Existen momentos en nuestra vida que se tornan épicos. Éstos puede ser al visitar ciertos lugares, al disfrutar momentos y logros o simplemente al compartir un espacio con esa persona que de inmediato sabes que es un ser inmenso. Algo así sentí la primera vez que conocí a Bill Cunnigham.
«Mr. Bill» llegaba al periódico los jueves para entregar sus archivos fotográficos de la semana y junto a su asistente minuciosamente seleccionaba las fotos que serían parte de la página editorial del famoso “Sunday Styles” del NYTimes. Ya habían pasado dos domingos (algo jamás visto en los 40 años que estuvo en el periódico) sin sus fotografías y la gente empezó a preguntarse qué sucedía. Mr. Bill sufrió un ACV hace 11 días. Hoy, lamentablemente, tuvo una recaída que a sus 87 años resultó en su partida.
La perdida es mucho más que humana, mucho más que sentimental. Sin duda, se ha ido alguien que para esta ciudad es parte su historia. Alguien a quien se le dio el honor de ser un “Living Landmarc” en NYC. Un personaje, único, auténtico indiferente y desinteresado en brillar. Su única meta era el estudio constante de lo que amaba y de cómo poder mostrarlo a su público.
Mr. Bill fue el anti-institución -dejo voluntariamente Harvard- el anti-fama -jamás se sintió cómodo siendo conocido como una celebridad- el anti-dinero: decía que “si eras sujeto al dinero tenías obligaciones y el deber de complacer a quienes eran sus superiores por lo que siempre acepto el mínimo legal para vivir”. También fue el anti-Kardashian y el anti-tendencia… pero más que nada fue quien estudiando en sus crónicas urbanas el vestir del New-Yorker logró establecer la dinámica de la ciudad, y del mundo de la moda.
Poco de su trabajo ha sido publicado en realidad y se descubre ahora que en su pequeño apartamento lleno de archivos existen una gran cantidad de pruebas fotográficas que en definitiva de contar la historia de New York en los últimos 50 años.
Bill Cunnigham siempre fue fiel su naturaleza, siempre quiso encontrar sujetos y no ser el sujeto, observar en vez de ser el observado. Creía que la persona más elegante era invisible en las fiestas, pero eran obvias a la cámara. Siempre vio la belleza y el estilo como un momento, ese instante, donde el ánimo del espíritu hace brillar a la persona que está siendo fotografiada.
En fin hay mucho que decir, … en lo personal lo recuerdo en momentos como un gruñón trabajando duro en el último Fashion Week acá en NYC, hacían -20 grados y era hora de tomar un Uber, al movernos al siguiente destino el insistía en caminar y tomar el tren del metro. Fue una lucha ganada , confieso que era un triunfo subirlo al Uber. Siempre fue un campeón, incluso el día antes de sufrir el ACV estaba en las calles en su bicicleta pedaleando y trabajando.
Es una perdida de talento, pero también de carácter, no creo que sea tan común una persona tan auténtica que no la tornen en un cliche. Bill era único, humilde y brillante y valdrá recapitular su trabajo por ser antropológico mas que crónico. No existe el interés de remplazarlo y dudamos que exista un talento igual.
Gracias infinitas y recuerdos que nos enseñarán eternamente.
Gracias Billy Boy.
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