Aunque parecía imposible, nunca hubo un regreso más anunciado. El Partido Revolucionario  Institucional (pri), que había dejado huella en la historia de México como emblema de autoritarismo, represión, corrupción y antidemocracia durante más de 7 décadas, y cuya derrota en  cada elección había sido el principal objetivo de sus competidores y el de millones de ciudadanos, volvió por sus fueros luego de dos sexenios panistas en 2012.

Confesiones desde el exilio

Mario Maldonado, joven e incisivo reportero, autor de un libro sobre otro de los personajes que  hicieron del Gobierno peñista un periodo pródigo en escándalos financieros y políticos (Lozoya,  el traidor, Planeta, 2021), realiza en Confesiones desde el exilio: Enrique Peña Nieto (Planeta), a  partir de entrevistas cara a cara con el expresidente, documentos e investigación periodística,  un gran recuento de una etapa turbulenta que comenzó como una promesa y terminó en una  pesadilla; los responsables de cada decisión y los entretelones tras la actuación de un grupo  que se hizo del poder máximo a cualquier costo.

El «pase de charola»:  el precio de la silla presidencial

Además de ofrecer un panorama completo de la trayectoria y las conexiones entre los diversos  y notables protagonistas del sexenio peñanietista, así como el contexto que permitió al llamado  Grupo Atlacomulco mantenerse como el último bastión del poder priista hasta recuperar la banda presidencial entre la debacle que ya enfrentaban como partido en todo México, Confesiones  desde el exilio describe en retrospectiva la trama de que se valieron quienes rodeaban a Peña  Nieto para llevarlo a la cima, una confabulación para reunir fondos entre gobernadores y empresarios que se beneficiarían de un Gobierno que fuera su aliado, y al que podrían reclamar los  acuerdos pactados… Si bien en otro tiempo el aparato priista contaba con la participación de  todos sus funcionarios, después de la transición democrática la competencia era real, y ganaría  quien supiera llegar a la mente de la mayoría de los mexicanos.

De la multimillonaria e ilícita operación, cuestionada por la prensa desde el tiempo de la elección, la principal secuela sería la detención de varios de los gobernadores a los que Peña Nieto  describió como el «Nuevo pri»: César Duarte, de Chihuahua; Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo, y Roberto Sandoval, de Nayarit, además de uno de sus principales  operadores financieros durante la campaña, Emilio Lozoya Austin, quien fue director de Pemex.

Sobre el propio Peña pesan sospechas por su estilo de vida, que él desmiente en este libro y explica que se trata de recursos familiares; después de todo, nunca se proclamó como alguien  venido de abajo, sino que era heredero de varios linajes atlacomulquenses.

Confesiones desde el exilio, de Mario Maldonado

Confesiones desde el exilio, de Mario Maldonado

El «Mexican Moment»: Nada es para siempre

Al arribar a la Presidencia en diciembre de 2012, Peña Nieto repitió un esquema que le había  funcionado como gobernador del Estado de México: una lista de compromisos firmados ante  notario, con lo que se obligaba moralmente a cumplirlos, o dejaba constancia de haberlos efectuado. Aspiraba, como en su momento Carlos Salinas de Gortari con el Tratado de Libre Comercio, a dejar una impronta histórica: en su caso, abrir los monopolios energéticos de Pemex  y la Comisión Federal de Electricidad a la inversión privada, tema tabú en la política mexicana,  dado el fervor nacionalista inspirado en la población desde la expropiación de ambos sectores.

Conseguidas dichas reformas estructurales gracias al acuerdo logrado con los principales partidos en una hábil maniobra a pesar de los resabios postelectorales, el Pacto por México, firmado nada menos que al día siguiente de la toma de posesión, todo presagiaba una nueva época  de oro para los recursos naturales de la Nación; no obstante, la revelación de adjudicaciones  directas a contratistas predilectos, el tren México-Querétaro,  a cambio de lujosos inmuebles,  la desaseada gestión de Emilio Lozoya en Pemex y la desastrosa respuesta a movimientos sociales como el de los maestros en Oaxaca y los estudiantes de Ayotzinapa, hicieron que la luna de miel con la opinión pública nacional e internacional terminara abruptamente. Ya sé que no aplauden…

Aun hay más…

Carismático y dicharachero, Enrique Peña Nieto se las arregló para sortear cada una de las  difíciles pruebas que debió enfrentar antes, durante y después de la elección de 2012. Desde  los rumores a la muerte de su primera esposa, su paternidad de un hijo fuera del matrimonio,  su dificultad para mencionar un libro que le hubiese inspirado o las críticas por su papel en la  represión a los pobladores de San Salvador Atenco que se oponían a la construcción del nuevo  aeropuerto en el Estado de México, Mario Maldonado recapitula en Confesiones desde el exilio cómo epn consiguió dejar atrás escollos que parecían dar al traste con su candidatura y convertirse en presidente por una clara ventaja, aun con señalamientos de un gasto desmedido en la  campaña que incluía la compra de votos y un trato privilegiado de parte de los medios.

Por desgracia, ese mismo carácter le valió una reputación de frívolo, ambicioso y manipulador:  no librarse a tiempo de colaboradores que perjudicaron su presidencia, y el manejo negligente  de crisis como la «Casa Blanca», la visita de Donald Trump a Los Pinos, la «Estafa Maestra» y  la fuga del Chapo Guzmán del penal de máxima seguridad del Altiplano cambiaron negativamente su imagen como estadista y sentenciaron su mandato al fracaso.

Fuente: Planeta


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