agua en todo el pueblo (porque estaban arreglando el drenaje, algo así) e hicimos la primera actividad con Diiana Jan, el nombre artístico de mi querida Diana Jannet. ¡¡LLEGANDO Y YA CON LA LLORADERA!!
¿A poco a veces no estamos cansadas de ser estas mujeres guerreras, fuertes, valientes, entronas? A veces lo único que queremos es descansar, llorar y abrazarnos. Escuchar ese dolor que traemos dentro, reconocerlo y sanarlo en tribu.
Nunca voy a poder expresar con palabras lo que mi alma goza estos momentos de sororidad.
Foto con Jessi Macías y Diiana Jan, organizadoras del retiro AguaLuna.
UNA EXPERIENCIA QUE TIENES QUE VIVIR
Algo que me gustó mucho de este retiro AguaLuna es que, aunque las anfitrionas Jessi y Jan tenían las actividades muy bien pensadas, organizadas y estructuradas, no había un tiempo específico para hacerlas, es decir, las íbamos haciendo a como el ritmo del grupo lo dictaba.
La levantada, el desayuno, las dinámicas, los rituales… Todo fluyó increíble (hicimos todo lo que venía en la agenda), pero sin el estrés del horario, del “vamos tarde”, del “córrele que ya nos atrasamos”, del “apúrale porque en 5 minutos empieza la otra actividad”. Esto para mí fue RARÍSIMO, pero mi alma lo agradeció infinito.
Otra cosa que agradecí fue la presencia de todas ahí: Liliana, Laura, Emily, Jessica, Diana Janet. Brujas preciosas, hermosas, poderosas, virtuosas, mágicas, vulnerables, sensibles y serviciales. LAS AMO y siempre las llevaré en mi corazón. Gracias por esta experiencia inolvidable.
Todo fue precioso: las caminatas al restaurante, las meditaciones, el rito del útero, la preparación del agua de luna (por eso «agualuna»), las cartas del Ho’Oponopono, la pulsera, el morralito, el armado del collar de ancestras… Las risas, las lágrimas, los abrazos, las confesiones, las reflexiones, la capa de poder.
Gracias, gracias, gracias.
Gracias infinitas a todas por todo.
Por el amor, la compañía, la alegría, el consejo, la empatía, la apertura, la vulnerabilidad.
Por demostrarme, una vez más, que las mujeres unidas tenemos la capacidad de transmutar la peor de las heridas para crear magia blanca y luz infinita a nuestro alrededor.
Si quieres vivir tu propia experiencia fantástica, anímate a ir a la segunda edición del Retiro AguaLuna, que se llevará a cabo los próximos 30 de abril, 1 y 2 de mayo en el mismo lugar, a la misma hora, con las mismas brujitas, a quienes puedes contactar vía Facebook, dando click aquí: https://bit.ly/31JLTVN
pd. Por fa lleva algo de comer para Firulaisa, la perrita guardiana que cuida las cabañas (y que se resiste a ser adoptada).
pd2. Al ser inútil el celular, ¡¡¡te olvidas de él!!! Las fotos que ves aquí son tomadas con todo el sigilo, con previa autorización de nuestra parte… Bueno, las del final claramente sí son intencionales, de recuerdito y para la promoción.
pd3. ¡¡¡Llévate una buena chamarra!!! 🙂
Síguenos en redes sociales como @KENArevista: