
Estamos bien informados acerca de cómo el COVID-19 afecta los pulmones y las vías respiratorias. Generalmente pensamos que es lo más peligroso del virus, pero hay diversos estudios que revelan que también afecta el COVID-19 en el cerebro. Lo mires por donde lo mires esto lo hace una enfermedad delicada.
Diversas fuentes como la heart.org y otros cientificos nos revelan algunas consecuencias del COVID-19 en el cerebro.
La llegada del Ómicron y la Flurona no son la excepción a esta regla. Pacientes con las variantes también han reportado sentir síntomas que llaman la atención: cabeza nublada, pérdida de memoria e incluso incapacidad para hablar. Hay otros mucho más mortales como convulsiones y la muerte.
Otra cosa que nos comentó una tanatóloga es que, debido a que se inflama cierta parte del cerebro en algunas ocasiones, se da depresión que requiere de medicamento, ¡esto no se menciona mucho!

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El COVID-19 en el cerebro
Se pensaba que el COVID-19 no podía llegar por completo al cerebro. Existe la posibilidad de que, los casos mortales de insuficiencia respiratoria comiencen con el daño irreparable del tronco encefálico y encefalopatía (término científico para problemas neuronales). El tronco encefálico es lo que nos ayuda a respirar aún inconscientes.
Para que afecte el virus en el cerebro, este primero debe traspasar la barrera hematoencefálica. Aún no hay evidencias de que pueda hacerlo o por lo menos no se sabe cómo podría hacerlo. Si el COVID-19 cruza la barrera, creará estragos neurológicos inimaginables además de que tendrá acceso a todo el sistema nervioso central.
A pesar de haber conseguido múltiples hallazgos, aún se sabe poco de una enfermedad que ha costado innumerables vidas y daños irreparables en nuestro cuerpo y salud mental. Lo peor del COVID-19 son las secuelas de este, sin importar la edad puede que la calidad de vida de quienes lo padecen se vea afectada para siempre. Y es que tampoco sabemos mucho de cuáles son las secuelas totales, por ejemplo, también se han reportado desajustes en la tiroides y en el azúcar en la sangre.
La buena noticia es que, de momento no se han reportado muchos casos en el que dicho virus afecte una gran parte del cerebro aunque a veces se sienta de ésta manera. Una forma (no comprobada científicamente) de mantener el cerebro activo podría ser practicar actividades que lo estimulen como leer o asumir retos mentales. Y si te sientes deprimida… ¡consulta a un médico psiquiatra o un terapeuta!
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