Me llegó un artículo de María Elena Esparza Guevara sobre por qué envejecer es un derecho, aunque seas mujer. Y yo creo que más que un derecho, NO es un pecado. Ah, porque cómo parece un pecado. Ella comienza haciendo esta reflexión:
Las redes sociales están enloquecidas con el estreno del spin-off de “Sex and the City”. Me declaro fan de la serie y la verdad me da mucha curiosidad descubrir cómo se ve ese mundo que crearon cuatro mujeres empoderadas en el vibrante Nueva York del cambio de siglo.
Y también yo he leído y visto muchísimas críticas sobre la continuidad de los personajes, que si ya no está Samantha, que si el plot twits de primer episodio (no daré spoilers, no se preocupen)… pero también muchísimo sobre cómo la serie no envejeció bien y las protagonistas, tampoco.
Y no estoy de acuerdo.
Más allá de que se nota que los tiempos han cambiado y que ahora tiene que haber personajes de diversos grupos raciales (llamémosle así, espero no ser incorrecta con este término), yo creo que es importante y NECESARIO que se presenten personajes de más de 50 años como protagonistas. Con todo y las arrugas, las canas y los rellenos evidentes a los que muchas mujeres recurren hoy en día.
Eso es lo normal. Eso es lo que hay. Y no, no es un pecado.
María Elena sigue con su reflexión:
«Ha sido tanto el ruido por este tema, que Sarah Jessica Parker —actriz, empresaria, embajadora de UNICEF— ha dedicado varias entrevistas a posicionar sobre este lamentable asunto.
«‘Tiene demasiadas arrugas, no tiene suficientes arrugas’. Se siente casi como si la gente no quisiera que estemos bien en el lugar en el que estamos, como si casi disfrutaran de que nos duela lo que somos hoy, aunque elijamos envejecer de forma natural y no lucir perfectas o si nos hacemos algo si eso nos hace sentir mejor», dijo quien interpreta a Carrie en uno de sus encuentros con medios.
El sistema patriarcal nos impone el mandato de la belleza. Desde que somos muy pequeñas, aprendemos que enojadas nos vemos “feas”, que tenemos que maquillarnos para ser “bonitas”, además de que juventud y belleza van juntas.»
Y aquí también coincido con ella: los medios tenemos mucha de responsabilidad: tenemos que dejar de borrarnos, de escondernos y de invisibilizarnos.
Nos toca exigir un alto al acoso híper crítico a la imagen de las mujeres: tenemos derecho a envejecer como se nos dé la gana porque la decisión sobre nuestros cuerpos es solo nuestra.
«La conciencia corporal es una clave para fortalecer nuestra autoestima, valorar nuestro autoconcepto más allá de la dimensión física y empoderarnos para confiar en que cada etapa de la vida tiene su riqueza, gozo y belleza. Solo a una sociedad machista le conviene hacernos sentir que con los años valemos menos.
«Urge detener estas actitudes y expresiones que en definitiva no aplican igual para los hombres, a quienes incluso se les atribuye ganar atractivo con sus canas, por ejemplo.
«Como escribiría Carrie Bradshaw: no puedo evitar preguntarme qué pasaría si garantizáramos el derecho a la conciencia corporal como vía para vivir en libertad el natural proceso de envejecimiento. Puedo apostar a que habría menos afectaciones a la salud mental de las mujeres por la presión —¡imposible de cumplir!— que nos impone la sociedad de siempre vernos jóvenes y arregladas.
«Abracemos nuestra diversidad corporal y etaria. Demos la bienvenida a nuestros años, que envejecer es el privilegio de seguir vivas. And just like that, podremos ser más felices.»
Por eso te invito a que sigas KENA, ya que nosotras tratamos de incluirnos a todas, las veinteañeras, las treintonas, cuarentonas, cincuentonas y más… porque todas valemos y sí, envejecemos. Como sea que podamos pero lo hacemos. Así que las invito a que empecemos a normalizar envejecer en lugar de obligarnos a ser jóvenes por siempre. Empezando por nosotras mismas.
Y si te da ansiedad: aprende cómo utilizar la respiración para controlarla.
Síguenos en redes sociales como @KENArevista: