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En nuestro país celebramos a los muertos, sin embargo; la muerte sigue siendo un tabú desde muchos lugares.

Existen temas en los que uno no piensa hasta que nos toca vivirlos: como la muerte, y es que nadie está preparado para experimentar la muerte de un ser amado a pesar de que la aceptación, el consuelo, la paz, la resignación llegan a las personas que nos quedamos en diferentes momentos y circunstancias. No existe una fórmula mágica para que la armonía que se rompe cuando alguien se muere regrese, dicen que solo el tiempo.

Un tema delicado

Sabemos que con la vida se concibe la muerte y aún así, es difícil hablar de eso, pero más difícil aún es hablar de la muerte con los niños, porque los adultos tenemos una concepción de la vida más avanzada y consideramos que la muerte es uno de los fuertes elementos que puede dañar la inocencia de un niño, además del dolor que provoca.

Aún y todo, los niños están conscientes de la muerte, conviven con ella más de lo que creemos, cotidianamente ven insectos y plantas sin vida, a veces han experimentado la muerte de una mascota, la ven en las noticias, en los medios de comunicación y en algunas charlas de los adultos que los rodean, pero, ¿qué pasa cuando se trata de una persona que les es amada, que consideran parte de su vida y de la cual no hubo la oportunidad de despedirse porque la muerte de esa persona no era previsible?

Explicar esa precisa muerte a los niños es un tema que suma dolor a los adultos que sufrimos la pérdida de la persona amada, sin embargo; dentro de la inocencia que integra a un niño existe un valor inmenso que los distingue de los adultos y que es la empatía.

Los niños poseen una sabiduría particular de la vida: viven cada momento al máximo, sienten todas sus emociones, positivas y negativas al máximo, en todo su cuerpo, entregan su amor sin condiciones ni reservas, perdonan sin guardar rencores, no planean a futuro, viven el presente y aceptan a las personas que aman sin juicios. Así, la inteligencia emocional en los niños, es decir; la capacidad para sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos es más amplia que en los adultos y eso los ayuda a asimilar y a comprender la muerte.

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Los niños son personas, capaces de entender lo que sucede a su alrededor, sobre todo si están involucrados los sentimientos. Los niños saben leer a las personas que conocen y que les rodean, perciben fácilmente las emociones y pueden detectar si hay cambios que los afecten, aún cuando no se les comuniquen. Por esto, es importante hablarles con la verdad, incluyendo el tema de la muerte, los padres o los adultos que cuidan a un niño o a una niña, saben la capacidad de entendimiento que ellos tienen de acuerdo a su edad y entorno, la explicación que demos debe seguir esos principios, pero sobre todo debe ser una explicación lógica, breve, simple y verdadera.

¿Qué esperar?

Ante la muerte, los niños (igual que los adultos) pueden reaccionar en diversas formas: muy emocionales o aparentemente indiferentes, pero siempre habrá un momento en el que manifiesten sus sentimientos y por eso debemos poner atención.

No todos los niños tienen la misma capacidad para verbalizar sus emociones, es posible que los manifiesten en conductas y actitudes, que no siempre serán del todo agradables y sí diferentes a su comportamiento regular.

También, suelen hacer preguntas que a veces pueden parecer insensibles, nos toca a los mayores comprender que lo único que quieren es entender lo que a veces es inentendible hasta para nosotros. Mantener la sencillez en nuestra explicación ayudará a la pronta asimilación del niño.

Los niños sufren un duelo frente a las pérdidas en general y la muerte no es la excepción, sin embargo; sus etapas y proceso pueden ser diferentes a las del duelo de un adulto, ya que el duelo en sí mismo tiene una evolución ultra personal. Así, la negación, el enojo, la negociación, la depresión y la final aceptación de la muerte por el niño, puede no darse en ese orden y la intensidad de las emociones puede ser proporcional al significado que tenía la persona que se perdió en la vida de los niños, lo cual puede resultar muy agudo para los pequeños.

¿Cómo manejar la muerte?

Para sobrellevar una pérdida, idealmente se requiere de un “cierre”, de un momento o de una ceremonia que represente la despedida o la terminación de una etapa, por eso existen los funerales, pero no todos los niños tienen acceso a ese cierre y es ahí donde requieren de todo nuestro apoyo. Algunos consejos para hablar de la muerte a los niños:

  • La comunicación sobre la muerte se hace más fácil cuando los niños sienten que son libres para hablar y preguntar del tema, que tienen nuestro permiso y respeto para expresar sus dudas y opiniones y que son tomados en cuenta.
  • Los niños son personas, esperan la verdad. Los más pequeños pueden entender la muerte como algo temporal, por eso les preocupará no ver a la persona o la separación de esa persona que aman, más que la muerte misma.
  • Las preguntas de los niños alrededor de la muerte no siempre son fáciles de entender, es recomendable profundizar sobre lo que quiere saber el niño para entender la naturaleza de su pregunta: “mamá, ¿a dónde fue el abuelo?» «¿Tú a dónde crees que fue querido?”, responder con preguntas a veces nos da más perspectiva sobre lo que el niño se cuestiona.
  • Cuando el niño pierde a un ser amado, puede llegar a sentir miedo e inseguridad sobre los que quedan para cuidarlo, quienes permanecemos debemos asegurar al niño que tiene y tendrá amor y cuidado constantes, aún en la ausencia de la persona que se fue.
  • Los niños pueden necesitar llorar recurrentemente la pérdida durante largos periodos de tiempo, a veces hasta que entran en la adolescencia y ello requiere de todo nuestro apoyo, paciencia y tolerancia, hacerle saber que está bien sentirse triste y llorar lo hará sentirse cómodo con esas emociones.
  • Nuestras propias actitudes y palabras alrededor de la muerte son las que un niño puede llegar a recordar más, no se trata de evitarlas o fingir sentirnos diferentes, pero sí debemos recordar que las más de las veces los niños viven ciertas cosas a través de nosotros y es importante dosificar lo que queremos que el niño asimile.
  • Hablar con la familia y otros cuidadores (maestros, nanas, amigos) de cómo hemos explicado la muerte al niño ayudará a que todos formen una red de apoyo emocional para él o ella y que sepan que entre los adultos también existe una comunicación que hará para todos más fácil el tiempo emocional del niño después de sufrir una pérdida.
  • Darle al niño un ritual de cierre lo puede ayudar a lidiar con el enojo o la tristeza que provoca la muerte, porque no siempre hay la oportunidad de despedirse: enviar dibujos o cartas al cielo en globos, sembrar una planta que represente a su ser querido con la que pueda hablar y a la que pueda cuidar, permitirle hablar, nombrar y recordar libremente a la persona que se fue en la vida diaria, revisar fotos y videos que le recuerden los buenos momentos vividos con la persona amada.

La muerte de un ser amado nos deja dolidos y el duelo puede durar una vida, pero no debe consumir nuestra vida. Cuando perdemos a quien queremos vale celebrar la vida y las enseñanzas que nos ha dejado, los aprendizajes y los buenos momentos que transcurrieron en su compañía, abrazar el recuerdo y mantenerlo vivo de manera positiva nos hace recurrir a lo que nos queda de esa persona, nos alumbra el camino que nos falta por recorrer en su ausencia.

Los niños son seres de luz que nos pueden iluminar ese camino, tomemos de su mano para seguir de pie en el amor.

Karla Lara

@KarlaDoula


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