El Lobo Estepario es una novela de Hermann Hesse que habla de un personaje llamado Harry Haller. Más allá de este individuo nos habla mucho de la vida y de su interpretación. Por un lado está su propia descripción (autor) de nuestro ser y por otro la que solemos darle para crear una estancia en este mundo (Harry), un poco más llevadera. Cómo dijo Oscar Wilde una vez:
Definir es limitarse
Y no podríamos estar más de acuerdo, la premisa de las almas tiene mucho que ver con esto. En el libro Harry intenta darle algo de sentido y comprensión a su si no con una descripción sencilla: En él existen dos personalidades: la humana y la lobuna.
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A su vez afirma que existen muchas personas con doble naturaleza, siendo una humana y la otra animal; una “educada” y la otra salvaje. Pero, ¿qué tan cierto es?
La contradicción
A medida que transcurre el Tractác del Lobo Estepario el autor nos frena, nos dice que olvidemos todo lo anterior y cuestionemos la verdad de Harry y que, si en algún momento de la lectura nos identificamos, como Harry, con estas dos naturalezas, nos encontraremos entonces ¡tan equivocados como él!
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Millares de almas
Definir a una persona con base en dos aspectos es imposible y esto derrumba por completo la idea anterior. No somos dos almas, ni mucho menos una. Estamos compuestos por millares de almas, cada una con sus miedos, sueños, esperanzas y contradicciones. Todas y cada una de ellas representan fichas en un tablero.
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El tablero de la vida
Tendrás algunas fichas experimentadas porque sueles sacarlas de paseo, pero también estarán las renegadas que salen poco o nunca de tu ser. Cuando lo haces suelen quemarse por la luz debido a su poca tolerancia y decides que es mejor guardarla. Negarles la luz, por más que duela es negar tu propio ser y solo necesitan un poco más de ella para tomen suficiente tolerancia, suficiente madurez para que también puedan caminar por este mundo terrenal a través de tu cuerpo.
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El cuerpo es pues, un recipiente con un millar de almas, todas merecen su tiempo en este medio físico y ninguna merece ser reprimida. Debes aceptarlas todas y sanar sus heridas para que puedan continuar.
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