Humanos y animales de compañía han convivido desde tiempos ancestrales, cuando empezó la domesticación. Esta es la historia de una relación dependiente, pero no de esas donde terminas con el corazón roto y los nervios destrozados. En esta quizá termines llorando cuando parte a un lugar mejor, o tus nervios se destrozan cuando llegas y encuentras uno de tus zapatos favoritos, rediseñado a mordidas en su camita.

Por: Cindy Medel

Historia de una relación peluda

Según un estudio publicado en Journal of Human Evolution, hace diez mil años los hombres ya migraban de un lado a otro acompañados de canes, es decir, ésta no es una relación nueva; y aún va más allá, pues en 2013 se encontró el primer fósil de perro en la Cueva Goyet en Bélgica, posiblemente el perro moderno más primitivo que databa de unos 36.000 años de antigüedad. Así que históricamente, el perro es el mejor amigo del hombre.

¿Qué ha favorecido esta histórica amistad?

Se dice que en los tiempos prehistóricos, animal y hombre formaron una relación en la que cada uno dependía del otro para comer; así como el perro con su agudeza de olfato y oído daba cuenta de las presas (y lo sigue haciendo, como los perros de cacería), éste se beneficiaba del hombre con la comida que de él recibía, formándose así un círculo virtuoso que más tarde se volvería una alianza de amor y confianza.

A partir de los estudios hechos por el departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad Azabu en Japón, se descubrió que la relación entre humanos y perros es fortalecida gracias a la oxitocina; ¡exacto! la misma que nos aporta confort y alivio cuando algo nos agrada, nos enamoramos o algo nos hace felices.

En el experimento notaron que perros y dueños mostraban un aumento de la hormona cada vez que se veían a los ojos. De esta forma, mientras más se miraban, más aumentaba el vínculo afectivo.

¿Reconoces esa agradable sensación cuando llegas a casa y ese alguien te está esperando en la puerta, mientras salta y ladra? Sí, es tu cerebro emanando oxitocina. No te romperá el corazón ni te engordará como el chocolate, sólo te llenará de peludo amor.

El amor materno de Freud, expresado en un woof

Según Sigmund Freud en su libro, “El arte de amar”, menciona que el amor materno es aquel que es incondicional: no necesita nada para lograrlo y tampoco se puede hacer nada para conseguirlo cuando no existe.

Se puede decir que la conexión con una mascota se da casi de forma similar, pues el animal prácticamente no ha hecho nada para conseguir ese amor, quizá sólo movió la cola; pero si no desarrollaste ese afecto instantáneo al verlo (eso a lo que le llamamos “química”) tampoco lo conseguirá, como si una persona que ama los gatos, de repente le dijeran que le van a dar al perro maravilloso que hasta hace de comer y lava los trastes. No importa todo lo increíble que sea, no va a pasar.

Del lado del perro, en ese momento te ha aceptado como parte de su manada, e incluso, te has convertido en el líder. Te seguirá a donde vayas, obedecerá sin cuestionar y su amor será incondicional. ¿Eres el peor tirano del mundo?, ¿todos te odian? No importa, el animal estará ahí para acurrucarse en tu regazo.

Desde la nobleza, como la Reina Isabel II que es famosa por dar un tratamiento de cinco estrellas a sus corgis (que incluso vuelan en jet privado y pasean con chofer en limusina) hasta las nuevas parejas de DINKIS que incluso les crean redes sociales a sus mascotas y festejan sus cumpleaños, les demostramos todo el amor que se puede ofrecer, así como ellos nos aman igual.

Hasta aquí todo marcha bien. Les hemos puesto nombres, comprado camitas confortables, dado de comer y acariciado cuando se portan bien. Pero, ¿en dónde se diluyó la barrera del animal de compañía?

1.- A pesar de que el término perrhijo o gathijo son nuevos (tanto que aún no están aceptados en el DRAE) la relación tan cercana, casi parecida con la de los hijos que hemos desarrollado con nuestras mascotas no es nueva.

2.- Se dice que el término fue acuñado debido a los nuevos modelos de familia, en los que los solteros y las parejas, retardan cada vez más el hecho de comprometerse en una relación o tener hijos.

3.- Obedeciendo a esta teoría, las mascotas ocupan este lugar, a veces funcionando como “entrenamiento” para las parejas de cómo sería educar a un hijo, o funcionando como soporte emocional.

4.- En cifras, tan solo en México, según las estadísticas de De la Riva Group, se registran ocho perros por cada bebé de cero a dos años; combinado con lo que nos dice INEGI, de 2000 a 2010 el número de perros ha crecido el 20% contrastado con la baja de natalidad a un 17%

5.- ¿Qué significa? Que tenemos más perros y menos niños. En palabras de la antropóloga Kate Fox, vertida en una entrevista para el documental “The Royals: royal pets”, las mascotas expresan nuestro alter ego, los educamos como lo que queremos ser y en ellos vertimos nuestros deseos.

La barrera entre perro e hijo

El amor a un perrhijo tiene varios niveles. Desde que toda la atención se enfoca en la mascota, y cuando decimos toda, comprende desde los naturales como amor, cuidado y protección, hasta los fuera de serie como otorgarles características humanas: obligarlos a usar ropa, hacerles fiestas e invitar a otros perros y hacerles dinámicas, sentarlos a la mesa y, ¿te suena? ponerles nombres de persona.

Un perrhijo siempre nos dará la satisfacción del amor elemental y puro, ¿pero qué pasa cuando nosotros presionamos de más?

 

Lord Byron decía que entre más conocía a las personas, más amaba a su perro. Ok, las personas por tener un razonamiento mucho más avanzado y complejo que el de los perros, tenemos otro tipo de interacción, a veces buena, a veces no tan buena. Pero entonces, ¿cuál es el fin de obligarlos a que se comporten como humanos?

Este proceso de humanización de las mascotas comprende diversos factores como la soledad, necesidad de afecto o proyectos comunes en parejas que no incluyen hijos. Por el lado conductual, cuando educamos al perro acorde a lo que pensamos como humanos (y no a lo que la conducta canina señala), el perro se desequilibra, generando problemas de dominancia y ansiedad.

Demasiada territorialidad, ya sea con su dueño o con la casa y agresividad, por ejemplo, ¿te suena algo cuando lo quieres bajar de la cama y te gruñe? Claro, ahora que le diste licencia sobre el cuarto, ese es su territorio, no el tuyo; como menciona César Millán, el perro pierde identidad sobre sí mismo.

Por otro lado, las empresas saben que la tendencia a amar de más a nuestras mascotas va en aumento: comida gourmet, guarderías, veterinario para check up mensual, servicios de spa y grooming, boutiques de ropa y juguetes high tech son algunos de los servicios que inocentemente nos ofrecen y por los que estamos dispuestos a pagar.

Según Alejandra G, dueña de una gathija, gasta hasta 3,000 pesos al mes en la manutención de Godzilla, una gatita negra con collar de brillantes, lo equivalente a una renta en una colonia popular o a un salario.

¿Y entonces qué hago con Martina?

Concluyendo, los perrhijos son un fenómeno de nuestra era. Las redes sociales se inundan de videos de mascotas haciendo una gracia o llenamos nuestro muro con las miles de selfies que nos tomamos porque los amamos, y queremos que todo el mundo sepa eso, así como comunicamos otras cosas importantes. Lo hacemos porque ellos son importantes para nuestra estructura de familia.

Por supuesto que no es malo amarlos y protegerlos, lo malo está cuando los límites can-hombre se rompen y ya no son nuestras mascotas, sino nuestros objetos. Respétalos y ellos te corresponderán con la mejor moneda que tienen de vuelta, una buena lamida en la cara.

 


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