Parece obvio que ya desde antes de nacer vamos a amar a nuestro bebé, pero en muchos casos, según las matronas especialistas me comentaron antes del parto, se produce en la madre un rechazo, una crisis porque las mamás queremos volver al estado anterior y a nuestra rutina previa y no sufrir ciertas incomodidades. En muchos casos no estamos listas para este gran cambio.

Por ello, de moda o no, la filosofía de crianza con apego al bebé se impone desde los primeros momentos de vida del bebé.

¿De qué se trata la crianza con apego? 

Es una filosofía que se centra en el cariño que se le da a un ser humano durante la infancia como basamento para que alcance su plena madurez física y emocional en el futuro.

Esta teoría explica que el apoyo y el amor que recibe el niño en las primeras etapas van a facilitarle su desarrollo.

En mi caso, ya en el paritorio o el quirófano te ofrecen (al menos en España) al bebé recién nacido para colocarlo sobre tu pecho piel con piel e intercambiar calor, el sonido del corazón, el olor… Y así, tanto el bebé como la mamá reconoce a esa criatura como nuestra, a parte de otros múltiples beneficios (subida de la leche materna, relajación del bebé para que no llore del estrés…)

Así lo hice en mi caso. En el quirófano lo tuve unos diez minutos antes de ir a reanimación. Y mientras yo estaba en observación, mi marido hizo piel con piel con el bebé durante el tiempo de mi ausencia en la habitación del hospital. ¡Y qué sensación tan linda! Esa pequeña criatura, que sientes tan indefensa en este nuevo mundo para él, pegadita al pecho piel con piel, tranquila, respirando al mismo compás que tus pulmones… Es una experiencia indescriptible.

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Desde estos primeros empiezas a sentirte mamá y obvio es muy cansado pero pasado un tiempo, el vínculo entre bebé y madre es algo fuerte y muy especial. Claro, que habrá muchas voces que quieran cargar al pequeño y no se deje, digan que lo estás enmadrando («embracilando», en México)… pero si dentro de ti tienes el gusto de hacer crecer esa relación, ese apego por sacrificado que pueda ser, sigue adelante.

Para esto, como todo, hay adeptos y detractores de esta forma de proceder como madres.  Quizás como decía, solo sea una moda o la forma de ser madres que habría antiguamente (como a veces me dice mi abuelita). Lo cierto es que en mi caso, el niño está creciendo muy sano, fuerte, seguro y estamos felices ambos cuando tenemos ese contacto tan cercano madre e hijo.


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